Volvemos a tratar un tema polémico. ¿Los biocombustibles son tan ecológicos como parecen? Sólo algunos, según la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores del Instituto EMPA de Suiza. Este grupo de científicos ha elaborado un trabajo con una descripción actualizada de las ventajas y desventajas, en términos ecológicos, de varios biocombustibles y su proceso de producción.
La demanda mundial de biocombustibles aumenta cada año. La principal razón es que se presupone que son más respetuosos con el medio ambiente. Aunque hay otras razones: como que, dentro de unos años, el petróleo se acabará y hay que buscar una alternativa. En caso es que ha aumentado el cultivo agrícola de plantas aptas para la elaboración de biocombustibles. También se han desarrollado métodos de producción para la segunda generación de biocombustibles, los que no compiten con los alimentos para el consumo humano.
Este nuevo estudio no trata el asunto de si es o no ético usar tierras de cultivo para producir biocombustibles en vez de alimentos, teniendo en cuenta las necesidades de nutrición de la humanidad y el peligro de las sequías y otros fenómenos climatológicos extremos causados por el calentamiento global. Esa cuestión está ya sobradamente discutida. El trabajo trata hasta qué punto los biocombustibles son respetuosos con el medio ambiente sólo desde el punto de vista ecológico, no humano o ético.
El equipo de expertos del Instituto EMPA, en colaboración con el instituto de investigación ART (Agroscope Reckenholz-Tänikon) y el Instituto Paul Scherrer, todas ellas instituciones suizas, ha analizado los beneficios y los prejuicios de algunos biocombustibles desde un punto de vista ecológico. Se ha estudiado, sobre todo, la influencia sobre el medio ambiente que resulta de sus procesos de producción.
Hay otras diferencias respecto al primer estudio de este tipo, realizado en 2007 por expertos dirigidos, también, por el Instituto EMPA. El equipo actual, dirigido por Rainer Zah, investigador del EMPA, ha incluido en el estudio, en esta ocasión, tanto los nuevos cultivos aptos para fabricar biocombustibles como los nuevos procesos industriales de fabricación. Además, se ha hecho una actualización de los métodos de evaluación.
Así, con un conjunto más extenso de datos y con métodos más modernos de evaluación, los autores han llegado a la misma conclusión que en 2007: muchos biocombustibles basados en productos agrícolas sí ayudan a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, pero, por otra parte, causan otro tipo de polución medioambiental, como contribuir a la acidificación de los suelos y una contaminación de lagos y ríos debido al excesivo uso de fertilizantes. Por tanto, la mayor parte de los biocombustibles tan sólo trasladan el impacto medioambiental de un ámbito a otro.
El biogás, la mejor alternativa
Sólo unos pocos biocombustibles tienen un balance ecológico neto mejor que el del petróleo. Se puede destacar, entre todos ellos, el biogás generado a partir de residuos orgánicos, que, dependiendo de la fuente, causa un impacto medioambiental que sólo supone la mitad del causado por el petróleo.
El informe señala algunas recomendaciones sobre los biocombustibles, entre las que se pueden destacar dos:
Hay que evitar la deforestación para sembrar cultivos con el objetivo de generar biocombustibles, ya que empeora el balance de gases de efecto invernadero y causa un mayor impacto en el medio ambiente.
El uso de desechos vegetales tales como la paja o los residuos madereros con propósitos energéticos es beneficioso, pero sólo si no están ya siendo aprovechados de otro modo o si, al sacarlos de su ciclo natural, no se reduce la fertilidad de la tierra ni la biodiversidad. Es decir, son beneficiosos los que se desechan.
El Instituto EMPA fue fundado en 1880 como el Instituto de Pruebas de Materiales de Construcción. Luego también trató los combustibles y los tejidos textiles. Desde 1988, el centro se dedica menos a probar materiales y más a labores de investigación y desarrollo.