El
autor de ‘Mitad monjes, mitad soldados’ sigue recibiendo denuncias de maltratos
psicológicos y sexuales dentro de la organización católica. Mientras tanto, no
parece haber ninguna intención para castigar a los responsables.
Escribe:
Juan Carlos Fangacio (LaMula)
Mitad
monjes, mitad soldados, el último libro de Pedro Salinas, ha remecido en pocos
días al movimiento religioso Sodalitium Christianae Vitae (SCV) -o simplemente
Sodalicio-, por las durísimas denuncias de maltrato físico y psicológico,
además de abusos sexuales, en sus más de 40 años de historia. En su
departamento, Salinas no deja de recibir periodistas y llamadas telefónicas con
nuevas denuncias. Y todo el alboroto se ha armado incluso antes del lanzamiento
oficial del libro, que se presenta recién esta noche, a las siete, en el Lugar
de la Memoria (LUM).
El
Sodalicio es una institución católica conservadora -similar al Opus Dei o a
Tradición, Familia y Propiedad (TFP)-, pero enraizada también en preceptos de
la Falange española. Son, aunque lo nieguen, de un rasgo fascista evidente. La
primera parte del libro está dedicada a echar luz sobre la historia de esta
organización, usualmente hermética; la segunda parte, en cambio, reúne 30
testimonios de exsodálites, en su mayoría anónimos, sobre los espeluznantes
atropellos de los que fueron víctimas. Casi todos bautizados con nombres
bíblicos, como es el caso de Santiago y su brutal confesión que adelantamos el
último domingo. Y aunque el libro atrapa con su prosa precisa y la contundencia
de la investigación, a ratos también genera un inevitable rechazo por la
crudeza de los actos.
No debe de haber sido ‘agradable’ escribir
este libro...
Para nada. Hay que tener una entereza
especial para abordar este tipo de casos. Por momentos he sentido, literalmente,
náuseas, ganas de llorar. Porque son testimonios tan desgarradores, sobre todo
los que acusan abuso sexual, que dudo que alguien pueda quedar incólume. Son
dramas y traumas de personas que los han arrastrado durante años y que les ha
costado muchísimo volver a evocarlos.
A muchos de ellos ya los conocías.
Sí. O ellos me conocían a mí por la novela
Mateo Diez [una ficción que publicó en el 2012], en la que narro situaciones
que tienen que ver con maltrato físico, rigor exagerado, órdenes absurdas. Porque
lo que usan son técnicas para someterte, para controlar tu voluntad, para
quebrarte.
Yo he pedido información al Arzobispado de
Lima sobre las tres denuncias de abuso sexual que están en el Tribunal
Eclesiástico desde el 2011. Me prometieron respuesta, pero nada. Me “dejaron en
visto”
Así son. Siempre. Y en el Sodalicio son
igualitos. Yo recuerdo un reportaje de Univision, para el que la periodista
María Luisa Martínez estuvo llamando al vocero del Sodalicio, que en ese
momento era Erwin Scheuch, pero él nunca le respondió (y en la televisión,
debido a los tiempos apretados, si no respondes, solo aparece un versión). Pero
cuando salió la nota, apareció Scheuch a reclamar por qué no lo habían llamado.
Casi en la última parte del libro hablas
bien sobre el actual superior general del Sodalicio, Sandro Moroni. Pero el
comunicado que publicaron es lamentable: al sodálite fundador Luis Fernando
Figari lo han mandado a rezar, en vez de que esté respondiendo ante la
justicia.
Sí, me ha defraudado -aunque, digamos,
tampoco es que me haya sorprendido o escandalizado-; pero el sentido común te
dice que, ante todas las evidencias, si tu política es expulsar al pederasta,
como has hecho en casos anteriores, ahora que tienes al papá de todos los
pederastas del Sodalicio también deberías botarlo. Pero no. Lo protegen en una
comunidad en Roma bajo el pretexto de que vive una suerte de retiro, de
recogimiento, de oración y penitencia. Y no, pues. Eso es una burla, una
estafa. Siento que están ofendiendo mi inteligencia. Y, ojo, hoy mismo me he
enterado por otro exsodálite de que existen más denuncias. Él mismo me enseñó
una denuncia que había presentado internamente para que le hagan una
investigación a Figari. Pero eso nunca ocurrió.
[Anoche, el Sodalitium Christianae Vitae
publicó un segundo comunicado en que, al menos, reconoce que Figari “hasta la
fecha no ha querido rendir declaraciones públicas como sería su obligación
moral” y pide una comisión investigadora. De expulsión o sanción clara, nada.]
¿De cuándo es la denuncia que acabas de
conocer?
Del 2012. Incluye un incidente sexual,
abusos de autoridad, maltrato. Martín Scheuch [otro exsodálite, hermano de
Erwin], también acaba de contar que cuando tenía 15 o 16 años, su director
espiritual (a quien no menciona) le ordenó que se desvistiera y se follara a
una silla. Y él denunció eso dentro de la institución, pero nadie hizo nada.
Una más: uno de los tres testimonios fuertes que acusan a Figari, en la demanda
que presenta ante el Tribunal Eclesiástico (y esto no está en el libro), señala
que él denunció el abuso sexual a tres autoridades del Sodalicio. Y tampoco
hicieron absolutamente nada. Así que eso de que acogen las denuncias y las
investigan es mentira. Tan falso como que Figari está desde el 2010 en Roma,
cuando en realidad su registro migratorio indica que ha vivido más tiempo en
Lima que en Europa.
Pero si uno se queja, se ponen bastante
matonescos y rabiosos, ¿no?
Es que el en el Sodalicio te educan en la
violencia. En los 80 yo mismo he sido un fanático fascista. Me da cosas
decirlo, pero es la realidad. Yo era tan psicomatón como Alejandro Bermúdez y
Erwin Scheuch [dos antiguos sodálites].
También defrauda lo del Papa Francisco,
¿no? Hace poco salió a defender al obispo chileno Juan Barros, muy cercano al
sacerdote Fernando Karadima, suspendido de por vida por pederastia.
Sí pues. Este papa podrá ser muy simpático,
pero su discurso y su praxis tienen incongruencias notorias. Si es verdad que
ya hay un protocolo y tolerancia cero en temas de pederastia en el ámbito
religioso, en el Perú no existe, es una farsa. Las tres demandas contra el
Sodalicio -que han llegado al Vaticano- hasta hoy no han funcionado. No han
llamado a ninguna de las víctimas. Y a nosotros tampoco nos han respondido.
Figari, en vez de estar en una vida de retiro espiritual, debería estar siendo
investigado en toda regla. Ya hemos visto en la investigación que el sodálite
Jeffrey Daniels abusó de chicos de 11 o 12 años y lo encubrieron un año. En el
camino es probable que el Sodalicio haya intentado negociar con los padres,
reparándolos de alguna manera. Eso me parece grosero, que solo expulsen cuando
el acto es público. Fue el caso de Daniel Murguía en el 2007 y de Germán Doig
en el 2011. Si no es por la prensa, ¿cuántas cosas más estarán pasando?
¿Sobre qué se estructura el poder que
tienen? ¿Relaciones?
Plata y relaciones, básicamente.
Y eso va a ser difícil de detenerlo pronto,
¿no?
Yo creo que la mejor salida para el
Sodalicio, si realmente es una institución humanitaria, bienintencionada y con
ganas de educar cristianamente, es expulsar a Figari. Y eso sí traería
consecuencias: perderían vocaciones, porque se producirían deserciones (nadie
quiere pertenecer a una institución fundada por un pederasta). ¿Qué más va a
pasar? Van a tener problemas en sus gallinitas de huevos de oro: los colegios
San Pedro y Villa Caritas. Porque los padres de familia van a tener que
preguntarse si las cosas que se cuentan en el libro se replican en los
colegios, van a querer saber en manos de quiénes están sus hijos. Es lo que
debería preguntarse cualquier padre con dos dedos de frente, ¿no? En general,
van a perder plata, algo que les dolerá mucho porque la valoran extremadamente.
Aparte de los colegios y el cementerio,
¿que otros negocios manejan?
Tienen el Parque del Recuerdo, la
Universidad San Pablo, una universidad en Costa Rica, y acaban de asumir la
administración de la Universidad Gabriela Mistral, en Chile. En el norte tienen
un proyecto inmobiliario millonario en un proyecto. Pero como le dije a su
líder Sandro Moroni en una de las dos ocasiones en que me reuní con él, el
único camino que le queda es refundar la institución. Se quedará con mucho
menos gente, pero será la mejor, la más sana. Van a tener que recomenzar, como
hizo la Legión de Cristo [el grupo del mexicano Marcial Maciel]. Si tu fundador
es un pederasta, algo tienes que hacer.
¿Tienes temor a represalias?
Antes de publicar el libro, me enteré que
ellos habían sondeado a tres estudios de abogados para demandarme. Y sabiendo
que tienen poder económico, y que responden beligerantemente con amenazas
penales cuando te metes con Figari, yo sabía que me estaba jugando todo. Yo ya
estaba mentalizado para irme a Piedras Gordas. Pero como me dijo Gustavo
Gorriti, si uno cree en su investigación, tiene que pagar el precio. Y yo estoy
dispuesto a pagarlo. Total, después de hablar con todas estas personas que
confiaron en mí su dolor, yo no podría truncar la investigación, no podía
darles la espalda.
¿El Sodalicio tiene alguna relación con
Cipriani?
Hasta donde tengo entendido, a Cipriani no
le cae bien Figari. No de ahora, sino de siempre. Sin embargo, sí tiene buena
relación con algunos miembros del Sodalicio. Uno es Jaime Baertl; el otro, José
Antonio Eguren, arzobispo de Piura y Tumbes. De hecho, cuando se descubrió que
Cipriani era un plagiario, él agradeció el apoyo de dos personas: al arzobispo
de Arequipa, Javier del Río -un neocatecumenal- y a Eguren. Ahora bien, el Opus
Dei y el Sodalicio no comulgan, pese a que podríamos decir que su ‘target’ es
el mismo: gente con billete, de clase media alta. Por eso cuando hay, por
ejemplo, estas marchas “provida”, se juntan el Opus Dei, el Sodalicio, y otros
grupos contra el aborto, la unión civil, y que arrastran todas las demás taras de
la Iglesia Católica.
A mí me sorprende el poder de manipulación
que tenían estos monstruos barbudos, incluso un poco maniáticos, hasta nerds.
Claro. Esa es la pregunta que se hace
cualquiera: “¿cómo te pueden manipular de esa manera? A mí no me la hacen”.
Pero recuerda que hablamos de chiquillos captados a los 12 o 13 años. Y durante
años ellos suplantan a las figuras de su padre y de su madre, suplantan a su
familia, los alejan de sus amigos, lo hacen romper con su enamorada, les meten
en la cabeza una serie de criterios y valores impostados, que no tienen nada
que ver con la realidad. En resumen, les lavan el cerebro. Porque en eso Figari
es una gran manipulador de la psicología. Sobre todo con chicos que salen de un
hogar disfuncional. Y después de todo este proceso, con el chip cambiado, ya te
has convertido en un talibán. Además, el eje de todo esto es la obediencia, la
columna vertebral de la espiritualidad sodálite. El “hágase” de la Virgen María
y bla bla bla. Eso te lo machacan con órdenes absurdas. Las casas de formación
en San Bartolo, al menos en los años ochenta y noventa, eran prácticamente
centros de tortura.
En el libro incluyes una experiencia
perturbadora con tu guía espiritual, pero evitas dar su nombre.
Sí, porque en ese caso quiero evitar
problema legales. Digamos que fue un incidente “raro”.
Otro pasaje que me impactó fue el de tu
papá. Ellos te alejaron de él hasta el punto que solo pudiste retomar su
contacto cuando ya agonizaba.
Es que la gente a veces solo se queda en
los casos de abusos sexuales. Porque son los que más morbo generan, son crudos
y fuertes, y te generan una reacción de empatía. Pero en realidad las mayores
abolladuras que te deja pasar por el Sodalicio son psicológicas y emocionales.
Yo no fui un abusado sexual, pero los otros golpes que recibí, las
humillaciones, son terribles.
Y, como dices, eso no se perdona.
El caso de mi padre lo tenía tan guardado
que ha aparecido recién en terapias recientes, cuando empecé esta investigación.
Allí recién afloró el caso de mi padre. No lo había procesado, estaba
contenido. Que te hagan eso, como comprenderás, no tiene perdón de dios (si es
que existe). Supuestamente, ellos están en el mundo para hacer el bien, pero en
l práctica son violentos, perversos, racistas, misóginos, homofóbicos. Hay
mucha gente buena en el Sodalicio también, pero el diseño de la organización
está hecho a imagen y semejanza de Figari. Daniel Murguía, por ejemplo, quien
estuvo preso por pedofilia, era un tipo poco inteligente. Tenía menos luces que
una lancha de contrabando. Pero no era una mala persona. Yo presumo que a
Daniel lo han malogrado dentro del Sodalicio. Hay mucha gente que ha perdido su
bondad natural, que se ha ido volviendo más perversa, más maquiavélica.
A ti te han hostigado mucho en los últimos
años.
Claro. En algún momento tenía la paranoia
de que nos estaban hackeando, que nos chuponeaban. A mí me pasó. Y sé de casos
de hackeos de computadoras a sodálites. porque adentro hay un sistema de espionaje
terrible. Si te quieres largar y le cuentas a alguien, ellos se enteran y te
hacen la vida imposible.
Algo que me resulta paradójico, pero me
deja un buen sabor, es que una organización tan patriarcal y misógina haya sido
puesta en jaque por una mujer, Rocío Figueroa, quien era parte de la rama
femenina del Sodalicio [Fraternidad Mariana de la Reconciliación]. Ella hizo
las denuncias más fuertes.
Sí. Esa paradoja también me encanta. Que
haya sido una mujer la que haya desenmascarado y desbaratado esta farsa en
torno a este supuesto hombre santo, fundador de esta grandísima organización.
En el libro, Jean Pierre Teullet [sacerdote
sodálite, uno de los más críticos de su propia institución] dice que tiene más
denuncias, que incluso dan para un libro más. Eso es aterrador.
Te juro que me da una curiosidad tremenda
cuántas cosas más monstruosas pueden salir. Me da escalofríos. Yo metí mucha
gente al Sodalicio y me escarapela el cuerpo la posibilidad de que algunos de
ellos hayan sido abusados por Figari o algún otro pederasta. Hoy, la verdad
está comenzando a aflorar. Y yo presumo que lo que está en este libro es la
punta de un iceberg.
Te has convertido en su bestia negra…
Es que si no eres obsesivo en estos temas,
nada funciona. Eso, más el deseo de reivindicación de estas víctimas que
confían en ti, que ha sido dañada y maltratada, y del ánimo de que se haga
justicia y se transparente la verdad. Así que no sé si seré su bestia negra,
pero, digamos, no creo que alguien en el Sodalicio esté rezando por mí.