Grupo de Reflexión Rural
El curioso “modelo” de vida que estamos soportando, nos pone cada día ante situaciones que nos hacen sentir abandonados como pueblo, incapaces e imposibilitados de accionar para que “algo cambie” y cuando hay una explosión barrial, quejas comunitarias por algún reclamo, generalmente se reduce la demanda a situaciones acotadas, puntuales, y raramente se trata de revisar las causas de los problemas. Tal vez, el ejemplo mas común son los reclamos por la inseguridad, donde se reclama como solución incorporar mas policías o más patrulleros, sin que se ponga en evidencia el papel que Monsanto y otras transnacionales de la agroindustria y la minería han tenido como generadoras de un modelo económico de despoblamiento del campo, pérdida de identidad y urbanización inhumana.
La transnacional Monsanto se siente muy cómoda cuando reducimos nuestra condena social a su impiadosa contaminación de la Argentina: el glifosato está aprobado por las autoridades sanitarias y usándolo “como indica la etiqueta”, es para los productores casi como si fuera agua bendita. De esa forma, la culpa no es de ella, sino solamente del agricultor que aplica mal la sustancia “fitosanitaria”.
Para no reducir nuestro repudio y condena a este engendro del capitalismo salvaje, queremos recordar algunos antecedentes que oportunamente expusimos en nuestros documentos:
* Monsanto busca ganar dinero, no ayudar a los agricultores. El primer ejemplo fue el agricultor canadiense Percy Schmeiser, productor de colza, que perdió un pleito entablado contra él por Monsanto por haber infringido supuestamente las leyes de patentes, dado que en algunas de sus parcelas se comprobó la existencia de plantas de colza transgénica, seguramente provenientes de contaminación genética.
* Como una estrategia común a las transnacionales, Monsanto invirtió millones de dólares para adquirir empresas semilleras en todo el mundo… ¿Por qué Monsanto, de empresa química que fuera en un principio, se convirtió en la mayor empresa semillera del mundo? Sencillamente porque controlando las semillas controla la agricultura mundial. Inclusive las semillas hortícolas a nivel mundial las manejan Seminis y De Ruiter Seeds, empresas adquiridas por Monsanto.
* En octubre 2002, en un trabajo que llamamos “Soja RR y la estrategia de la inundación” expusimos cómo la consultora americana Doane Marketing Research, un año antes del lanzamiento de la soja RR (1996), había realizado un sondeo entre los productores, que demostraba mayor aceptación de las RR en Argentina que en EEUU. Ese mismo año una misión de la General Accounting Office de los EEUU, llegó a la Argentina, debido a una denuncia de los agricultores norteamericanos contra Monsanto, ya que los “farmers” aseguraban que la transnacional vendía más barata la semilla de sojaRR en Argentina; la GAO produjo un informe que dejó establecidas las diferencias de precio entre la semilla de Monsanto vendida en los dos países. En la página 15, el mencionado informe indica los siguientes porcentajes sobre las semillas sembradas en la Argentina: Ventas comerciales 28 – 50 %, Semilla guardada por el agricultor 25 – 35 %, Mercado negro 25 – 50 % (GAO 1998).
Resulta evidente que la adopción masiva se debió a la disminución de mano de obra necesaria para la siembra y el cultivo, y a la posibilidad de que la gran mayoría de los productores nunca compraron semilla de soja RR (resistente a RoundUp). Esta realidad era bien conocida por Monsanto y sus subsidiarias locales como Nidera, pero la estrategia era difundir y en lo posible INUNDAR de soja RR el campo argentino, por su comodidad y eliminación de mano de obra. Por otra parte en 1996 el glifosato tenía todavía su patente vigente y ello constituía ingentes ganancias para la empresa. Con referencia al importante comercio de “bolsa blanca” agrega el informe “Mientras las patentes de Monsanto permiten restringir que los agricultores estadounidenses guarden semilla y resembrar la semilla de soja RR…En la Argentina, toda soja guardada es legal, en tanto y en cuanto sea resembrada en la misma propiedad”. La bolsa blanca fue de ese modo en la Argentina, la miserable participación en el banquete con que los exportadores de granos sobornaron al agricultor argentino, subsidiándole la producción.
* Presionada por las determinaciones del GAO, Monsanto y sus subsidiarias salieron a lanzar una gran campaña, contra la bolsa Blanca (semilla que el productor se reserva de su cosecha para usarla en sus siembras, y que también lo hace con la RR), a la que se le asigna una evasión de 60 millones de u$s en impuestos En realidad, era ASA (Asociación de Semilleros Argentinos) la que estaba preocupada.
* Monsanto, que miraba para otro lado... indiferente, decide, en 2003, retirarse de la comercialización de semillas de Soja transgénica en la Argentina y, de esa forma, pone al descubierto de manera brutal la enorme dependencia del país a las empresas de Biotecnología. Tal vez y en simultáneo estábamos frente a un enorme chantaje al entonces gobierno de Néstor Kichner para que se modificaran los derechos constitucionales del agricultor a disponer de su propia semilla… (Ley 20.247 hoy en plena revisión impulsada por ASA y las transnacionales). De todas maneras, recordemos que el gran negocio de MONSANTO en la Argentina nunca fue el royalty de la semilla sino la venta masiva de su herbicida estrella: el Round Up ( glifosato ).
* Argentina fue portaviones de Monsanto para la ampliación de sus negocios a Brasil. En los años 90 en el Estado de Río Grande do Sul, cuando el Gobernador Dutra, del PT, se vanagloriaba de presidir el único territorio libre de transgénicos, Monsanto obsequiaba graciosamente el glifosato a quienes le exhibieran el marbete de Soja RR contrabandeada desde la Argentina.
* Los tambos siguen desapareciendo en tanto la producción de leche se mantiene por el aumento en la utilización de la hormona recombinante bobina (rBST Posilac) producida por Monsanto, que a su vez incrementa la producción de las vacas lecheras hasta un 25%. En la década de los ‘90 se comprobó en Estados Unidos que el Posilac provocaba cáncer de mama en los seres humanos y se prohibió después de una fuerte controversia en que varios periodistas fueron despedidos al informar a la ciudadanía. En la Unión Europea, se prohibió su uso en el año 2000, así como en Japón, Nueva Zelanda, Australia, y otros países han hecho lo mismo. En la Argentina su uso es legal.
* De ser casi la encarnación del demonio para órganos oficialistas como Página 12 ó Tiempo Argentino, donde se la acusó de evadir impuestos, contaminar la tierra, provocar cáncer y hasta de figurar en los cables de Wikileaks haciendo lobby empresarial, recientemente, en su visita a EEUU, la Presidenta de la Nación, se reunió con directivos de Monsanto en Nueva York e, increíblemente, hizo un enfático elogio de dicha empresa por la cadena nacional.
* En la misma ocasión, la Presidenta anunció que la transnacional invertiría 1.670 millones de pesos para instalar una planta de producción de maíz en la localidad de Malvinas Argentinas, en las cercanías de la ciudad de Córdoba, y expresó, entre otros dichos, que deberían dejar perplejos a los que luchamos por la soberanía alimentaria de los pueblos: “La inversión de Monsanto es importantísima también y va a ayudar a la concreción de nuestro plan, tanto agroalimentario 2020, como nuestro plan también industrial. Y me decía, hoy su titular que les había impresionado mucho el apoyo que nuestro Gobierno estaba dando a la ciencia y a la tecnología. Tengan ustedes la certeza que vamos a seguir en la misma línea”
* Cuando se habla de ciencia, tecnología y de planta de semillas, resulta llamativo que no se hable de la naturaleza y del hombre que la cultiva hasta cosechar “la semilla”. La visión tecnológica y cientificista reduce la natural potencia vital de la semilla de maíz – recordemos que es de origen americano, de nuestro pueblo- la que debe ser sometida a ”tratamiento y acondicionamiento”, procedimientos que no se especifican, pero la noticia aclara: “cabe destacar que con las mencionadas instalaciones, la Argentina contará con las dos plantas más grandes del mundo de producción de semillas, ambas pertenecientes a la firma Monsanto”. Nuevamente el mensaje es que la semilla se “fabrica” en dichas instalaciones que, por supuesto, deben ser “las mas grandes del mundo”.
* A diferencia de lo que nos sucede a los ciudadanos, que confrontamos más de lo que dialogamos, las transnacionales están en “sintonía fina” entre sí cuando de negocios se trata; así el ingeniero Carlos Becco, gerente de Tratamiento de Semillas de Syngenta, explicó los beneficios de la soja Plenus (RR2BT), propiedad de Monsanto, a la vez que considera “un paso positivo” el proyecto para una nueva ley de semillas.
* El secretario de Agricultura, Lorenzo Basso, firmó la resolución que dispone la liberación comercial de la soja “Intacta RR2 Pro”, modificada genéticamente por Monsanto para lograr un cultivo más resistente al conocido herbicida glifosato .
Por todo lo expuesto, consideramos desde el GRR a Monsanto como “diseñador y gerente” del modelo agroexportador argentino, ejemplo de lo que consideramos la colonización de las “democracias” por parte de las transnacionales junto a Syngenta, Cargill, Barrick Gold y sus necesarios cipayos. Esta colonización ideológica de nuestra democracia fue puesta en evidencia por el discurso de la Presidenta de la Nación. Nuestros documentos han ido denunciando las diferentes estrategias de esta “operadora biotecnológica” que se ha apoderado de la semilla de nuestros agricultores y que está dispuesta a utilizar cualquier medio para conseguir sus objetivos comerciales, que siempre disfrazará como “ humanitarios”, apoyando escuelas, agrotécnicas, universidades y a la comunidad con su RSE (Responsabilidad Social Empresaria). Los acuerdos de las Corporaciones con las Universidades Públicas se hicieron evidentes en la Argentina durante los últimos años. Algunos valientes denunciaron y expusieron con fotografías acuerdos entre empresas como Monsanto y Universidades Públicas, o los dineros que las grandes Mineras volcaban en muchas de estas mismas Universidades.
El GRR considera la recuperación de las semillas como base de la Soberanía Alimentaria, propulsando desarrollos locales con mercados de cercanías, como estrategias para superar el dominio que ejercen las transnacionales sobre nuestra agricultura.