Renuncia de Martín Vizcarra al
MTC salta como la opción para ahorrarse el desgaste de posible censura.
Revista Caretas
Al
cierre de esta edición, quedaba claro en Palacio de Gobierno que Martín
Vizcarra, vicepresidente de la República y titular del Ministerio de
Transportes y Comunicaciones, no se iba a someter al trance de la interpelación
en el Congreso con riesgo de posterior censura.
Si
bien en los días previos el presidente Pedro Pablo Kuczynski declaró que “sin
lugar a dudas” interpondría la cuestión de confianza en caso de extremarse el
escenario, al final se impuso la perspectiva de medir la temperatura en el
Congreso. Si el escenario se veía cuesta arriba, Vizcarra renunciaría al MTC en
los próximos días.
El
enfrentamiento Ejecutivo-Legislativo en estas circunstancias conlleva un alto
riesgo de desastre. La pregunta de hasta dónde es capaz de llegar el
fujimorismo todavía no tiene respuesta y Keiko Fujimori es llamada a dirimir
entre facciones partidarias que apuestan por un cauce sereno y otras capaces de
apostar hasta por la temida vacancia presidencial.
La
última información, entre reuniones y llamadas telefónicas, daba cuenta de una
renuncia de Vizcarra para el miércoles 8. Para el día siguiente se esperaba el
debate para aprobar la interpelación, que fue presentada por Acción Popular y
para la que se necesitan 44 votos. El martes por la noche, el vocero de Fuerza
Popular, Luis Galarreta, anunció que su bancada apoyaría la interpelación, con
lo que esta se daba por descontada. Se calculó que sería convocada para dentro
de dos semanas.
Pero
lo más probable es que Vizcarra ya no sea ministro para entonces. La intención
del gobierno es evitar quemar a un primer vicepresidente de la República que es
clave para Pedro Pablo Kuczynski. Hay que recordar que fue uno de los voceados
para ocupar la Presidencia del Consejo de Ministros. Pero uno de los argumentos
que determinó la decisión del presidente
por Fernando Zavala fue precisamente no exponerlo innecesariamente, y antes de
tiempo en una gestión que dura cinco años.
PROCURADURÍA SÚPER ESTRELLA
Porque
expuesto es lo que ha estado en estos días. El caso del aeropuerto de Chinchero
ha terminado en lo que puede calificarse como un gesto político de la
Procuraduría Anticorrupción.
¿Cómo
explicarse sino que el procurador Amado Enco presente una denuncia por colusión
contra Vizcarra? ¿Y justo cuando el gobierno decide suspender el inicio del
proyecto en espera del informe de la Contraloría y va a ser interpelado por el
Congreso de total mayoría opositora?
Según
Enco, la adenda de Chinchero “desnaturaliza” el contrato de la APP, pero las
críticas son por incluir en su pedido las fotos publicadas en medios donde
aparece Carlos Loret de Mola del consorcio Kuntur Wasi, ganador de la buena pro
de Chinchero, en un evento del partido PPK con empresarios y otra de la
viceministra Fiorella Molinelli con el expresidente chileno Sebastián Piñera en
la última CADE.
Fue
apenas el primer episodio que involucró a la Procuraduría en unos pocos días.
Luego se conoció que la procuradora ad hoc para el caso Odebrecht, Katherine
Ampuero, confirmó que solicitó a la fiscalía investigar preliminarmente al
presidente Pedro Pablo Kuczynski a partir de un reportaje emitido por un canal
de internet estadounidense. Allí se consigna un informe de la Unidad de
Inteligencia Financiera (UIF) citado por la comisión dirigida por el
excongresista Juan Pari, que consigna pagos de Odebrecht a una empresa que,
según se explicó, pertenece al 100% a Gerardo Sepúlveda, el cercano exsocio
chileno que tuvo PPK. Esa empresa hizo trabajos de estructuración financiera
para la constructora.
Ampuero
también demandó al expresidente Alan García y al ex ministro Enrique Cornejo
por el caso de la Línea 1 del Metro. Sus acusaciones se basan sobre todo en el
sustento legal que permitió que el proyecto pase de la Municipalidad de Lima al
MTC. Razones que, por cierto, han sido discutidas a profundidad por los
protagonistas en varias entrevistas.
Ampuero,
a quien se le ha cuestionado la poca experiencia para asumir el cargo que le
fue asignado por la presidente del Consejo Jurídico de Defensa del Estado,
Julia Príncipe, fue protagonista de una extraña conferencia en la que aseguró
no ser “figureti” y “tener los ovarios bien puestos”.
¿Quiere
decir que los ex presidentes se encuentren libres de sospechas en un caso de
esta magnitud? Como están las cosas, de ningún modo. Pero la batería de
denuncias con dudoso sustento deja la sensación de un gran desorden, donde la
Procuraduría pica antes de tiempo y sin seriedad.
Detrás
se encuentra, además, la manifiesta incomodidad de la Procuraduría con la
estrategia del Ministerio Público, que ha decidido bajo reserva sus
investigaciones y el acuerdo de colaboración eficaz con Odebrecht. En
respuesta, Ampuero declaró que no negociaría ningún monto de colaboración
eficaz, lo que a estas alturas ya pone
en peligro el destino de proyectos
relevantes y la propia salud de la economía.
Todo
parte de una especie de síndrome por el que los procuradores –abogados del
Estado, ni más ni menos– se convirtieron a punta de afán protagónico en una
Fiscalía paralela. Ya se habían visto casos de exprocuradores que tomaron el
camino político, como el ex vicepresidente Omar Chehade. Pero la cúspide llegó
con la actual congresista Yeni Vilcatoma, que se unió al fujimorismo a partir
de su rivalidad con el exministro de Justicia Daniel Figallo (y que ya salió de
la bancada por estrepitosas diferencias personales). El concepto de autonomía
para la Procuraduría trascendió los cauces correspondientes a la separación de
poderes y terminó, en enero, con el Decreto que crea la Procuraduría General
del Estado. Para reorganizar el ente fue convocada la doctora Príncipe, que a
su vez vio elevar su perfil con su salida del gobierno pasado, tras sus
intentos de investigar a Nadine Heredia. A esa elocuencia, por ejemplo, se
opuso el silencio durante la campaña, cuando investigaciones cruciales
relacionadas con el fujimorismo, y que ella trabajó, fueron puestas sobre la
mesa.
La
ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, terminó por sucumbir ante la idea
mediática de una súper Procuraduría, y hoy el precio ya se hace evidente. Lo
más probable es que, luego de la salida
de Vizcarra, pasen algunas semanas para el recambio en varias carteras.
Empezando por la de Justicia.
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