Esta semana que concluye el presidente Ollanta Humala sostuvo una conferencia virtual con los otros presidentes de la llamada “Alianza del Pacífico”, que agrupa a México, Colombia, Perú y Chile, con la posible incorporación de Costa Rica y Panamá, que a la fecha tienen condición de observadores.
Los objetivos declarados —y obvios— son fundamentalmente promover, facilitar e intensificar el comercio e inversiones entre los países miembros, la apertura de mercados, etc., como corresponde en este tipo de proyectos de integración.
En principio, parecería una medida correcta, pero al observar con detenimiento se llega a la conclusión de que este proyecto de integración es innecesario y contraproducente.
Es innecesario porque las ventajas que se proclaman vendrán con la Alianza del Pacífico ya existen: tenemos TLC con México y con los observadores Costa Rica y Panamá; compartimos con Colombia pertenencia a la CAN; y con Chile tenemos el ACE 38. O sea que ya tenemos suficientes vínculos de integración con todos estos países.
Es contraproducente porque afecta nuestra relación política y estratégica con el Brasil y porque debilita a la Comunidad Andina de Naciones (CAN), de la que somos parte.
Entonces, ¿por qué se hace la Alianza del Pacífico?
Panorama
Este proyecto de integración que se desea iniciar puede entenderse mejor dando una mirada al panorama de integración de América del Sur. Tenemos dos bloques principales, cada uno de los cuales con unión aduanera y mercado común: la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que agrupa a Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia; y el Mercado Común del Sur (Mercosur), que agrupa a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay.
La presencia de Brasil, por su población y potencia económica, da un tamaño importante al Mercosur: 270 millones de habitantes y PIB de $ 2 883 890, frente a la CAN con 100 millones de habitantes y PIB de $940 646. Más del doble.
En los últimos 10 años los países del Mercosur, costa del Atlántico de América del Sur, han experimentado una evolución política que los ha llevado a elegir gobiernos independientes de los EE. UU., tanto desde el punto de vista económico —no tienen problemas de deuda externa con el país del norte— como del punto de vista político. Además, la economía de Brasil acaba de ubicarse como la sexta del mundo, desplazando al Reino Unido.
Todo esto hace que el Mercosur sea una potente agrupación de países, dos de los cuales —Brasil y Argentina— tienen cierto desarrollo industrial. En cuanto a independencia energética, la tienen: Venezuela es miembro asociado de Mercosur y colabora bien; además, Brasil acaba de descubrir grandes yacimientos de petróleo en el lecho del mar.
Pese a su tamaño e indicadores económicos, México, por ser socio menor en Nafta y con poco desarrollo industrial, tiene menos significado que Brasil, que no es subordinado económicamente a nadie. Si se tomara en serio la Alianza del Pacífico, se vería que México no es contrapeso de Brasil.
Aspecto geopolítico
Estando en situación económica difícil, los EE. UU. ven cómo todo el continente de América del Sur se aleja de su control. Y más le preocupa el Mercosur, por la fuerza que tiene con Brasil como integrante. Frente a esto, y al no poder actuar directamente, los EE. UU. se vale de Chile (que no es miembro pleno ni de la CAN ni del Mercosur) y ha decidido crear artificialmente un bloque que sea contrapeso del Mercosur. Chile actúa como delegado de los EE. UU. y maniobra con México y Colombia para obtener ventajas1. No se cuenta en esto al Perú, que sencillamente secunda a Chile (en lenguaje de Geopolítica, Chile es protagonista —player en inglés—; el Perú, no).
Para entender los motivos de los países y la dirección de sus conductas, citamos lo que el economista Óscar Ugarteche publicó el 26-04-2011 en el artículo “El Bloque del Pacífico desde la integración estratégica”, en el cual afirmaba sobre la Alianza del Pacífico:
“Los tres gobiernos sudamericanos del grupo (Chile, Colombia y Perú) tienen en común no haber firmado el acta de constitución del Banco del Sur, no tener acuerdos comerciales con el MERCOSUR vigentes —son observadores—, tener TLCs firmados con Estados Unidos que aseguran arancel de 0% —lo que impide el acuerdo con el MERCOSUR cuyo piso es 5%— y carecer de un sector industrial nacional significativo”.
Vemos, entonces, que estos tres países —Colombia, Perú y Chile— tienen un comportamiento común digitado según los intereses de los EE. UU., que desde hace unos 10 años trata de neutralizar la influencia de los países de la costa del Atlántico. Esto explica que se impulse la Alianza del Pacífico incluyendo al lejano México y excluyendo al cercano Ecuador. ¿Por qué no se invita a Ecuador a la Alianza del Pacífico, si es país ribereño? No se le invita porque tiene un gobierno independiente al que los EE. UU. desean aislar. El propósito político de la Alianza del Sur es oponerse justamente a los países independientes.
Para impresionar, ahora se presentan cifras del comercio entre los países de la Alianza del Pacífico como si fuesen resultado de la reciente iniciativa, cuando todos sabemos que eso viene de antes, por los TLC y por la CAN. Es, entonces, una cosa aparente, y que puede debilitar a la CAN.
En todos los proyectos de integración como la Unión Europea, la Comunidad Andina de Naciones, Nafta, el Espacio Económico Común Bielorrusia-Rusia-Kazajstán, el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), etc., hay contigüidad territorial de los países integrantes; ¿qué hace acá México y no los países de América Central y Ecuador, que tienen litoral en el Pacífico? Además, la CAN y el Mercosur tienen desarrollo paralelo en áreas geográficas diferentes, no compiten. Incluso hay convergencia: países miembros de la CAN son asociados de Mercosur, y viceversa. ¿Para qué se crea un nuevo grupo de integración en el área de la CAN?
Chile
La posición de Chile se entiende mejor considerando que no se compromete a ser miembro ni de la CAN ni del Mercosur; es solo “asociado”. Consecuentemente, este nuevo proyecto chileno --que sería imposible sin la complicidad peruana-- sí le permitiría lo que quiere: ser protagonista (player) con peso político. Analicemos: del norte tenemos México, que, por decirlo de alguna manera, “presta” a la Alianza su tamaño (población y economía); mientras que de los tres países del sur, Colombia y Chile son los de más peso político y diplomático, mientras que el Perú es —políticamente hablando— simplemente comparsa, relleno2; Chile toma las decisiones.
A través de periodistas y políticos que tiene a sueldo en el Perú, Chile, siendo un país subdesarrollado y violador del derecho internacional, ha intentado cultivar la imagen de país con experiencia en comercio internacional, que está en condiciones de “enseñar” cómo se comercia con el Asia. La verdad es que para comerciar con Asia o con otros países el Perú no necesita nada de Chile, ni hay tampoco nada de un “frente común” Perú-Chile. El Perú no necesita la tutela ni la cooperación de Chile. Se trata simplemente de artimañas chilenas para seguir parasitando al Perú aprovechando de la posición geográfica del Perú, y evitar un aislamiento o bloqueo económico por parte de los vecinos que lo rodean3. Chile nos ve como salvajes y tontonazos con potencial, que necesitamos de la ciencia y la experiencia de los “maestros” y “líderes” chilenos.
Además de prestarse la juego de los EE. UU., Chile busca legitimar y profundizar su hegemonía en el Perú, empezando por: a) dominio de la aviación civil con su aerolínea LAN (que va a venir maquillada asociándose con una empresa del Brasil); b) dominio del comercio marítimo en la costa peruana con su marina mercante; c) propiedad de tierras agrícolas peruanas, la cual en las circunstancias actuales va a incrementarse, no va a disminuir; d) aislar al Perú de Brasil, para debilitar intercambio económico4 y neutralizar acercamiento político diplomático del Perú y Brasil; e) anticiparse a política coordinada de la CAN sobre desarrollo de industria manufacturera, que dejará a Chile fuera de juego, porque no es país industrializado ni tiene base industrial5.
Vale señalar la conducta ambigua del Perú frente a Brasil: por un lado proclama la necesidad de un acercamiento con nuestro poderoso vecino, que incluso comprende el sector Defensa; pero por otro lado, desde la Alianza del Pacífico, trabaja para debilitar la influencia de Brasil, y no quiere participar en el Banco del Sur, promovido por Brasil, etc. Muy mal, porque para el Perú es muy importante ampliar el comercio y la integración de transportes (carreteras y ferrocarriles) con el Brasil. La colaboración con Brasil nos va a fortalecer6 y además en caso de una invasión de Chile tendríamos un buen amigo al lado. Pero justamente Ollanta Humala colabora con Chile. Nos mete en la boca del lobo.
Responsabilidades
Entre políticos, diplomáticos y militares peruanos desde hace décadas está de moda hablar de Geopolítica y seguir cursos y estudios de Geopolitica, pero todo eso sin ningún provecho. A la hora de la verdad, cuando llegan al gobierno o trabajan en diversos estamentos del estado, los principios de la Geopolítica son lo que menos aplican. En Geopolítica es elemental que los gobernantes tomen conciencia de la realidad geográfica de su país y, para empezar, de la posición geográfica de su país. Nada de eso sucede.
Habiendo un estado de permanente tensión con Chile, una cosa elemental es evitar —por razones de nuestra seguridad nacional7— que ese país tenga influencia en la economía del Perú; y más aún, hacer uso de la posición privilegiada que tenemos de ser país central en América del Sur para desarrollarnos con ventaja, sacando provecho de nuestra posición geográfica. Pero se hace lo contrario: se renuncia a dicha ventaja y se la regala a Chile, que ahora tiene control de los cielos peruanos y del mar peruano, sin mencionar que tiene inversiones por miles de millones de dólares en nuestro país. Lo normal en cualquier parte del mundo sería negar acceso al adversario.
¿Cómo nos quejamos de la amenaza militar de Chile y de sus preparativos para la guerra si al mismo tiempo le damos todas las facilidades para que controle al Perú8?
Como detalle no sorprendente, Ollanta Humala se dirigió en conferencia virtual a los otros presidentes de la Alianza para el Pacífico a los pocos días del ingreso de tropas chilenas a territorio peruano, noticia que se minimizó en Lima y que nunca fue desmentida. Hablar con el presidente Sebastián Piñera después de esa violación de nuestra soberanía territorial es una forma que tuvo Ollanta Humala de decirle “No te preocupes, no ha pasado nada, todo está bien. Miremos al futuro”. ¡Qué seguridad nacional ni Geopolítica!
Los ciudadanos, los partidos políticos y los congresistas deben ocuparse de este espejismo llamado Alianza del Pacífico, que nos distrae de los procesos de integración en los que estamos verdaderamente comprometidos, como la Comunidad Andina de Naciones.
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1 Esta maniobra de Chile de actuar a través de terceros (Colombia y México) es muy similar al recordado “Anillo Energético”, que tramó con Venezuela. Ver PPK pretende entregar el gas de Camisea a Chile y Chile insiste en parasitar energía peruana con el cuento de la “integración”. Recordemos además que con la intervención de México en Aeroperú se consiguió su fraudulenta liquidación para abrir el camino a la entrada corrupta de Lan (ver Pese a ser denunciada por delitos, Aeroméxico sigue usufructuando nuestras rutas y Los delitos de Aeroméxico y la mafia de Transportes).
2 El Perú es importantísimo por su posición geográfica, sus recursos y su potencial. Pero políticamente está supeditado a Chile. En el contexto de la Alianza para el Pacífico, la relación con los EE. UU. es así: México, Colombia y Chile están subordinados a los EE. UU., o son sus sirvientes; pero el Perú por su falta de personalidad política no llega a ser sirviente de los EE. UU., es sirviente de Chile. Reporta al amo (EE. UU.) a través del capataz (Chile).
3 Esto es por la desventajosa posición geográfica que tiene Chile en el Continente. Ver Lumpen periférico: Chile al acecho.
4 La carretera IIRSA Sur, por ejemplo, pierde importancia —y resultaría mala inversión— si el comercio del sur peruano (Arequipa, Cusco, Puno, Tacna y Moquegua) tiene Chile como destino preferente en vez de Brasil. Lo deseable es que los productos de esa región vayan a Brasil y Bolivia-Argentina, no a Chile.
5 Es país más comerciante revendedor que manufacturero. Además, por las malas relaciones con sus vecinos, difícilmente Perú y Bolivia desearían comprar productos industriales chilenos; y menos Argentina, que produce muchísimo más que Chile.
8 Leer Espionaje chileno. Del siervo sufriente al siervo complaciente y Falsos defensores del Perú.