Por Nelly Luna Amancio
El viernes 8 de abril –dos días antes de las elecciones presidenciales y mientras la población seguía con atención los últimos sucesos electorales– a las 6:24 p.m. la secretaría general del Ministerio de Agricultura (Minag) envió un correo electrónico a la secretaría de la Presidencia de la República en el que anexaba la propuesta del reglamento que abría las puertas a los transgénicos en el país. Al texto lo acompañaba un informe técnico que sustentaba la necesidad de su urgente aprobación.
El Minag creyó que ese era un buen momento para enviar y aprobar el reglamento. A esa hora, en el Ministerio del Ambiente (Minam), cuyo titular Antonio
Brack se ha opuesto al ingreso masivo de los alimentos genéticamente modificados porque afectarían la diversidad biológica, muchos funcionarios comenzaban a retirarse a sus casas. Ignoraban, por supuesto, el correo electrónico que el Minag acababa de enviar a Palacio de Gobierno.
Pero la noticia se filtró y llegó al Minam. Esa misma noche, según nuestras fuentes, funcionarios de este despacho llamaron a Palacio para detener la publicación y solicitar una reunión. Aceptaron. La reunión se realizó el lunes 11 de abril, pero la decisión ya había sido tomada: el reglamento tenía que salir cuanto antes.
SIN CONSENSOS
La propuesta de reglamento del Minag proponía la formación de un grupo técnico sectorial que analice cada solicitud de investigación o comercialización de transgénicos en el país, pero no incluía a representante alguno del Minam. Tras la reunión del lunes el tema quedó subsanado. Esa misma semana, el viernes 15 de abril, el reglamento sobre seguridad de la biotecnología salió publicado en “El Peruano” (D.S.003-2011-AG). Los transgénicos ya podían comercializarse.
Pero no solo eso. En el informe técnico se indica: “Los aportes del Minam y de la plataforma Perú País Libre de Transgénicos han sido incorporados en este reglamento”. Sin embargo, dicha plataforma lo niega y la viceministra de Desarrollo Estratégico de Recursos Naturales del Minam, Rosario Gómez, dijo a este Diario que “no todos los aportes” del grupo que se formó con la sociedad civil para discutir el reglamento fueron recogidos.
– ¿Ustedes hubieran esperado más tiempo para la publicación?
– Toda decisión tiene formas alternativas y, en efecto, hay espacios de discusión, podrían haberse encontrado formas alternativas, pero ya estamos con un reglamento publicado. En la medida de lo posible, se dieron aportes para mejorar su formulación, respondió la viceministra.
Miguel Vivanco, asesor del Minag, cree que no hubo premura en la publicación de la norma y que esta, por el contrario, debió salir hace más de 9 años, cuando se publicó la Ley de Prevención de Riesgos Derivados del Uso de la Biotecnología (27104).
HOMBRE CLAVE
Algo más ocurrió ese viernes 8 de abril. Ese día, en “El Peruano”, una resolución del sector designó como asesor nombrado de la alta dirección del Ministerio de
Agricultura, “con eficacia anticipada al 1 de abril del 2011”, a Alexander Grobman Tversqui, nada menos que el presidente de la Asociación Peruana para el Desarrollo de la Biotecnología (Perúbiotec, organización que promueve y defiende el ingreso de semillas transgénicas en el país) y presidente de los directorios de las empresas comercializadoras Semillas Penta del Perú y Productora Agrícola del Campo.
Grobman, sin embargo, no es nuevo en el Minag. En noviembre del 2007, el entonces titular de Agricultura, Ismael Benavides, lo nombró asesor ad honórem del despacho ministerial. “La diferencia es que a partir de ahora su cargo será remunerado”, explicó Vivanco sobre el nombramiento de Grobman.
CUESTIONAN AL MINAM
El Minag no solo ha decidido rodearse de expertos explícitamente vinculados a empresas comercializadoras de semillas, sino que, además, cuestiona la actitud del Ministerio del Ambiente.
En el informe técnico que envió a Palacio el Minag señala: “El Minam, lejos de integrar y buscar medios para fortalecer las capacidades de los órganos sectoriales competentes, solo se dedica a cuestionar a los mismos, proporciona comentarios falsos y trata de socavar el actual marco normativo, transmite temor e inseguridad a la población, basado en suposiciones y probabilidades”.
El reglamento regula 11 actividades que van desde la investigación, liberación e importación hasta la comercialización de transgénicos. Jorge Alcántara, jefe de la Subdirección de Recursos Genéticos del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA), que depende del Minag, explica que cada vez que alguien solicite una autorización para investigar o comercializar transgénicos, el comité sectorial evaluará su aprobación. “El reglamento es rígido, sobre todo con las solicitudes para importar y liberar en campo el maíz o el algodón, productos de los que somos centros de origen de diversidad”, añade.
Según Alcántara, con la soya no habrá tantos problemas porque no somos centro de origen de este cultivo. Miguel Vivanco, del Minag, señala que la soya es una opción para reforestar la selva. Y eso, precisamente, es un riesgo para el país, pues la soya podría extenderse en la Amazonía y causar más deforestación.
Este tema, así como la posibilidad de que el maíz transgénico contamine el maíz oriundo de los Andes, preocupa a sectores como el Minam. No queda aún claro por qué el Minag apresuró la publicación del reglamento y se rodeó de personas claramente interesadas en la venta de estas semillas.
Domingo, 24 de abril
Fuente: Diario El Comercio