Escribe: CÉSAR HILDEBRANDT
El país asiste, entre anestesiado y aturdido por la prensa y la lele, a un dulce “golpe de Estado” por el cual la primera ministra paralela, vocera de primicias gubernamentales, dadora de favores, visitadora de regiones en emergencia e irrumpidora acompañante –más allá del protocolo- en citas y reuniones a las que no había sido invitada. Más allá de eso, esta simpática y aplaudida protagonista es quien puede proponer ministros, recomendar bajas, orientar el rumbo del gobierno. Digámoslo de una vez: la señora Nadine Heredia cogobierna sin haber sido elegida y emplea el Nos mayestático cuando suelda su nombre al poder legítimo del presidente Humala. Un régimen que ha permitido que sea los perdedores los que dicten las reglas le otorga un poder que excede toda previsión constitucional a una honorable y bella mujer que debería tener, en todo caso, un cargo honorífico y un poder simbólico. No es, en suma, en la intimidad conyugal donde se construyen las atribuciones que sólo pueden otorgar las elecciones. Si lo que se quiere es preparar la sucesión del presidente Humala y sí lo que está en camino es la candidatura de su esposa para el 2016, es a todas luces poco mesurado y nada transparente que se estén usando millonarios recursos públicos en la tarea. Que la señora Nadine pretenda el poder desde el poder es impropio. Y que la prensa conservadora no levante su voz por este conflicto de intereses hace más preocupante todo este desagradable asunto.
El 28 de febrero pasado, por ejemplo, la página oficial del gobierno peruano consignaba de modo elefantiásico las actividades de la esposa del presidente en Chiclayo. Fue al inaugurar la semana del Empleo Descentralizado 2012. El titular de la nota era el siguiente: “Nadine Heredia: Gobierno se esfuerza para que jóvenes accedan a un trabajo digno”. La acompañaba en la actividad el Ministro de Trabajo, José Villena, quien, más que un compañero de viaje, parecía un guardaespaldas. En su discurso ante los chiclayanos, Nadine Heredia hablaba en primera persona sobre las decisiones de un Ejecutivo que ella parece encarnar con naturalidad. “Estamos iniciando la primera Feria Descentralizada de Trabajo en esta tierra para que todos los jóvenes puedan tener acceso a las oportunidades”, decía. No hablaba como cónyuge, sino como copresidenta. Y en Lima, mientras tanto, se publicaba una encuesta de Apoyo que le daba al gobierno 5% de aprobación y a ella un 66% de respaldo.
Nadie la ha elegido, pero Nadine Heredia es una virtual presidenta del Perú. Y eso es por decreto sentimental de su amante esposo. Basta ver el portal de Palacio de Gobierno para darse cuenta de su constante incursión en el poder. Sus frecuentes actividades públicas aparecen como las más importantes en esa Web, convirtiéndose, a veces, en un personaje bastante más protagónico que el propio mandatario Ollanta Humala Tasso. Trato preferencial informativo que casi no se ve con la mayoría de las primeras damas del continente. ¿O acaso piensan que La Moneda va a bombardear a los chilenos con los gestos mediáticos de la más bien discreta Cecilia Moreal de Piñera?¿O que el sitio oficial del gobierno de México va a darle a Margarita Zavala el lugar reservado al trágico Felipe Calderón?
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