Por: Heinz Dieterich
1. Coitus
interruptus clasista
El anuncio de Nicolás
Maduro, de que "la nueva Constitución saldrá a referendo consultivo para
que el pueblo diga si está de acuerdo…o no", es un coitus interruptus en
la lucha de clases del país. Después de interminables arengas del
"Presidente Obrero" sobre la lucha contra la guerra económica
imperialista y la construcción del socialismo, y todo un crescendo retórico
hacia el clímax de la gran transición revolucionaria, ahora Maduro y su combo
abruptamente preparan su exilio. Su salvoconducto y boleto de viaje es la
Asamblea Constituyente sometida a referendo. De esta manera, saldrían como
"grandes demócratas" que dejan el destino del país en manos del
pueblo y como "mártires del Socialismo del Siglo 21", que fracasaron
por la maldad del imperialismo, como ya pregonan sus panegíricos.
De hecho, abandonarán la
escena histórica como entraron: cual lameculos oportunistas y payasos del
poder; dejando a una Venezuela destruida, en manos de la oligarquía, de Miami y
del Gran Capital global extractivo y financiero. Manosearon no sólo a la
Patria, como decía Alí Primera, sino también a la esperanza del futuro: al
Socialismo. Y, al no lograr consumar la violación de las condiciones objetivas,
optan por el ardid del coitus interruptus político en la lucha de clases
tropical: la descarada huida hacia el exilio vía la llamada Asamblea
Constituyente.
2. ¿Por
qué ahora y no en el "diálogo?"
La pregunta obvia es,
¿por qué no aprovecharon la oportunidad del "diálogo" para huir
"con decoro" y protegidamente del desastre que habían generado? La
respuesta es evidente: estaban convencidos de que iban a ganar la batalla
contra la derecha, confiando en el poder de las bayonetas, de la Internacional
Socialista y el prestigio del Papa Francisco. Era, por supuesto, un pronóstico
idiota, "tipo Trump", sobre la evolución de la correlación de
fuerzas, su capacidad de prolongar la falacia del "diálogo" y los
tiempos objetivos del futuro. Cuando la realidad desveló su "bluff",
a precio de muertos y destrucción, lo sustituyeron con otro cínico ardid que
llamaron "Asamblea Constituyente". Fue entonces, cuando se produjo el
cambio de fase del sistema y su elaborado constructo de dominación y mentiras
hizo implosión. El creciente malestar en las FANB, donde un 70% del alto mando
se opone a la Constituyente, el colapso económico, la intervención
gringa-criolla y la rebelión pública de la Fiscal General Luisa Ortega Díaz y
de algunos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, los cada vez más frecuentes
pronunciamientos de reconocidas figuras del chavismo, abrieron fisuras en la
superestructura del poder, que ya no podían cerrar.
Finalmente, la camarilla
gobernante, ya con la soga al cuello, entendió que el cuatrienio de su show de
"socialismo circense" había terminado: que los animales tenían que
regresar a sus jaulas y los payasos a sus camerinos. Fue entonces, cuando
Maduro inyectó al juego político-petrolero mantuano una nueva ficha con
obsolescencia programada y cero valor de origen: una Asamblea Constituyente
instantánea (¡a elegirse el 30 de julio!) para el "perfeccionamiento"
de la Constitución de 1999 (que no lo requiere), con referendo consultivo (si
Dios quiere) y con la "Primera Combatiente" en la trinchera de combate.
3. La
perpleja "izquierda" criolla
La convulsa situación
venezolana se ha convertido en un catalizador de comentarios que reflejan el
deplorable estado de inteligencia teórica de la llamada "izquierda"
global y criolla, que confunde cada vez más sus propios constructos ideológicos,
intereses de mercado y falta de ciencia, con la realidad. El socialdemócrata
chileno Fernando Mires, típico ejemplar de la castrada socialdemocracia criolla
post-dictatorial del Cono Sur, califica al régimen de Maduro como "un
proyecto corporativo-fascista", agregando: "castrista dicen otros: es
lo mismo".
Mientras tanto, Atilio
Borón, intelectual del genéticamente estalinista Partido Comunista de la
Argentina (PCA), tuvo un repentino ataque de jacobinismo tardío, pregonando
públicamente, que
"… la única actitud
sensata y racional que le resta al gobierno del presidente Nicolás Maduro es
proceder a la enérgica defensa del orden institucional vigente y movilizar sin
dilaciones al conjunto de sus fuerzas armadas para aplastar la contrarrevolución
y restaurar la normalidad de la vida social…Y si una fuerza social declara una
guerra contra el gobierno se requiere de éste una respuesta militar…"
4. La
castrada "izquierda" criolla
La ceguera ideológica y
el odio de clase del ex Mirista Mires llega a tal grado que concibe un fascismo
sin uso del terrorismo de Estado. Trata de crear una zona gris
política-conceptual que borra interesadamente los límites entre el carácter
opresivo general de todo Estado burgués y el sistema de represión del Estado de
excepción. El terrorismo de Estado latinoamericano, cual recurso sistemático de
dominación, no existe en Venezuela, ni en Cuba, ni en Nicaragua; contrariamente
a lo que afirma Mires demagógica y cínicamente, probablemente para complacer a
su clientela reformista y demócrata-cristiana germánica. Viviendo en Alemania,
a un lado de la ex fascista Italia, y habiéndose escapado de la dictadura
pinochetista, le debería ser fácil demostrar los miles de torturados,
desaparecidos, fusilados y encarcelados del "proyecto fascista" de
Maduro, que son "daño colateral" de todo proyecto burgués-fascista.
Que al calor de las batallas de calle en Venezuela, el discurso utilice
semejante "histeria" conceptual, es comprensible. Pero, que Mires,
desde sus cómodas condiciones del Primer Mundo europeo, practique esa descarada
distorsión de los hechos, sólo puede entenderse como un tributo a su función
pro-imperialista. O, ¿acaso el ex Mirista ha criticado el papel clave del
imperialismo alemán en la remilitarización anti-rusa de Europa y su activa
participación criminal en la guerra de agresión en Afganistán?
5. La
burrada de Borón
El aparato de represión
que creó Hugo Chávez, al igual que el de Fidel y Raúl y del Sandinismo, tanto
en su componente militar como policiaco, nunca se basó en el terrorismo del
Estado como recurso de dominación del grupo en el poder. Fue fundado sobre la
normatividad de un Estado de Derecho con el legítimo monopolio de represión
(Max Weber). A diferencia, por ejemplo, del Estado colombiano de Uribe y Santos,
del salvadoreño, guatemalteco y hondureño, o de los regímenes militares del
Cono Sur. Y esta diferencia cualitativa con los Estados de Seguridad Nacional
sigue vigente hasta el día de hoy.
Este hecho y las
condiciones objetivas actuales revelan la idiotez de la propuesta de Borón. Ni
las FANB ni la policía están dispuestos a "aplastar" militarmente a
la "fuerza social" opositora, por la sencilla razón, de que no fueron
formados para esto. Tal, como el ejército soviético no estaba preparado para
organizar golpes de Estado o que el ejército cubano no está formado para matar
al pueblo, tampoco lo son las fuerzas de seguridad venezolanas. No se trata de
los genocidas argentinos o chilenos del National Security State gringo y Maduro
tampoco es, por las razones que sean, un "asesino fascista" al estilo
de Roberto Viola o Pinochet. Si el régimen venezolano hoy día fuera el típico
régimen burgués latinoamericano ya hubiera destruido de "manera fascista"
el movimiento de masas opositor, tal como hicieron los asesinos de las
oligarquías criollas, al servicio de Washington, en El Salvador, Colombia,
Uruguay, Argentina, etcétera. No hay nada en el patrón de comportamiento de los
aparatos de seguridad de Venezuela, Cuba y Nicaragua, que se asemeje al patrón
de actuación de un Estado de excepción burgués-fascista, como pretenden los
panegiristas de la democracia liberal.
6. Tontera
pragmática-ética estalinista
La recomendación de
Borón a Maduro carece de todo sentido común y moral. De sentido común, porque,
si el 80% de la población está en contra del gobierno de Maduro, ¿qué
porcentaje propone "aplastar" Borón "para restaurar la
normalidad de la vida social"? No creo que Atilio quiera dar la respuesta
que dio Franco a esa interrogante, pero se "encalla" precisamente en
esa antinomia irresoluble éticamente.
La decisión de matar en
la historia siempre es extremadamente compleja éticamente. Y, de todos modos,
la finalidad del uso de la violencia siempre es un elemento trascendental en el
juicio ético que se vuelve praxis. En consecuencia: ¿en Venezuela, para qué se
mataría? No existe una dictadura revolucionaria como en los inicios de la
Revolución Cubana; no es una guerra justa contra un agresor externo, como en el
caso de Vietnam. Lo que existe, es un rechazo generalizado a un gobierno
socialdemócrata burgués inepto, anti-democrático y corrupto, que desconoce la
Constitución y la voluntad popular y arruina el país cada día más. No existen,
ni siquiera remotamente, condiciones objetivas, que pudieran justificar la
aplicación legítima del monopolio del poder estatal "para aplastar".
La propuesta de Borón es espuria desde el punto de vista pragmático e inmoral
desde el juicio ético.
7.
Corrupción sistémica de intelectualidad criolla
La represión que ha
ejecutado el Estado venezolano es la respuesta "normal" de un Estado
burgués bajo asedio de la mayoría de la población, agravado por una subversión
armada ilegítima e ilegal, del tipo de las Revoluciones Naranjas. Ni más, ni
menos. Sería inmoral escamotear el hecho, de que el principal responsable de
esta situación es la inepta camarilla del poder, encabezada por Maduro y
Cabello. No obstante, múltiples factores objetivos y subjetivos impiden que el
Estado venezolano salga de esa vía normal de opresión de los Estados burguéses,
para convertirse en terrorista o fascista. Crear memes propagandísticos con
fines pro-capítalistas, que es el negocio de liberales y socialdemócratas como
Mires, o hacer propuestas idiotas e inmorales como Borón, sólo ayuda a los
intereses monroeistas y oligárquicos.
Sin embargo, ¿qué se
puede esperar de los confundidos intelectuales orgánicos criollos, que hace
décadas han dejado la ciencia crítica para disfrutar las dulces mieles de las
cortes del poder de la socialdemocracia estatal latinoamericana?
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