La edición impresa del diario La República de este jueves, publica en su sección Política una columna titulada Mariano Rajoy: Hombre de Estado, líneas que fungen de una clara apología a la carrera del actual presidente del país ibérico.
Dicho texto no tendría por qué llamarnos la atención si quien lo firmara no fuera el actual ministro de Defensa, Pedro Cateriano, algo atípico en la política peruana. ya que no recordamos que un ministro de Estado muestre tamaño elogio en un medio de prensa sobre un mandatario extranjero, sobre todo tratándose de un funcionario cuya talla de estadista no ha mostrado mayores luces.
En su opinión, el actual líder del PP “representa lo que en cualquier democracia sólida y desarrollada reconoceríamos como un político de carrera, aquel que no aparece intermitente o esporádicamente en la escena pública sino que desarrolla una trayectoria reconocida e impecable”, y se muestra más que comprensivo con el contexto en el que asumió las riendas del gobierno español, lo “que muestra su entereza y decisión revelan que se trata de un político innato, de un hombre que no se arredra ante las dificultades”
Lo que Cateriano parece ignorar, es que la popularidad de Mariano Rajoy en España se encuentra en uno de sus momentos más álgidos al haber adoptado medidas que en campaña había prometido no realizar, además de haber puesto trabas, como líder de la oposición, a cada una de las políticas impulsadas durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Es decir, podría llegarse a la conclusión de que si Mariano Rajoy está hoy donde está, no es gracias a la “brillante” carrera que el ministro Cateriano ha pretendido llevar casi a los altares de la política internacional, sino al descontento generalizado de la mayoría de españoles frente a la pobre gestión socialista que le precedió y a la que no contribuyó como cabeza opositora con una clara actitud muy parecida al sabotaje.
A continuación la columna escrita por el ministro de Defensa y publicada este jueves en el diario La República. Para que usted saque sus propias conclusiones.
Mariano Rajoy: Hombre de Estado
La visita oficial al Perú del presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, se inscribe en un contexto de intensificación de las relaciones bilaterales entre nuestros países. Lo evidencia el frecuente intercambio de giras de alto nivel que se vienen produciendo, y de manera especial aquella que realizó el presidente Ollanta Humala hace exactamente un año, convirtiéndose en el primer mandatario latinoamericano en visitar al jefe del gobierno español.
España es un país muy ligado al Perú, pero hoy por hoy posee sólidos e intensos vasos comunicantes. No en vano se trata del primer inversionista en nuestro país y el segundo destino europeo más importante de las exportaciones peruanas.
Pero más allá de las cifras, la sola presencia en el país de una figura política como Mariano Rajoy es un hecho de trascendencia. Rajoy representa lo que en cualquier democracia sólida y desarrollada reconoceríamos como un político de carrera, aquel que no aparece intermitente o esporádicamente en la escena pública sino que desarrolla una trayectoria reconocida e impecable.
Afiliado desde 1981 a la Alianza Popular, germen del que desde fines de esa década sería conocido como el Partido Popular, Mariano Rajoy empezó su actividad pública en el ámbito municipal, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Pontevedra, en su natal Galicia. Más adelante, en el primer periodo de José María Aznar, fue Ministro de Administraciones Públicas y de Educación y Cultura, y en el segundo periodo tuvo a su cargo, entre otros, la vicepresidencia del gobierno, el complicado Ministerio del Interior y el de la Presidencia. A fines de 2011, tras liderar la oposición al régimen de Rodríguez Zapatero y presidir el Partido Popular, fue elegido Presidente del Gobierno de España.
Por tanto, su arribo a la jefatura de gobierno de España constituye un punto culminante y a la vez la confirmación de esa hoja de vida que he presentado sólo en sus rasgos más saltantes. Pero queda claro que Rajoy constituye lo que con justicia podríamos llamar un hombre de Estado.
Y como tal es también un disciplinado hombre de trabajo. Así lo comprobé personalmente años atrás, cuando estuve en España cursando estudios de Doctorado. Entonces, Mariano Rajoy me invitó a una gira por Andalucía, una región afín al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y en la que, gracias a su esfuerzo, el PP consiguió mejorar sus resultados electorales.
En aquel tiempo, no me imaginaba asumir la responsabilidad de la cartera de Defensa, pero confieso que esa experiencia fue muy aleccionadora y tengo siempre presente el incansable y generoso despliegue de Rajoy, así como el de su entonces directora de prensa y hoy Secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez, quien también integra la delegación oficial que lo acompaña.
Es evidente que Rajoy no ha recibido el timón de España en la mejor ni la más sencilla de sus travesías. En realidad, la crisis económica ya se había instalado en el continente europeo cuando asumió la Presidencia del Gobierno. Por ello, su entereza y decisión revelan que se trata de un político innato, de un hombre que no se arredra ante las dificultades. Y por eso mismo, no dudo que sabrá sacar adelante España y vencer los contratiempos. Por lo pronto tiene en el Perú, más que un aliado, un país amigo.
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