Marc Gavaldà*(1)
25 de enero, 2012.- La prensa peruana y el debate público tienden a enfocar la problemática de Camisea en términos meramente económicos. Se discute sobre el destino de los millones de metros cúbicos de gas que diariamente salen de la planta de Malvinas y se inyectan a los gasoductos que van, vía Lima, Pisco y Melchorita al mercado interno y a la exportación. A medida que se anuncian y se construyen nuevos gasoductos -como el LOG SUR o el Gasoducto Andino Sur- el único problema, aparentemente, es determinar qué regiones (o países) recibirán el gas, a qué precio y cuántas regalías pagarán las empresas que se lucrarán de ellas. Pero tras las cifras, entre volúmenes y porcentajes, existe un territorio extenso que es la cuenca del Bajo Urubamba. Los pueblos nativos que la habitan, así como la complejidad de ecosistemas y áreas protegidas de relevancia mundial son repetidamente ninguneadas.
Este artículo tiene por objetivo proporcionar y visibilizar la magnitud de los impactos – presentes y futuros - generados por la puesta en producción de los lotes que gravitan en torno al proyecto Camisea. Sucede en Perú que Camisea es percebido por la población como un punto concreto en un lugar distante – y desconocido – de la selva. Pocas personas, ni siquiera la población afectada, entienden la magnitud territorial de los millones de hectáreas afectadas por la “gasificación” del río Urubamba. En efecto, la interconexión de los lotes 56 (Pluspetrol), 57 (Repsol) y 58 (Petrobras) con el lote 88, con su planta de fracionamiento de Malvinas, así como el posterior transporte de gigantes volúmenes de gas a diferentes puntos del país y del mundo, significará un cambio irreparable para los ecosistemas y el modo de vida de los pueblos del Urubamba.
Los efectos de esta industrialización ya se sienten y han modificado las condiciones de vida de las comunidades. Pero los lotes se encuentran todavía en una fase germinal de desarrollo. Las compañias que los operan, llevan un lustro explorando sus entrañas y en los últimos meses ya han arrojado satisfactorios resultados. Habiendo descubierto reservas probadas de gas, hemos entrado en la cuenta atrás para la apertura desenfrenada de decenas de pozos en cada lote, el tendido de kilómetros de ductos, la ampliación de depósitos de almacén y la construcción de nuevos y gigantes gasoductos para exportar las riquezas descubiertas. Y con esta industrialización, el destino de las comunidades quedó, sin saberlo, atrapado para siempre dentro del complejo industrial.
En el Lote 88 se iniciaron operaciones con la entrada de Total y Shell en la década de 1980 y se contiunaron en 2003 con el Consorcio formado por Pluspetrol (Argentina), Hunt Oil (EUA), SK Energy (Corea), Repsol YPF (España, EEUU), Tecpetrol (Argentina , Perú)y Sonatrach (Argelia). Existen varios pozos en operación como los de la plataforma San Martín y Cashiari contectados a través de ductos y línea eléctrica. La planta Malvinas es un complejo petroquímico donde se separa el gas, licuados de gas y las aguas de formación. Tiene un aeropueto con vuelos diarios a Lima y un puerto fluvial con una intensa actividad de lanchas con destino y regreso de Sepahua y Atalaya, donde se está construyendo un puerto y zona de descarga.
Testimonios del pueblo en contacto inicial Nahua, revelaron que Pluspetrol avanza por zonas vírgenes en el interior de la Reserva Nahua Kugakapori Nantis y Otros. Además existen planes de ampliar la extensión y capacidad de la planta de Malvinas para albergar nuevos tanques de fraccionamiento y almacén de gas. Se proyecta construir nuevos ductos de Camisea a la costa, donde las plantas de Pisco y Melchorita exportan del orden de
Poco tiempo después de la puesta en marcha de Camisea, se iniciaron las actividades en los lotes vecinos. A continuación resumimos parte de la información sesgada y dispersa de la que se ha tenido acceso a través de los Estudios de Impacto Ambiental disponibles en la red. Es preciso destacar que las comunidades matsiguengas, kakintes, ashaninkas, nahuas, nantis y campesinas, no conocen y entienden el lenguaje técnico de los mismos .
Lote 56 (Pluspetrol)(2)
En 2003, el Gobierno peruano inició un proceso licitatorio para entregar el lote 56, así como también una serie de modificaciones legales para cambiar el destino de la producción del gas producido en este lote. Como se verá más adelante, una serie de leves retoques en el contrato, facilitan que la empresa concesionaria pueda exportar el gas en lugar de destinarlo al consumo interno. Este hecho ha generado indignación y ha sido el motor de las movilizaciones por el gas en 2010. La empresa adjudicataria del lote, fue – ¡oh, sorpresa!- la misma que la que operaba en Camisea.