lunes, 16 de julio de 2012

¿Puede ser sustentable la minería?


Alberto Acosta

La pregunta planteada es fácil de responder. Definitivamente no. En ninguna parte del planeta hay una minería “sustentable”. No es de sorprenderse. Por definición la explotación de recursos no renovables no es sustentable, pues un proceso es sustentable cuando puede mantenerse en el tiempo, sin ayuda externa y sin que se produzca la escasez de los recursos existentes. Sostener lo contrario es practicar un discurso distorsionador. Y es ese discurso, el que promete una “minería sustentable”, diseñado por las grandes transnacionales mineras, en el marco de la Iniciativa Minera Global (Global Mining Initiative), hace más de 10 años, el que despliega el gobierno del presidente Rafael Correa.

En el Plan Nacional de Desarrollo del Sector Minero 2011-2015 se ha asumido este mensaje transnacional. Allí se ofrece generar “condiciones de desarrollo sustentable” en la actividad minera a gran escala. Se dice solemnemente, entre otras muchas promesas, que esta actividad contribuiría a “la distribución equitativa de sus beneficios, generando nuevas zonas de desarrollo y contribuyendo al modelo del Buen Vivir.”

¿Es posible creer en una minería bien hecha que no ocasione severos impactos ambientales y sociales y que, además, se constituya en la senda para el Buen Vivir? Por supuesto que no. La realidad contradice esta afirmación, que no pasa de ser una burda manipulación.

El examen de la minería industrial alrededor del planeta evidencia un sinnúmero de daños y destrucciones múltiples e irreversibles de la Naturaleza. Por igual son incontables las tragedias humanas, tanto como la destrucción de las potencialidades culturales de muchos pueblos. En el ámbito económico la situación tampoco es mejor. Los países cuyas exportaciones dependen fundamentalmente de recursos minerales o petroleros son económicamente atrasados.

La explotación minera industrial moderna implica la extracción masiva -y en un tiempo muy corto-, de la mayor cantidad posible de recursos minerales; recursos que se han formado en procesos de muy larga duración, a escalas tectónicas. En la actualidad, los sitios de alta concentración mineral se van agotando. Sin embargo, los elevados precios del mercado mundial permiten que la explotación minera sea rentable aún en los yacimientos en donde el mineral es escaso. Para hacer producir estos yacimientos, es necesario aplicar una minería industrial de gran escala, con uso masivo de químicos a veces sumamente tóxicos, el consumo abundante de agua y la acumulación de grandes cantidades de desechos. Esta es la síntesis de la megaminería que se avizora en Ecuador.

Este gigantismo provoca la generación de impactos ambientales enormes. Los efectos nocivos no solo afloran en la fase de exploración y explotación, cuando se abren gigantescos hoyos en la Madre Tierra o cuando se usan químicos tóxicos para procesar los minerales extraídos. La movilización del material extraído afecta grandes extensiones de territorio.

Los desechos mineros, al ser acumulados durante muchos años, pueden derramarse y contaminar el medio ambiente, particularmente con metales pesados o drenaje ácido de roca. Este último fenómeno, que puede darse por decenas y decenas de años, ocurre cuando las aguas de lluvia, o aún el aire, entran en contacto con las rocas que han sido desplazadas desde el subsuelo hacia la superficie y acumuladas en las escombreras, en el cráter o en los diques de desechos de la mina. Generalmente existe un alto riesgo de que se produzca una oxidación de minerales sulfurados por la lluvia o el aire húmedo, que terminan por provocar una acidificación inusual de las aguas que corren sobre estas rocas. En el Ecuador, muchos yacimientos mineros estarían particularmente expuestos a este problema porque tienen rocas sulfurosas, conocidas por generar drenaje ácido.

Este tipo de contaminación es particularmente devastadora para el agua. En numerosas ocasiones, el agua termina por ser inutilizable para el consumo humano y para la agricultura; algo que podría darse si se explota el yacimiento de oro en Quimsacocha, justamente una de las fuentes de agua de la ciudad de Cuenca. La contaminación de las fuentes de agua provoca además un conjunto de impactos en términos de salud pública, como enfermedades degenerativas o de la piel, entre otras. Esta situación es particularmente alarmante en el caso del Ecuador, en dónde el 12.5% de las zonas de páramo-zonas de formación de las fuentes de agua- está concesionado.

Estas contaminaciones del agua son aún más graves en áreas geográficas caracterizadas por altas precipitaciones y normalmente ricas en biodiversidad, como es el caso de Intag o particularmente la Cordillera del Cóndor en donde se encuentran los mega-proyectos Mirador, Fruta del Norte y Panantza San Carlos.

A modo de ejemplo tengamos presente que para obtener una tonelada de cobre, se excava un promedio de 300 toneladas de desechos, muchos de ellos tóxicos y contaminantes,, demandando entre 30 y 500 mil litros de agua, dependiendo del yacimiento. En el caso del oro, las proporciones son por igual aberrantes: para producir una onza de oro, se extrae cerca de 30 toneladas de desechos y se consume un promedio de 7 a 8 mil litros de agua. Líquido vital que, luego de ser empleado en la minería, queda contaminado.

En la cordillera del Cóndor, la explotación del yacimiento de cobre de Mirador, a cargo de la empresa china CCRC-Tongguan, generará al menos 326 millones de toneladas de desechos. Esta cifra es comparable a la actual recolección de basura de la zona urbana de Guayaquil durante unos 400 años y equivale a 4 Panecillos de la ciudad de Quito. La explotación del depósito de Fruta del Norte, en manos de la canadiense Kinross, que contendría reservas por 11,8 millones de onzas de oro, provocaría un volumen de residuos igual de monumental, que llegaría a 332 millones de toneladas; se estima en 28 mil kilogramos de residuo por cada onza de oro, suponiendo apenas una concentración de un gramo de oro por tonelada. Una cifra comparable a la recolección de basura de la ciudad de Cuenca por casi 5000 años.

En Ecuador, en síntesis, los grandes proyectos mineros amenazan con contaminar regiones de alta biodiversidad, de las más densas en biodiversidad del planeta. Desde donde, además, los impactos se esparcirían hacia otras zonas, por ejemplo a través del agua contaminada. Y todo esto sin considerar los graves impactos sociales que conlleva esta mega actividad extractivista.

Es preciso recordar que normalmente las empresas transnacionales y los gobiernos cómplices destacan exclusivamente los “enormes” montos de reservas mineras existentes, transformados a valores monetarios. Con estas cifras, en general altamente exageradas, se quiere sensibilizar a la opinión pública a favor de la minería. Sin embargo, esta mirada resulta incompleta. Habría que sumar los llamados costos ocultos -ambientales y sociales-, incorporando por ejemplo el valor económico de la contaminación. Estas son pérdidas económicas que normalmente no aparecen en los proyectos y que son transferidas a la sociedad; recuérdese la devastación petrolera en el nororiente de la Amazonía. También deberían entrar en la lista de costos los denominados “subsidios perversos”, que se expresan a través de la entrega de energía a precios menores, agua sin costo o con costo reducido, e inclusive infraestructura de transporte.

¿Se han presentado estas evaluaciones?  No. Probablemente porque el asumir estos costos disminuiría notablemente la rentabilidad de las empresas y se pondría en evidencia los magros beneficios para el Estado.

La minería a gran escala, que no quepa la menor duda, no contribuye a la construcción del Buen Vivir.-

 …y sí se quedaron con pica, ahí van un poco más de información acerca de la minería en el Ecuador:

La maldición de la vieja minería


Juan Diego García

Los argumentos que esgrimen las comunidades afectadas por las modernas explotaciones mineras en América Latina se refieren al menos a tres aspectos diferentes: las condiciones técnicas propias de este tipo de explotaciones y su impacto, las condiciones institucionales y políticas del país y los inconvenientes de un modelo económico orientado fundamentalmente a exportar materias primas como recurso estratégico para impulsar el desarrollo.
En contra de quienes se oponen a la gran minería es usual aducir que con su actitud impiden el progreso, que los intereses egoístas de comunidades minoritarias no pueden prevalecer sobre los intereses generales de la nación, que existen garantías técnicas suficientes para hacer asumible el impacto en el medio ambiente, que un país no puede renunciar a la explotación de sus recursos o sencillamente que las comunidades están siendo manipuladas por grupos de extremistas que buscan réditos políticos debilitando a las autoridades.

Es probable que en la oposición de ciertos colectivos se pueda constatar la influencia de convicciones contrarias al industrialismo y a la civilización actual; también es común que se produzcan contradicciones (a veces difíciles de resolver) entre los intereses locales y nacionales, como lo es que la minería puede adelantarse reduciendo el impacto negativo sobre la población y la naturaleza, y que en tal caso, mucho depende del tipo de autoridades e instituciones con las que se cuente.

Cada tipo de minería tiene sus inconvenientes particulares, tanto si se trata de las explotaciones tradicionales de petróleo, gas, oro, níquel, carbón, cobre y similares, como si se extraen los metales vinculados a las tecnologías más modernas, incluyendo por supuesto los llamados “minerales estratégicos” utilizados en la energía atómica. El continente americano es rico en todos ellos y la expansión de las economías centrales en las últimas décadas ha generado una demanda considerable (y precios al alza) incentivando el enérgico impulso de la minería por parte de los gobiernos latinoamericanos, con independencia de su signo político. La crisis actual y sobre todo lo complicado que resulta a estas alturas predecir su posible evolución en el inmediato futuro se convierten en un sólido argumento en favor de quienes ponen en tela de juicio la conveniencia de confiar en las exportaciones de materias primas como recurso principal para financiar el desarrollo. Si desciende bruscamente la demanda y caen los precios toda la estrategia exportadora se viene abajo. Así ocurrió siempre y nada indica que ahora no vaya a pasar lo mismo.

En este contexto cobra entonces enorme relevancia la amarga experiencia del pasado (incluso de un pasado muy reciente) y se impone una revisión a fondo de las condiciones específicas (de todo tipo) en las cuales se adelanta o se desea adelantar hoy este tipo de proyectos.

La historia de la minería en América Latina no puede sino generar pesimismo. Ningún país de la región ha conseguido desarrollarse aprovechando los beneficios dejados por la minería o por cualquiera de los otros sectores económicos que juegan igual papel en la estrategia exportadora: alimentos, madera o mercancías de escaso valor agregado, para no mencionar la “exportación” masiva de mano de obra a las economías centrales (con la enorme carga de dolor y sufrimientos para el-la emigrante y su familia, y sin olvidar la sensible pérdida para el país de un recurso humano precioso que no se compensa ni de lejos con la remesa de divisas) o el tráfico ilegal de psicotrópicos (cuyos escasos beneficios jamás igualan el enorme perjuicio para la economía y la sociedad locales). Agotadas las minas, solo quedan pueblos desolados, obreros con silicosis y un paisaje de mayor atraso que contrasta con la riqueza que acumulan los empresarios (sobre todo extranjeros) y las migajas de vergüenza que se reparten gobernantes cipayos, burócratas corruptos y los dictadores militares o civiles de turno cuya función no es otra que “garantizar el orden”.

Algunas explotaciones mineras solo se pueden llevar a cabo destruyendo casi de forma irreversible el medio ambiente. Si se hacen cálculos globales -es decir, que superen los estrechos márgenes de la contabilidad de la empresa- el balance será siempre negativo. Mientras las empresas obtienen ganancias considerables el daño sobre el agua, al aire, la biodiversidad, la salud de la población, las reservas en bosques y similares resulta un costo que no asume la entidad que extrae pero recae directamente sobre la comunidad afectada no menos que sobre toda la nación. En tales condiciones todo indicaría que mientras no se sea técnicamente posible evitar semejantes consecuencias lo razonable es desistir de tales empresas. Ocurre así, por ejemplo, con la energía atómica, seguramente fundamental en muchos aspectos (y a cuya investigación no se puede renunciar) pero con consecuencias negativas que la técnica actual aún no resuelve: manejo de residuos radioactivos, resultados incontrolables de los accidentes, y -no menos inconveniente- su posible uso militar. Igual ocurre con la extracción de oro que requiere ingentes cantidades de agua, el uso masivo de cianuro y otros venenos y la destrucción de regiones enteras, obligando casi siempre al desplazamiento de la población (otro costo que apenas aparece en la contabilidad de la empresa). Y como el oro o la energía atómica, muchos de los actuales proyectos mineros resultan desaconsejables desde todo punto de vista.

Ahora, en el caso de explotaciones mineras que pueden desarrollarse con un manejo razonable del impacto sobre la naturaleza y las personas, es decir, explotaciones que minimizan los daños y sobre todo que garantizan una economía sostenible, la cuestión a resolver se reduce entonces a determinar las condiciones técnicas e institucionales en las cuales han de llevarse a cabo. (No sobra recordar que toda acción humana supone siempre un determinado impacto sobre la naturaleza; que la especie humana dejó de ser parte de la misma desde hace milenios y que la condición de recolectores y cazadores solo se registra hoy en grupos marginales en regiones de la periferia de la civilización).

Que se respeten los procedimientos técnicos adecuados, que la explotación revierta en beneficio de la comunidad directamente afectada y sobre la nación entera, que los ingresos públicos (impuestos, regalías, participaciones, etc.) sirvan realmente como un recurso para promover el desarrollo, salir de la pobreza y superar la condición de países dependientes y atrasados, dependerá entonces del tipo de autoridades que deban garantizarlo. Gobiernos de escaso o nulo sentimiento nacional, burocracias corruptas y un funcionariado ineficiente, son todas ellas condiciones que conspiran abiertamente contra estos propósitos. Así, los requerimientos técnicos se quedan como letra muerta en el papel de los contratos, las instituciones legislan según los deseos de las empresas (casi todas multinacionales), la corrupción administrativa permite cerrar los ojos ante incumplimientos y atropellos, repitiendo las formas tradicionales que han permitido el saqueo de recursos para contribuir al desarrollo y bienestar de las economías centrales. Cualquiera con curiosidad puede indagar, por ejemplo, cuál fue el precio del barril de crudo desde los comienzos del siglo XX hasta la llamada “crisis del petróleo” en los años 70 (creación de la OPEP). Entonces, será claro que ésta, como cualquier otra actividad minera, ha servido realmente para contribuir a la riqueza de unos y al empobrecimiento de otros. En el centro del sistema se benefician principalmente los grandes capitalistas; en la periferia, las clases dominantes criollas, esas oligarquías primitivas y obsecuentes, con sus dictadores sanguinarios, sus sátrapas y reyezuelos de opereta o -más recientemente-, con presidentes que encabezan remedos de democracia.

En síntesis, en unos casos y por su propia naturaleza determinadas explotaciones mineras resultan inaceptables desde todo punto de vista; en otros, siendo apropiadas, todo depende de las condiciones políticas e institucionales que garanticen las medidas técnicas de prevenciones, aseguren el control oficial adecuado de las explotaciones (pago de impuestos, cantidades extraídas, cuidado del medio ambiente, régimen laboral al que se somete a los trabajadores, respeto a los intereses de las comunidades directamente afectadas, etc.) y sobretodo que se destinen esos recursos a la inversión social y productiva.

Aunque no resuelve todos los interrogantes del problema, la nacionalización de estos recursos y su control riguroso por parte del estado constituyen un paso decisivo en la buena dirección. En esta perspectiva entonces, mucho dependerá del tipo de gobierno, de su apoyo social y de sus propósitos de futuro. Que estas condiciones favorables no siempre se producen explica la creciente oposición (local y nacional) a muchos proyectos mineros en el continente; la manera como se resuelven estas contradicciones indica bien a las claras la naturaleza de los gobiernos. En unos casos se resuelven mediante el diálogo y la negociación; pero con frecuencia, se asiste a las escenas ya conocidas de represión, cárcel o muerte, además de las campañas de intoxicación y manipulación de la opinión pública, impidiendo un debate de suma importancia pues se trata ni mas ni menos que de evitar que en las condiciones de hoy, se repita el mismo proceso de esquilmar y saquear recursos que en buena medida explican el cuadro de atraso de los países de América Latina. O sea, impedir que abandonando todo esfuerzo de industrialización propia, estos países afiancen su naturaleza de economías complementarias multiplicando los enclaves coloniales del pasado y sacrificando unos recursos no renovables que seguramente serían indispensables para su propio desarrollo.

No hay que sorprenderse demasiado si los indígenas de una comunidad amenazada por una explotación a cielo abierto evocan a la Pacha Mama (la madre tierra) y se oponen a la mina porque afecta una montaña “sagrada”, pues detrás de un concepto seguramente extraño a la racionalidad occidental (que no permite dar entidad de sujeto a algo que es obviamente un objeto) se esconde una reflexión muy ligada a la realidad: allí, en esa montaña, se produce el agua, elemento básico para la vida. Con categorías diferentes y desde la óptica occidental se diría que la mencionada montaña resulta intocable pues asegura el suministro de agua a una ciudad. Se ordena entonces no afectarla, se la asume como intocable (“sagrada” dirán los indígenas). Ocurre sin embargo que por su propia naturaleza el sistema capitalista es depredador y no se detiene ante nada cuando se trata de beneficios económicos, sea “sagrado” o “intocable”. Solo una movilización muy enérgica de la población puede conseguir que las autoridades impidan la profanación/destrucción de aquella “montaña sagrada”.

Resulta por demás paradójico que los defensores del capitalismo se mofen de un lenguaje seguramente premoderno y bastante romántico que acude a los fetiches, cuando todo su discurso teórico no es otra cosa que una sistemática sublimación que convierte de hecho al capital en un sujeto y nos deja a los demás convertidos en objetos bajo su dominio.

¡Ojo! Dos heridos dejó enfrentamiento entre Sutep y policías en Juliaca...hay decenas de detenidos

Foto RPP

El enfrentamiento entre profesores del Sutep y efectivos de la Policía Nacional, ésta mañana en el puente Independencia de la ciudad de Juliaca, dejó dos heridos y aproximadamente 14 detenidos.

Olimpia Mamani, corresponsal de Pachamama Radio en la ciudad de Juliaca, informó que el enfrentamiento se produjo al promedias las 6:30 de la mañana. La policía hizo disparos para desbloquear el puente Independencia que pretendía ser bloqueado por los profesores.

Héctor Condori Enríquez (39) y Juan Jaime Rodrigo Justino (41) resultaron heridos y fueron evacuados de emergencia hasta el hospital Carlos Monge Medrano de Juliaca, donde los médicos le diagnosticaron que ambos profesores presentan heridas de impacto de perdigón.

Por otro lado, en estos instantes, el puente Maravillas que interconecta a la ciudad de Juliaca con Cusco, se encuentra bloqueado con piedras, por ello,  varias unidades vehiculares quedaron varados.

domingo, 15 de julio de 2012

¡Ojo! El lado oscuro de los acuerdos de inversión



Video animación que expone cómo los acuerdos internacionales de inversión han dejado a la gente pagando los costos legales, sociales y ambientales de los abusos de las empresas y han aumentado las ganancias para las más ricas corporaciones del mundo.

Sobre la mentira del otorgamiento de la licencia social de Moqueguanos a Quellaveco


La traición del presidente regional Martin Vizcarra Cornejo y sus “amigotes”   es la vergüenza para la región  Moquegua:

Que, el 11 de Julio del 2012, será un día inolvidable para la historia de la Región Moquegua, por el comportamiento de un grupúsculo de traidores que han  atentado indefinidamente contra el desarrollo de la Región, ya que en esta última reunión ilegal de la “Mesa de Dialogo”, se tomo el acuerdo, que la Empresa Minera Anglo American entregaría 1,000 millones de soles a la Región, a cambio se le otorgara la licencia social para explotar la mina Quellaveco y el recurso hídrico, distribuidos de la siguiente manera: 350 millones de soles en la etapa de exploración, el saldo de 650 millones de soles en un plazo de 30 años de la explotación (considerando la inversión de la construcción de las 3 represas Titiri y Vizcachas).

ANTECEDENTES NEGROS:

Esta mina fue vendida por el corrupto  Alberto Fujimori Fujimori en el año 1993, con fecha 18 de Diciembre del 2000, fue aprobado los Estudios de Impacto Ambiental mediante Resolución Directoral Nº 266-2000-EM/DGAA, posterior fue modificada, con Resoluciones Directorales Nº 140-2010-EM/AAM y 319-2010-EM/AAM, de fechas 23 de Abril y 5 Octubre del 2010, que no debieron ser aceptadas por el Ministerio de Anergia y Minas, por no contar con el sustento técnico legal .

El marco vigente del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental Ley Nº 27446, modificado por el D.Leg. Nº 1078 y Reglamento D.S. Nº 019-2009-MINAM, señala de manera expresa que los  Estudio de Impacto Ambiental deben se actualizados por el titular a los 3 años de su aprobación, por lo que correspondía a la empresa Anglo American-Quellaveco presentar un nuevo estudio y no simple modificaciones, creando un antecedente para el País que las empresas mineras hace lo que les da la gana, gracias al apoyo político de los Gobernante de Turno.

PACTO DE LA MALDAD PARA  DESAPARCER LOS PUEBLOS Y VALLES DE: MOQUEGUA, ILO, VALLE DE TAMBO:

Con fecha 17 de marzo del 2011, se constituye la  “Mesa de Dialogo” implementada por Martin Vizcarra Cornejo Presidente del Gobierno Regional de Moquegua, sin tener competencia sobre la gran minería, tal como lo especifica EL Art. 59 de la Ley Nº 27867 – Ley orgánica de los Gobierno Regionales, ilegal determinación solo para favorecer a la Empresa Anglo American–Quellaveco de capitales Chilenos-Ingleses y Japoneses, además integra una serie de “personajes” y amigos personales, como los Colegios Profesionales que son entes consultivos, pero actuaban con voz y voto.

Otros  tenían que respaldar para devolver los favores, tal como Fredy Zeballos Núñez Gerente General de Proyecto Regional Pasto Grande y Coordinador de la Comisión Técnica de la “Mesa de Dialogo”, vendió un terreno eriazo en 218 mil dólares a la Empresa Anglo American: Agapito Mamani Luis, Gerente de Recurso naturales del Medio Ambiente del Gobierno Regional y Coordinador de la Comision Técnica del Medio Ambiente de la “Mesa de Dialogo” fue partícipe de la venta de terreno eriazos que efectuó su esposa doña Pastora Feliciana Somoco en el sector de Huachunta. Dirigentes de la Comunidad Pocata-Coscore-Tala, Presidente de la Comisión de Regantes de este mismo sector, de igual forma vendieron terrenos de la Comunidad a la minera.  Los cuestionados funcionarios y dirigentes no debieron y/o debieron de inhibirse de  Coordinar las respectivas Comisiones Técnicas de Recursos Hídricos y Medio Ambiente, de la Mesa de Dialogo, por haber tenido notorias relaciones económicas y contractuales con Anglo American Quellaveco S.A. Estos hechos se han denunciado al Ministerio Público que deben ser investigados y sancionados para determinar sus responsabilidades funcionales y penales.

Para completar el equipo de entreguistas, el Gobierno de Ollanta Humala Tasso designa  2 representantes de la Autoridad Nacional de Aguas, 2 representantes del Ministerio de  Anergia  y Minas y representantes del Ministerio del Medio habiente, quienes actuaban como juez y parte a favor de la minera.

Este es el resultado de la política  de  convivencia entre Gobierno Regional, Alcaldes Provinciales y Distritales de la Región Moquegua para destruir en un mediano plazo mediante la contaminación de tierra, agua y aire, los pueblo y valles de Moquegua, Ilo, Valle de Tambo, ya que la mina de Quellaveco se encuentra ubicada en la misma cabecera del Rio Asana-Tumilaca y como premio el Gobierno central  pretender nombrar como Primer Ministro a Martin Vizcarra Cornejo.

El País debe conocer como este Gobierno de Ollanta Humala y de Oscar Valdez pisotean las normas para favorecer a los Grupos de Poder y que saqueen nuestras riquezas naturales, sin  importarles los daños ambientales que originan a los pueblos, tal como viene ocurriendo en la Región Cajamarca, Espinar Cusco. Según  Ley, las “Mesas de Dialogo” no están autorizadas para otorgar la Licencia Social, sin embargo no les interesa y si el pueblo decreta una medida de fuerza por cuidar lo que es del Perú, el Gobierno actúa a nombre de la Sociedad Nacional de Minería asesinando a los hijos del pueblo, encarcelamiento, aperturas de juicios, pero el pueblo de Moquegua, no acepta esta “negociación” de traición, existe  mecanismos legales y sociales, que se implementara en los próximos días por la dignidad de Moquegua.

Trujillo: Manifestación artística por la vida

El consumismo: ¿una enfermedad?



Marcelo Colussi

En el corazón de las selvas del Petén, en lo que actualmente es Guatemala, en la cima del Templo IV, joya arquitectónica legada por los mayas del Período Clásico, dos jovencitas turistas estadounidenses -con ropa Calvin Klein, con calzado Nike, con lentes de sol Rayban, con teléfonos portátiles Nokia, cámaras fotográficas digitales Sony, videofilmadoras JVC y tarjeta de crédito Visa, hospedadas en el hotel Westing Camino Real y habiendo viajado con millas de "viajero frecuente" por medio de American Airlines, hiperconsumidoras de Coca-Cola, Mc Donald’s y de cosméticos Revlon- comentaban al escuchar los gritos de monos aulladores encaramados en árboles cercanos: "pobrecitos. Aúllan de tristeza, porque no tienen cerca un ‘moll’ donde ir a comprar".

Consumir, consumir, hiper consumir, consumir aunque no sea necesario, gastar dinero, hacer shopping todo esto ha pasado a ser la consigna del mundo moderno. Algunos -los habitantes de los países ricos del Norte y las capas acomodadas de los del Sur- lo logran sin problemas.
Otros, los menos afortunados -la gran mayoría planetaria- no; pero igualmente están compelidos a seguir los pasos que dicta la tendencia dominante: quien no consume está out, es un imbécil, sobra, no es viable. Aunque sea a costa de endeudarse, todos tienen que consumir. ¿Cómo osar contradecir las sacrosantas reglas del mercado?

Podríamos pensar que el ejemplo de las jóvenes arriba presentado es una ficción literaria -una mala ficción, por cierto-; pero no: es una tragicómica verdad. El capitalismo industrial del siglo XX dio como resultado las llamadas sociedades de consumo donde, aseguradas ya las necesidades primarias, el acceso a banalidades superfluas pasó a ser el núcleo central de toda la economía. Desde la década de los 50, primero en Estados Unidos, luego en Europa y Japón, la prestación de servicios ha superado largamente la producción de bienes materiales. Y por supuesto los bienes masivos suntuarios o destinados no sólo al aseguramiento de la subsistencia física (recreación, compras no unitarias sino por cantidades, mercaderías innecesarias pero impuestas por la propaganda, etc., etc.) encabezan por lejos la producción general. ¿Por qué esa fiebre consumista?

Todos sabemos que la pobreza implica carencia, falta; si alguien tiene mucho es porque otro tiene muy poco, o no tiene. En una sociedad más justa, llamada socialismo, "nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión", dijo Eduardo Galeano. No es necesario un doctorado en economía política para llegar a entender esta verdad. Pero contrariamente a lo que podría considerarse como una tendencia solidaria espontánea entre los seres humanos, quien más consume anhela, ante todo, seguir consumiendo. La actitud de las sociedades que han seguido la lógica del hiper consumo no es de detener el mismo, repartir todo lo producido con equidad para favorecer a los desposeídos, detener el saqueo impiadoso de los recursos naturales. No, por el contrario el consumismo trae más consumismo. Un perro de un hogar término medio del Norte come un promedio anual de carne roja mayor que un habitante del Tercer Mundo.

Mientras mucha gente muere de hambre y no tiene acceso a servicios básicos en el Sur (agua potable, alfabetización mínima, vacunación primaria), sin la menor preocupación y casi con frivolidad se gastan cantidades increíbles en, por ejemplo, cosméticos (8.000 millones de dólares anuales en Estados Unidos), o helados (11.000 millones anuales en Europa), o comida para mascotas (20.000 millones anuales en todo el Primer Mundo). ¿Somos entonces los seres humanos unos estúpidos y superficiales individualistas, derrochadores irresponsables, vacíos compradores compulsivos? Responder afirmativamente sería parcial, incompleto. Sin ningún lugar a dudas todos podemos entrar en esta loca fiebre consumista; la cuestión es ver por qué se instiga la misma, o más aún: es hacer algo para que no continúe instigándosela.

Lo cual lleva entonces a reformular el orden económico-social global vigente. ¡Esta locura no puede seguir así!

Si bien es cierto que en las prósperas sociedades de consumo del Norte surgen voces llamando a una ponderada responsabilidad social (consumos racionales, energías alternativas, reciclaje de los desperdicios, ayuda al subdesarrollado Sur), no hay que olvidar que esas tendencias son marginales, o al menos no tienen la capacidad de incidir realmente sobre el todo.

Recordemos, por ejemplo, el movimiento hippie de los años 60 del pasado siglo: aunque representaba un honesto movimiento anti-consumo y un cuestionamiento a los desequilibrios e injusticias sociales, el sistema finalmente terminó devorándolo. Dicho sea de paso: las drogas o el rock and roll, sus insignias de las décadas de los 60 y 70, acabaron siendo otras tantas mercaderías de consumo masivo, generadoras de pingües ganancias (no para los hippies precisamente, por cierto).

Una vez fomentado el consumismo, todo indica que es muy fácil -muy tentador sin dudas- quedar seducido por sus redes. Por ejemplo: los polímeros (las distintas formas de plástico) constituyen un invento reciente en la historia; en el Sur recién se van conociendo a mediados del siglo XX, luego que ya eran de consumo obligado en el Norte, pero hoy ya ningún habitante de sus empobrecidos países podría vivir sin ellos, y de hecho, en proporción, se consumen más ahí que en el mundo desarrollado donde comienza a haber una búsqueda del material reciclado. Por diversos motivos (¿para estar a la moda que le impusieron?), es más probable que un pobre del Tercer Mundo compre una canasta de plástico que de mimbre. El consumismo, una vez puesto en marcha, impone una lógica propia de la que es muy difícil tomar distancia. Es "adictivo", podría decirse.

Del mismo modo, y siempre en esa dinámica, veamos lo que sucede con el automóvil. Actualmente es archisabido que los motores de combustión interna -es decir: los que le rinden tributo a la monumental industria del petróleo en definitiva- son los principales agentes causantes del efecto invernadero negativo; y sabido es también que producen un muerto cada dos minutos a escala planetaria por accidentes de tránsito, inconvenientes todos que podrían verse resueltos, o minimizados al menos, con el uso masivo de medios de transporte público, más seguros en términos de seguridad individual y ecológica (un solo motor puede transportar cien personas, por ejemplo, pero hasta no acabar la última gota de petróleo no habrá vehículos impulsados por energías limpias: agua o sol por ejemplo).

Un motor quemando combustibles fósiles por persona no es sostenible a largo plazo en términos medioambientales, pero curiosamente para los primeros veinticinco años del siglo en curso las grandes corporaciones de fabricantes de automóviles estiman vender mil millones de unidades en los países del Sur, y los habitantes de estas regiones del globo, sabiendo de las lacras arriba mencionadas y conocedores de los disparates irracionales que significa moverse en ciudades atestadas de vehículos, no obstante todo aquello están gozosos con el boom de estas máquinas fascinantes.

En esa lógica entonces, quien puede, aún endeudándose por años, hace lo imposible por llegar al "cero kilómetro". Todo lo cual nos lleva a dos conclusiones: por un lado pareciera que todos los seres humanos somos demasiado manipulables, demasiado fáciles de convencer (los publicistas lo saben a la perfección). No otra cosa nos dice la semiótica, o la psicología social de cuño estadounidense centrada en el manejo mercadológico de las masas. De no ser así George Bush hijo, un alcohólico recuperado bastante poco ducho en las lides políticas, no podría haber sido presidente de su país en dos ocasiones (gracias a un video sensacionalista en su segunda campaña presidencial, por ejemplo, que explotó los miedos irracionales del electorado); o el cabo del ejército alemán Adolf Hitler no podría haber hecho creer al "educado" pueblo alemán ser una raza superior y llevarlo a un holocausto de proporciones dantescas.

Pero por otro, como segunda conclusión -y esto es sin dudas el nudo gordiano del asunto- las relaciones económico-sociales que se han desarrollado con el capitalismo no ofrecen salida a esta encerrona de la dinámica humana. El gran capital no puede dejar de crecer, pero no pensando en el bien común: crece, al igual que un tumor maligno, en forma loca, desordenada, sin sentido. ¿Para qué la gran empresa tiene que continuar expandiéndose? Porque su lógica interna lo fuerza a ello; no puede detenerse, aunque eso no sirva para nada en términos sociales. ¿Por qué los millonarios dueños de sus acciones tienen que seguir siendo más millonarios? Porque la dinámica económica del capital lo fuerza, pero no porque ese crecimiento sirva a la población. Y ese crecimiento, justamente -como tejido canceroso- se hace a expensas del organismo completo, del todo social en este caso, haciendo consumir, consumir lo innecesario, depredando recursos naturales, y volviéndonos cada vez más tontos, manipulando nuestras emociones a través de las técnicas de mercadeo para que sigamos comprando. "Pobrecitos. Aúllan de tristeza, porque no tienen cerca un ‘moll’ donde ir a comprar"

Dictando modas, fijando patrones de consumo, obligando a cambiar innecesariamente los productos con ciclos cada vez más cortos (obsolescencia programada), haciendo sentir un "salvaje primitivo" a quien no sigue esos niveles de compra continua, con refinadas -y patéticas- técnicas de comercialización (propaganda engañosa, manipulación mediática que no da respiro, crédito obligado), el gran capital, dominador cada vez más omnímodo de la escena económica-político-cultural planetaria, impone el consumo con más ferocidad que las fuerzas armadas que lo defienden lanzan bombas sobre territorios díscolos que se resisten a seguir ese guión.

Por cierto que, dadas ciertas circunstancias, el "consumismo" irrefrenable podría ser considerado como una conducta patológica. De hecho en la Clasificación Internacional de las Enfermedades -CIE- de la Organización Mundial de la Salud, así como en el Manual de Transtornos Mentales de la Asociación de Psiquiatras de Estados Unidos -DSM, versión IV- aparece como una posible forma de las compulsiones. Y desde esa matriz médico-psiquiatrizante pudo llegar a describirse la "compra compulsiva" como una categoría diagnóstica determinada. " Preocupación frecuente por las compras o el impulso de comprar, que se experimenta como irresistible, intrusivo y/o sin sentido. Compras más frecuentes de lo que uno se puede permitir y de objetos que no se necesitan, o sesiones de compras durante más tiempo del que se pretendía" .

Sin negar que ello exista como variable psicopatológica ("Se calcula que la compra compulsiva afecta entre 1.1% y el 5.9% de la población general y es más común entre las mujeres que entre los hombres"), el consumismo voraz que nos impone el sistema es más que una conducta compulsivo-adictiva individual. En todo caso, nos habla de una "enfermedad" intrínseca al sistema mismo. Si las jovencitas del ejemplo con que se abría el presente texto son tan "estúpidas", frívolas y superficiales, no son sino el síntoma de un transtorno que se mueve a sus espaldas. Transtorno que, por cierto, no se arregla con ningún producto farmacéutico, con un nuevo medicamento milagroso, con otra mercadería más para consumir, por más bien presentada y publicitada que esté. Se arregla, en todo caso, cambiando el curso de la historia.

El Gasoducto Andino Sur reforzará la expansión minera del Perú


Por Marc Gavaldà*

Perú vive un escenario social complejo encendido por la represión contra la oposición de la población local contra los proyectos mineros. Ante una postura cada vez más firme y desenmascarada de un gobierno servil a los intereses de la minería, será preciso analizar con lupa también los proyectos energéticos que enquistarán al país en el monocultivo extractivista. El Gasoducto Andino Sur, vendido como la oportunidad para consumir el gas de Camisea a nivel interno es uno de ellos.

Hasta la fecha, del complejo de Camisea, en el corazón de la selva urubambina, salen dos gasoductos, uno de líquidos de gas y otro de gas natural, que transportan las reservas del lote 88 hasta los mercados nacionales e internacionales. A parte, otro gasoducto está en fase avanzada de diseño, el Log Sur –antes llamado Log Selva– para hacer lo mismo de las reservas del lote 56 y 57.

En 2011, se difunde la puesta en marcha de un nuevo gasoducto, esta vez para que Petrobras venda el gas del lote 58, así como de los lotes vecinos 57 y 88. El objetivo, dijeron, “es sacar el gas para, esta vez sí, motivar el consumo interno de energía barata que genere desarrollo para el sur del país”. Examinemos hasta qué punto.

Petrobras construye un nuevo gasoducto

El proyecto Gasoducto Andino Sur, con una longitud de 1.071.5 kilómetros, incluye tres ductos, uno de gas natural, otro de líquidos de gas y un tercero de etano. Además, una planta de separación en la selva y una planta de fraccionamiento en Ilo. En esta última, que ya han anunciado que será la más grande del país, los líquidos de gas serán transformados en propano, nafta y otros derivados.

La compañía constructora del proyecto es la Kuntur Transportadora de Gas, empresa de propiedad de la norteamericana Conduit, y en la cual las brasileñas Petrobras (que ha encontrado gas en el Lote 58) y Odebrecht evalúan adquirir el 51% de las acciones. La inversión aproximada requerida era de US$ 1.200 millones, pero a medida que se agilizaban los trámites de otorgación de la licencia ambiental, la empresa llegó a más que duplicar la promesa de inversión hasta alcanzar los 3.000 millones de dólares.

Insumos para la minería

Cuando el gasoducto esté en funcionamiento, Kuntur promete suministrar con el gas de Camisea los departamentos de Cusco, Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna. Lo que no está claro todavía, es si el gas llegará para consumo doméstico, o se destinará principalmente a alimentar a los grandes centros mineros del sur del Perú, los cuales han generado contundentes manifestaciones de rechazo últimamente. Valga recordar el levantamiento aymara en las ciudades de Puno y Juliaca con la despedida represiva que ofició el gobierno de Alan García, semanas antes de dejar el cargo.

De esta manera, cruzando los intereses de las transnacionales mineras para tener energía barata, con los de las corporaciones gasíferas de tener mercados cercanos y solventes, queda en cuestión si la población de las provincias del sur peruano, será la pretendida beneficiada por el Gasoducto Andino Sur, o más bien la perjudicada. Lo que es evidente, es que el poder extractivo de las mineras aumentará con el suministro y que esto generará más conflictos con las comunidades que se oponen a hipotecar el futuro de sus tierras y sus recursos hídricos a una actividad tan contaminante.

No hay que perder de vista, además de las minas, los emprendimientos industriales que esperan la llegada del gas al sur del Perú. Según fuentes del Ministerio de Energía y Minas (2009) en la población de Marcona, existe un proyecto de construir una petroquímica para producir amoníaco y un millón de toneladas anuales de urea. Esta producción sería alimentada con 99 millones de pies cúbicos de gas diarios.

En la misma población, otra empresa, la Orica Mining, consumiría 10 millones de pies cúbicos al día para fabricar nitrato de amonio. En Pisco, existe otro proyecto del consorcio chileno Brescia en sociedad con el Grupo Sigdo Koppers para construir una petroquímica con el horizonte de producir 700 mil toneladas de amoníaco y 350 mil toneladas de nitrato de amonio.

Movilizaciones por el gas

Como sabemos, la población del amplio Sur Peruano, ha visibilizado mediante movilizaciones su rechazo al saqueo de recursos. En junio de 2010, la lucha de la provincia de La Convención contra la exportación del gas, se alió con sus vecinos del departamento de Puno que luchaban contra la Central Hidroeléctrica de Inambari. Los días 17 y 18 de junio se paralizaron ambas provincias, cuyo pliego petitorio de la movilización anhelaba detener la exportación del gas de Camisea, la ejecución de megaproyectos como las hidroeléctricas de Inambari y Salcca Pucara y el cese a concesiones mineras en lugares donde la población estaba en contra.

Un amplio reclamo ha sido, como también lo fue en la Guerra del Gas de Bolivia en 2003, la industrialización en el país para evitar exportar una materia prima barata y que el beneficio del gas se genere en otros países.

En el país vecino, los anhelos por la industrialización -frente a la exportación– del gas encendió uno de los levantamientos más masivos y desgraciadamente sangrientos de su historia. En 2003 y 2005, las movilizaciones por el gas generaron cambios de gobiernos y de una política energética bajo control de las transnacionales exportadoras. Aunque el proceso nacionalizador iniciado por Evo Morales se quedó por el camino, se manifestó la esperanza del pueblo boliviano en el control y posterior industrialización del gas.

Sin embargo vemos, en base a los proyectos industriales que se esperan implementar en torno al gas de Camisea, que estos básicamente se dedicarán a fabricar urea, amoníaco y nitrato de amonio.

La úrea es un fertilizante químico cuya aplicación masiva en el agro puede aumentar la producción, pero también desestructurar irreversiblemente los suelos agrícolas, contaminar acuíferos, además de potenciar la concentración de tierras y el endeudamiento de los agricultores por los elevados costes que esto implica. Sin duda, los grandes consorcios agro-industriales exportadores podrían estar interesados en este producto en un país donde la tierra es relativamente barata. Por lo que respecta al amoníaco y nitrato de amonio, es más que probable que serán empleados como explosivos para la minería, lo cual, teniendo insumos cercanos y a buen precio, facilitará la ampliación de proyectos mineros en la ya muy castigada cordillera andina.

Hay razones para rechazar el Gasoducto

Llegados a este punto, es conveniente ampliar y profundizar el debate sobre la “exportación versus industrialización” para introducir un examen más crítico sobre los usos que se quiere hacer del gas, porque estos no tienen porqué necesariamente beneficiar a la población peruana. No habría que olvidar los intereses de la industria global contaminante por implantarse en estados con bajos niveles de control ambiental, práctica conocida como dumping ambiental.

En los países del Norte, cada vez cuesta más implantar proyectos petroquímicos por el amplio rechazo que esta actividad genera en la población, además de una normativa más estricta. Además de proveer insumos baratos a las mineras, la ubicación de petroquímicas en países como Perú, abarataría la producción por ser más permisivas en cuanto a contaminación y protección de los trabajadores y vecinos se refiere.

Será preciso regresar a la región del Urubamba, una cuenca con millones de hectáreas de bosques tropicales amenazados por la consecución de lotes gasíferos, con miles de familias de diferentes etnias que viven arraigadas a los recursos del río, con pueblos en aislamiento acorralados entre gasoductos, para enfriar la euforia despertada por el boom gasífero. Será entonces necesario recordar, una vez más, que el deterioro de los recursos naturales, las fuentes de agua, de alimento y salud no tiene precio de mercado.

Entonces, en un momento en que en Perú que cada vez más población rechaza a la minería, articular también la crítica hacia los proyectos energéticos que promueven las corporaciones para enquistar el país en tan nocivo modelo extractivista.

* Marc Gavaldà es activista de Alerta Amazónica.

África: Detrás de todo acaparamiento de tierra hay acaparamiento d' agua


La lucha mundial por el agua, considerada una mercancía más preciosa que el oro o el petróleo, es el trasfondo de la fiebre por acaparar tierras a gran escala en África. Así lo revela el reciente informe de GRAIN Exprimir África hasta la última gota: Detrás de cada acaparamiento de tierra hay un acaparamiento de agua“.

Los sistemas indígenas de manejo de aguas, altamente sofisticados, y que podrían ayudar a resolver la escasez de agua, están siendo destruidos por el acaparamiento de tierra a gran escala. Esto tendrá desastrosas consecuencias para las comunidades locales que dependen de tales sistemas, advierte GRAIN.

Con el pretexto de qué en África el agua es abundante, que está subutilizada y debe ser aprovechada por la agricultura para la exportación el acaparamiento de tierras y agua viene atacando los sistemas de agua dulce del continente.

Los alimentos no pueden ser producidos sin agua y en África, una de cada tres personas sufre escasez de agua y el cambio climático agravará esta situación.

El río Alwero en la región de Gambela, en Etiopía, proporciona tanto un sustento como una identidad a los pueblos indígenas Anuak, quienes han pescado en sus aguas y cultivado sus riberas y las tierras colindantes durante siglos.

Algunos Anuak son pastores, pero la mayoría son agricultores que se trasladan hacia las áreas más secas en la temporada de lluvias antes de retornar a las riberas del río. Este ciclo agrícola estacional ayuda a nutrir y mantener la fertilidad de los suelos.

También ayuda a estructurar la cultura en torno a la repetición de las prácticas de cultivo tradicionales, relacionadas con las lluvias y las crecidas de los ríos, en la medida que cada comunidad se preocupa de su propio territorio y del agua y tierras agrícolas a su interior.

Una nueva plantación en Gambela, de propiedad del multimillonario árabe, Mohamed al-Amoudi, es regada con agua que se extrae del rio Alwero. Miles de personas dependen, para su sobrevivencia, del agua del río Alwero y los planes de riego industrial de Al-Moudi podrían acabar con el acceso que tienen a ella.

En abril de 2012, la tensión provocada por el proyecto explotó cuando un grupo armado emboscó las instalaciones de la compañía de Al-Moudi, Saudi Star Development Company, dejando cinco personas muertas.

La tensión en el sur oeste de Etiopía ilustra la importancia central que tiene el acceso al agua en la fiebre global que existe por la tierra. Oculta detrás de la disputa actual por la tierra, existe una lucha a nivel mundial por el control sobre el agua.

Aquellos que han estado comprando extensas superficies de tierras agrícolas en los años recientes, ya sea que residan en Adís Abeba, Dubai o Londres, entienden que el acceso al agua que ellos obtienen, muchas veces gratis y sin restricciones, puede tener a largo plazo un mayor valor que las tierras mismas.

En años recientes, compañías de Arabia Saudita han estado adquiriendo millones de hectáreas de tierra en el extranjero para producir alimentos para enviar de vuelta a su país. A Arabia Saudita no le falta tierra para producir alimentos. Lo que le hace falta al Reino es agua y sus compañías la buscan en países como Etiopía.

Empresas de India como Karuturi Global, con su sede en Bangalore, están haciendo lo mismo. Los acuíferos a lo largo del sub-continente indio han sido vaciados durante décadas de riego no sostenible. Se asegura entonces que la única forma de alimentar a la creciente población de India es mediante el abastecimiento proveniente de la producción de alimentos en el extranjero, donde el agua tiene mayor disponibilidad.

“Lo valioso no es la tierra”, dice Neil Crowder de Chayton Capital, con sede en Reino Unido y que ha estado adquiriendo tierras agrícolas en Zambia. “El real valor está en el agua”.

Y las compañías como Chayton Capital piensan que África es el mejor lugar para encontrar esa agua.

El mensaje que se repite en las conferencias de inversionistas en tierras agrícolas alrededor del mundo, es que en África el agua es abundante. Se dice que los recursos de agua de África están considerablemente subutilizados y listos para ser explotados por proyectos de cultivos para la exportación.

La realidad es que un tercio de los africanos ya vive en ambientes con escasez de agua y es probable que el cambio climático aumente estos números significativamente. Los acuerdos de cesión de tierra masivos pueden robarle el acceso al agua a millones de personas y se corre el riesgo de agotar los recursos de agua más valiosos del continente.

Todos los tratos por tierras en África involucran operaciones de agricultura industrializada a gran escala, que consumirán cantidades masivas de agua. Casi todos ellos están ubicados en las cuencas de los ríos más grandes, con acceso al riego.

Ocupan tierras fértiles y frágiles en los humedales o se ubican en áreas más áridas donde pueden extraer agua de los grandes ríos. En algunos casos las fincas tienen acceso a aguas subterráneas a través del bombeo. Estos recursos de agua son vitales para los agricultores, pastores y otras comunidades rurales locales. Muchos ya no tienen un acceso adecuado al agua para su sustento.

Si hay algo que aprender del pasado es que estos mega sistemas de riego no sólo pueden poner en riesgo el sustento de millones de personas de comunidades rurales, sino que son una amenaza para las fuentes de agua dulce de toda una región.

Acceda al informe completo con un clic en el siguiente enlace:

¡Ojo! Acompañante de viaje a Rusia de Alexis Humala ganó en tiempo récord licitaciones del Estado




El programa Cuarto Poder denunció que Fabrizzio Pimentel, empresario que acompañó a Alexis Humala en su viaje a Rusia para reunirse con funcionarios de dicho país, se ha beneficiado sustancialmente de algunas licitaciones del Estado. De acuerdo al reportaje emitido, el huanuqueño de 35 años, de ser un pequeño constructor pasó a facturarle al Estado millones de soles.

En el 2009 su empresa consultora y constructora San Martín ganó licitaciones del Estado por un monto de 49 mil soles. Sin embargo, en lo que va del año le ha facturado al gobierno siete millones de soles.

Es decir su actividad ha crecido en  un 14 mil por ciento, gracias a haber ganado en consorcio con otras empresas tres licitaciones públicas en tres departamentos diferentes, para mejorar sistemas de agua potable y alcantarillado.  Todo en menos de 10 días: el 4, 6 y el 12 de enero del 2012.

LAS LICITACIONES GANADAS

Los procesos que ha ganado consultora y constructora San Martín son en el distrito de Aparicio Pomares, en el departamento de Huánuco,  en consorcio con las empresas Ceba y Practiobras, ganó una licitación de 6 millones 872 mil 653 soles.

“De la misma manera, Fabrizzio Pimentel se adjudicó otra obra  en el poblado de Río Tambo en Junín, por un monto de 3 millones 937 mil 69 soles, y por último en el distrito del Porvenir en San Martin en consorcio solo con la empresa Ceba ha ganado también otra obra  por 3 millones 298 mil 722 millones de soles”, consignaron en la nota.

Frente de defensa en Puno anunció paro a favor de Cajamarca



El dirigente aimara Walter Aduviri confirmó que el Frente de Defensa de los Recursos Naturales de la Zona Sur de Puno realizará un paro preventivo de 24 horas el próximo 20 de julio.

Aduviri aclaró que él ya no dirige la manifestación pero sí participará de la convocatoria del presidente de dicho grupo Hermes Cauna Morales.

“Ellos han convocado a una paralización para el 20 de julio. En el fondo está la solidaridad con Cajamarca, pidiendo la renuncia del gabinete de Óscar Valdés porque son los responsables y con una agenda propia de esta jurisdicción como la culminación de la carretera de Ilave”, indicó Aduviri.

Argentina: ...lo que la prensa basura calla






Berlín: lo que la prensa basura calla

Londres: lo que la prensa basura calla

España: lo que la prensa basura calla

Monumento al tragón...

Y ahora Puno...


Monseñor Cabrejos y padre Garatea regresarán a Cajamarca el próximo miércoles



Monseñor Miguel Cabrejos y el sacerdote Gastón Garatea regresarán a Cajamarca el próximo miércoles para continuar su labor de facilitar el diálogo entre el gobierno y los dirigentes regionales que se oponen al proyecto minero Conga.

Ellos visitarán las lagunas y los reservorios de agua que son construidos por la empresa Yanacocha, y que han generado las recientes protestas violentas en la región.

Además, al día siguiente se reunirán con los dirigentes de las comunidades interesadas en participar en la mesa de diálogo.