Horacio Machado
Araóz
1.- Luego de varios viajes al Ecuador, es la
primera vez que estoy personalmente en la zona de Intag. Sus montañas, de una
belleza conmovedora y generosidad exuberante, vienen dando que hablar bastante
en las últimas décadas. Yo escuché de ellas allá por 2005, cuando empezaba las
investigaciones para mi tesis doctoral. Me enteré por entonces de uno de los
primeros y más fuertes conflictos provocados por la nueva ola de fiebre mineral
que se desató desde la última década del siglo pasado en América Latina. La
lucha de las comunidades campesinas de Intag contra la Bishi Metals (empresa
minera japonesa ligada al holding de Mitsubishi Corporation) en 1997 y más
tarde contra la Ascendant Copper Co. (canadiense) en 2002, sería no sólo una de
las pioneras, sino también emblemáticas en la defensa de los sistemas de vida
locales, amenazados por las crecientes pretensiones extractivistas. Muchas
otras resistencias contra mega-proyectos mineros en la región, se inspirarían
más tarde en la valentía de esas comunidades al enfrentar y finalmente expulsar
a esas grandes corporaciones, que ya en aquellos años supieron desplegar todo
el arsenal de violencia diversificada que les es característico: donaciones y
persecuciones, sobornos a líderes locales y dirigentes políticos, agresivas
campañas mediáticas prometiendo el “desarrollo” y “nuevos empleos”, y hasta el
amedrentamiento y las balas de fuerzas parapoliciales… Nada de eso pudo
quebrantar entonces la férrea convicción de esas comunidades; para ellas era
claro que ninguna promesa de “desarrollo” y de “oportunidades de
enriquecimiento” era siquiera comparable a las riquezas, bellezas y
bienestar que ellos ya disfrutaban y cultivaban con sus sistemas de vida. Antes
que se transformara en un potente concepto político extendido a lo largo y a lo
ancho de Nuestra América, antes de que la cartografía de los imaginarios
políticos se viera sacudida por la emergencia de un nuevo horizonte
emancipatorio condensado en la voz quecha de Sumaj Kawsay, esas
comunidades de Intag ya sabían de qué se trataba el BUEN VIVIR… Ellos viven,
practican, cultivan y disfrutan del Buen Vivir. Ya desde entonces, ellos saben
que ese Buen Vivir nace y depende de sus montañas; han aprendido, por tanto,
muy bien que el “desarrollo” es la principal amenaza, el arma más poderosa que
apunta, hoy por hoy, contra el Buen Vivir…
2.- Estoy por primera vez en esa políticamente
densa zona de Nuestra América que es Intag. Me encuentro en medio de una
reunión de vecina/os de distintas localidades y pueblitos que se llegaron –no
fácilmente- a la sede de la cooperativa de tamberos de Chalguayacu Alto. Más
que los obstáculos del relieve, debieron esforzarse para pasar los “filtros”
que los cuerpos de la policía nacional han instalado en los caminos para
controlar e impedir, según los casos, el tránsito de la/os vecina/os por sus
propios caminos… Veo rostros de aflicción; las voces suenan trémulas; como
apagadas; unas como ahogadas en el dolor y la desesperanza; otras intentando
contener tanta rabia y tanta indignación… Un vecino cuenta el estado de
desesperación de la esposa de Javier Ramirez Piedra, presidente electo de la
comunidad de Junín, detenido en condiciones irregulares (por decir lo menos)
desde el 10 de abril de 2014 bajo los cargos de “rebelión, sabotaje y
terrorismo”; es que lo que se creía una medida intimidatoria extrema pero de
corta duración, ya va para largo: más de tres meses de detención, sumando
arbitrariedades judiciales, unas tras otras… Otra vecina comparte el estado de
angustia de su hija adolescente: “Nidia”, de trece años, tiene desde hace unas
semanas trastornos de sueño y digestivos; padece de insomnio, y de noche,
despierta sollozando; de día, le acompaña un estado de náuseas y vómitos… No
quiere ir a la escuela; siente temor de tener que atravesar las propias calles
del pueblo donde nació, ahora surcadas y ocupadas por numerosos policías, uniformados,
de civil, y hasta con el torso desnudo. Están ahí, exhibiendo la “presencia del
Estado”, haciendo saber que están ahora controlados y vigilados; lo escuchan y
lo ven todo; que ellos son la fuerza, la razón y la ley. Están, unos acampando
en las escuelas y otros, “alquilando” camas a vecinos a razón de 10 dólares la
noche, a modo de “adelanto” de la prosperidad que traerá la minería… Ya las
primeras voladuras han sido detonadas; no todavía en los cerros, sino en
el tejido social de la comunidad. El dinero ofrecido es más ácido que el
drenaje de mina: dinamita los vínculos y las relaciones; produce fracturas
prácticamente irreversibles. Por qué aceptar la limosna estatal; por qué
oponerse a lo que parece “inevitable”; dejarse vencer y traicionar a la comunidad;
darse cuenta a tiempo y “aprovechar lo que sea posible”: las acusaciones
cruzadas surcan los territorios de solidaridades históricas… Y con esas
primeras grietas se “cuela” el poder de fuego de la voracidad extractivista en
ciernes…
3.- Quién hubiera pensado unos pocos años atrás que
el gobierno nacido y construido bajo el espíritu revolucionario del proceso
constituyente que legara no sólo al Ecuador, ni sólo a Nuestra America, sino a
la humanidad toda, la Constitución de Montecristi (2008), quien hubiera
imaginado que ese gobierno terminara luego persiguiendo, judicializando,
criminalizando y reprimiendo a los defensores de los Derechos de la
Naturaleza. Más todavía, un gobierno que ejerce el poder en nombre de una
supuesta “revolución ciudadana” acusando de terroristas a “simples”
campesina/os, cafetalera/os, agricultora/es, criadores de vacas, de frutas, de
ríos y de bosques, simplemente porque quieren seguir manteniendo y cuidando sus
sistemas de vida, la salud y vitalidad de sus territorios; simplemente porque
no quieren saber nada con una minería que no tiene nada que ver con ellos, con
sus modos de producir y habitar sus montañas: porque la tecnología es extraña,
como extraños son los motivos y los fines de la explotación; porque el
cobre es deseado por otros y para otros; porque los caminos y la
infraestructura, serán para usufructo de la “empresa”… Porque nada de lo que
ofrecen compensará las pérdidas… Y hacer la voluntad de lo extraño en el propio
territorio, produce extrañamiento, alienación ecobiopolítica.
Las comunidades de Intag lo saben y por eso se
oponen. Esa oposición los ha convertido en enemigos declarados de la “causa
nacional”, la nueva ola desarrollista que sopla ahora bajo los discursos
grandilocuentes de la “revolución ciudadana”. Extraña revolución, que se parece
tanto a las formas y los modos de una dictadura; extraña apelación a la
“ciudadanía”, cuando los que salen a las calles a expresar su voluntad son
perseguidos y judicializados; cuando las propias autoridades electas son
acusadas de “terrorismo” por intentar cumplir el contrato político con sus
electores…. Javier Ramirez Piedra es, como me lo describen sus vecinos, “un
campesino honrado, pacífico y solidario”, comprometido desde siempre con la
defensa de esa parte de la Cordillera de Toisán que es hoy su hogar. En
reconocimiento precisamente a su honestidad y compromiso, ha sido electo
presidente de la comunidad de Junín. En cumplimiento de su “mandato electoral”
ha participado y apoyado las manifestaciones populares contra el ingreso de la
ENAMI (Empresa Nacional de Minería) a la zona. Esta empresa, creada por Rafael
Correa, para arremeter en la zona con el proyecto Llurimagua, de explotación de
cobre en casi 5000 hectáreas, en alianza con la transnacional chilena, oneroso
legado de la dictadura de Pinochet, la CODELCO, procura ahora “revestir” de
presuntamente “nacional” una explotación que por sus características,
condiciones, modalidades y objetivos, es, más que transnacional, de carácter
insoslayablemente (neo)colonial.
Javier Ramirez ha sido acusado de “rebelión,
sabotaje y terrorismo” presuntamente por participar en una manifestación de
vecinos que intentaron impedir el paso de agentes de la ENAMI a iniciar una
nueva exploración de la zona. Desde el 10 de abril hasta la fecha permanece
detenido. El 8 de mayo de este año, empleados de la ENAMI ingresaron a la
fuerza, a la zona de Intag, escoltados por un cuerpo de 250 policías y fuerzas
especiales anti-motines, en más de 30 vehículos policiales y acompañados por el
gobernador de Imbabura. En su cuenta de Twitter, la ENAMI publicó la “noticia”
con un lacónico y cínico comentario: “Una entrada pacífica y con apoyo de la
comunidad a la zona de Llurimagua. Mineria Responsable”… Para más, esos
policías ingresaron para no salir: han hecho de Junín y sus alrededores un
territorio literalmente ocupado. Controlan y administran a su propio antojo y
arbitrio no sólo el ingreso de “externos y foráneos” a la región, sino incluso,
el propio tránsito de los mismos vecinos entre pueblo y pueblo. El 14 de junio
pasado, el día antes de mi llegada a la zona, las comunidades de la región
decidieron reunirse en Cotacachi y emprender una caravana en solidaridad con
Junín y con su presidente detenido y en defensa de Intag. Se congregaron más de
400 personas en la plaza. El alcalde de Cotacachi, los concejales y
funcionarios municipales, vecinos de localidades vecinas, vieron sin embargo,
frustradas sus intenciones: la Policía Nacional les negó el paso en nombre de
las medidas de seguridad tomada por el “Operativo Nacional Intag”, bajo órdenes
directas del Ministerio del Interior, según respondieron… Ese sábado 14 de
junio, la prepotencia estatal ejercida bajo el discurso legitimador de
“revolución ciudadana” aplastó toda pretensión de mínima de ciudadanía; cobró
las formas y los gestos de la más tosca dictadura. Ese día quedó claro que
desde abril por lo menos a esta parte, Intag pasó a estar bajo un régimen de
estado de sitio de facto.
4.- Yo llegué a Intag al otro día, de ese soberano
atropello a la voluntad popular. El domingo 15 de junio era un día especial
para todo Ecuador: ese día no sólo se festejaba el día del padre, sino que
además debutaba la selección en el mundial de fútbol contra Suiza. Mientras en
todo el país se vivía un clima de fiesta, en la zona de Intag predominaba un ambiente
de terror. El terror alude no sólo a un estado fisiológico que se apodera
de los cuerpos, sino también a un estado social donde las prácticas y las
relaciones se hallan bajo el dominio del miedo y la angustia. Eso era lo que
veía y percibía en cada rostro y en cada palabra que intercambiaba con la/os
pobladores de la zona. La empresa minera, la ENAMI, como es del protocolo de
sus políticas de fabricación de “consenso”, organizó un festejo para los
padres, pero fueron muy pocos. Las calles estaban habitadas por el silencio y
la mirada vigilante de patrulleros y policías de a pie. La gente, en la reunión
convocada para hablar de la marcha frustrada del día anterior, hablaba bajito y
mirando para el suelo… El miedo se percibía en el silencio y en los gestos. El
proceso de “socialización” minera ya ha empezado; el clima de angustia y de
terror es uno de sus primeros efectos/resultados. Pareciera ser que lo que no
lograron años atrás grandes empresas extranjeras, ahora sería factible bajo la
fachada de una “empresa nacional” que, encima, actúa con todo el poder de un
gobierno que dice haber dejado atrás la larga noche neoliberal y gobernar ahora
en nombre del “socialismo del siglo XXI” y la “revolución ciudadana”… Extraña
situación en la que los nuevas administraciones progresistas y o de izquierda
vienen ahora a continuar la agenda y los planes de gobierno que no pudieron
ejecutar y completar los “neoliberales”… Extraña situación en la que las
poblaciones que actúan en defensa de los principios de la Constitución de
Montecristi, los defensores de los Derechos de la Madre Tierra, son ahora
perseguidas y acusadas bajo el cargo de “terrorismo”; donde los “terroristas”
viven literalmente aterrorizados por los atropellos del Estado… Es que así es
la ecuación de la gobernanza neocolonial del extractivismo: el “desarrollo”
minero, desde sus primeros pasos, desde la etapa de la “exploración”, no puede
avanzar sino por medio de la fabricación e implantación de un estado social y
corporal de terror… Bajo ese régimen está hoy Intag. El terrorismo
extractivista –que pareciera más peligroso aún bajo los ropajes del
“progresismo desarrollista”- está asfixiando las esperanzas y semillas del Buen
Vivir que hay ahí guardadas en la cordillera de Toisán. Esa zona que fue
pionera y emblema en la lucha por el Buen Vivir, pionera en la defensa de los
Derechos de la Madre Tierra, y madre de tantas otras luchas semejantes en
Nuestra América, está hoy bajo amenaza; literalmente sitiada; bajo estado de
excepción… Precisa, hoy, de nuestras miradas y de nuestro corazón, de nuestra
comprometida atención y apoyo… Allí en Intag se está librando una batalla clave
por la revolución civilizatoria del Buen Vivir.
Horacio Machado Aráoz. Investigador del Conicet,
Argentina