jueves, 9 de marzo de 2017

Perú, campeón de los aranceles bajos


Escribe: Humberto Campodónico

En el 2016 el Perú ocupó el puesto # 7 en el mundo en aranceles promedio a los productos importados (1). Los líderes son Hong Kong y Macao con 0 % de arancel, seguidos de Singapur (0.2%), Islas Mauricio (1%), Georgia (1.5%) y Nueva Zelandia (2.0%). Justo después viene Perú con 2.4% (en el 2013 teníamos el puesto 10, con 3.36%).

Más atrás viene EEUU con 3.5% (lo que quizá no dure por el proteccionismo de Trump), Japón (4%), Israel (4.5%), Unión Europea (5.1%), Colombia (5.7%) y Chile (6%). Más atrás todavía están China con 10% y Corea del Sur con 13.9%.

Aquí hay varios temas. Primero: “nos ganan” ciudades (como Hong Kong, Macao y Singapur) y países con baja población (Islas Mauricio, Georgia y Nueva Zelanda). Por tanto, estamos cerca del #1 como país de 30 millones de habitantes. Ser el país con los aranceles más bajos del mundo es un “honor” que solo encandila a los ayatollahs neoliberales.

Segundo, que el arancel efectivo (la recaudación efectiva en dólares como proporción del valor total de importaciones) fue solo 1.2% en el 2015, más bajo que el arancel promedio (del total de partidas) ya señalado de 2.4%.

Tercero, que países con políticas de “libre mercado” como Colombia y Chile tienen aranceles más altos. Y grandes “países emergentes” industrializados, como China y Corea del Sur tienen aranceles promedio de dos dígitos.

Cuarto, que más del 90% del comercio exterior peruano se realiza con países con los que tenemos Tratados de Libre Comercio (EEUU, China, Japón, Unión Europea, Corea del Sur, CAN, Mercosur). Por tanto, los aranceles actuales tienen compromisos vinculantes obligatorios con el Estado peruano.

Quinto, que el dólar barato (producto del super ciclo de precios de las materias primas y la masiva entrada de capitales) disminuyó el valor en soles de los productos importados, sobre todo de los bienes de consumo, duraderos y no duraderos (tuvimos un aumento ficticio y temporal del consumo de las personas, parte de la fórmula del “éxito” del modelo económico). Esta apreciación del nuevo sol “llovió sobre el suelo mojado” de los ya bajos aranceles, perjudicando a importantes sectores de la industria nacional y, también, a los ingresos fiscales aduaneros: del 2005 al 2016 la recaudación arancelaria bajó de 1 a 0.2% del PBI como producto de la desgravación arancelaria unilateral del 2006 al 2011.

Sexto, en el Perú la aplicación de estas políticas ha venido de la mano con la afirmación “todos ganan con el libre comercio”, dejando de lado los argumentos que señalan claramente que hay ganadores y perdedores. Así, los importadores Oeschle,  Falabella y Ripley son ganadores, mientras que Gamarra (textiles) es un claro perdedor de 400,000 puestos de trabajo y US$  500 millones de mercado interno (Expreso, 19/02/2017).

Séptimo, la industria peruana se está viendo seriamente afectada en los últimos años por una serie de motivos, entre ellos la reducción arancelaria ya mencionada. Dice la Sociedad Nacional de Industrias en el Foro Ejecutivo para la Reactivación Industrial que el sector ha bajado su participación en el PBI de 16.5% a 13% del 2007 hasta el 2016 y  que se han perdido 150,000 empleos desde el 2012 (2).

Octavo, las medidas contra la competencia desleal (aprobadas por la OMC) en el Perú están en retroceso a diferencia de la tendencia mundial. Dice la SNI que las medidas antidumping en el Perú han bajado de 34 a 7 del 2006 al 2016 (-79%), mientras en el mundo han subido de 1,198 a 1,538 (+28%). ¿Aló, Indecopi, aló?

La política industrial brilla por su ausencia, a pesar de que el exministro de la producción, Piero Ghezzi, hizo esfuerzos en el gobierno pasado (Plan Nacional de Desarrollo Productivo). Pero el actual tiró esos avances por la borda.

Eso no es casualidad porque el Consenso de Washington (vigente acá) dice que no debe haber políticas de promoción explícitas a algún sector, pues el “libre mercado” se ocupará de la asignación eficiente de recursos. Así, a diferencia de China y el sudeste asiático, que tuvieron un crecimiento liderado por las exportaciones industriales, impulsado con políticas explícitas, aquí el crecimiento fue liderado por las exportaciones primarias (minerales) con mínimo valor agregado, que luego nos regresan como productos terminados (China consume el 50% de cobre del mundo).

Pero las cosas han comenzado a cambiar. Dice el BID que hay que replantear el problema del desarrollo productivo y que “eso no es un retroceso, sino un avance que busca diferentes enfoques para remediar los problemas del crecimiento que siguen afectando a AL. Se requiere comprender qué falló, no con el fin de revaluar el pasado, sino para asegurarse de que las nuevas soluciones no repitan los mismos errores” (3).

Un componente clave de ese modelo de crecimiento fue, justamente, la apertura comercial unilateral y la desgravación arancelaria radical. La magnitud y la escala de esas políticas es lo que tiene que re-pensarse después de 25 años de vigencia. Dicho de otra manera, las “nuevas soluciones” del CdeW botaron al niño de las políticas industriales junto con el agua sucia de la bañera.

Volviendo al principio: el libre comercio, la desgravación arancelaria y los TLC son un medio y no un fin en sí mismo, a pesar de lo que diga el neoliberalismo extremo. Si lo fueran, el “Perú campeón de los aranceles bajos” estaría boyante. Los planteamientos recientes de la SNI deben repensar las premisas del modelo existente y discutir seriamente las políticas explícitas de desarrollo productivo.

(1) OMC y UNCTAD, Perfiles arancelarios del Mundo 2016 (World Tariff Profiles), www.wto.org

(2) http://www.sni.org.pe/wp-content/uploads/2017/02/propuestas.pdf

(3) Ver “Generales después de la batalla”, www.cristaldemira.com, 6 de abril 2015 y “¿Cómo repensar el desarrollo productivo?, Políticas e Instituciones Sólidas para la transformación económica”, BID, 2014, www.iadb.o

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