sábado, 3 de marzo de 2012

Es necesario cambiar patrones de consumo, para salvar a la Tierra



El consumo insostenible por parte de los sectores sociales y los países más ricos, además de alimentar los indicadores de producción y comercio con que se mide usualmente la prosperidad, fomenta la depredación de recursos naturales y el deterioro ambiental sin ayudar en la reducción de la pobreza. El Informe de Social Watch 2012 profundiza en la comprensión del fenómeno y en propuestas para ponerle límites concretos en junio, cuando sesione en Rio de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (Río 2012).

Las propuestas apuntan a una transición hacia un modelo sustentable de producción y consumo, mediante el establecimiento de controles y sanciones de los insostenibles, en especial a través de impuestos que desalienten el dispendio y la eliminación de subsidios a actividades ambientalmente nocivas o que consoliden o promuevan las inequidades. Pero también a través de subvenciones a las industrias locales, el consumo de los hogares pobres y las tecnologías “ambientalmente amigables” en materia de energía, transporte, vivienda e infraestructura social.

Todos los capítulos del Informe coinciden en que el nuevo enfoque, sobre todo en estos tiempos de crisis, no puede conspirar contra la estabilidad del mercado de productos básicos, fundamental para el Sur en desarrollo, ni contra la recuperación del mercado laboral y el trabajo decente de los países pobres.

Se requiere, en ese sentido, “una comprensión más amplia del desarrollo sustentable, que abarque una revisión de las tendencias generales de producción y consumo actuales”, y que se prioricen “principios como la equidad, la justicia y las responsabilidades comunes pero diferenciadas”, resume, en un capítulo del Informe, la Red Árabe de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ANND). “Será necesario reorientar las inversiones, el comercio y las políticas financieras para que apuntalen estos objetivos, además de aprovechar la cooperación regional en estas áreas para aumentar la producción y la demanda a niveles nacionales y regionales.”

Hace 20 años, los jefes de Estado y de gobierno declararon en la Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro que “las causas principales de que continúe el deterioro del ambiente mundial son los patrones insostenibles de consumo y producción, particularmente en los países industrializados […] que agravan la pobreza y las disparidades”. “Esto es tan cierto hoy como lo fue en 1992”, observa en el resumen que prologa el Informe Roberto Bissio, coordinador internacional de Social Watch.

En la Cumbre de la Tierra de 1992, los países industrializados prometieron “tomar la delantera en el esfuerzo por alejarse de los patrones de consumo insostenibles”, pero “éstos han cambiado muy poco y, en cambio, se han extendido a los países en desarrollo, donde los ricos adoptan estilos de vida similares mientras la erradicación de la pobreza es difícil de conseguir”, observa en otro capítulo del Informe Chee Yoke Ling, de la Third World Network.

“A medida que las desigualdades en el ingreso aumentan en todos los países, el consumo excesivo e insostenible domina las opciones de producción (con consecuencias en la utilización de recursos naturales y la asignación de recursos financieros), mientras los pobres y marginados no pueden acceder a una vida digna”, indica el estudio de Chee Yoke Ling.

El desarrollo económico de Europa, por ejemplo, “se ha alimentado de manera creciente por el consumo y agotamiento de los recursos mundiales, lo que redunda en generación de riqueza para la región, pero también en degradación ambiental interior y exterior. Gran parte de este desarrollo se ha basado sobre la adquisición de recursos en terceros países” en “provecho propio”, advierten Mirjam van Reisen, de la Universidad de Tilburg, Simon Stocker y Georgina Carr, ambos de Eurostep, en un capítulo del Informe de Social Watch.

También el trabajo elaborado por Eurostep alerta que “los países más ricos ha explotado de modo desproporcionado los recursos naturales no renovables del planeta”, lo cual impone “una transformación radical y urgente del enfoque del crecimiento y la estabilidad económica, y de los modelos de producción y consumo”.

Sin ingreso alto, pero limpios y virtuosos

En el Sur en desarrollo, la consecuencia ha sido un “saqueo” que “sigue hoy” y acarrea “problemas tales como el cambio climático, la degradación de los suelos y la escasez de agua, que se constituyen en amenazas a la biodiversidad, la soberanía y la seguridad alimentarias, los medios de subsistencia de diversas comunidades en todo el mundo y el derecho general al desarrollo”, indica en el capítulo sobre el mundo árabe producido por la ANND.

“Poco se ha hecho” para reducir los excesos en el consumo y la producción “que contaminan y erosionan la biodiversidad e inducen el cambio climático” y que conducen a la Tierra a “una catástrofe social y ecológica”, coincide la declaración preliminar rumbo a Rio 2012 del Grupo de Reflexión de la Sociedad Civil sobre Perspectivas de Desarrollo Global incluida en el Informe de Social Watch.

A pesar de que el consumo insostenible tiene su correlato en el dispendio de energía, del estudio del Índice de Capacidades Básicas (ICB) de Social Watch se desprende que, mientras 13% de la población del planeta produce 50% de las emisiones de dióxido de carbono, 45 países que suman 1.200 millones de habitantes lograron un desempeño social “mejor que el promedio mundial con emisiones inferiores” también al promedio mundial.

Ninguno de ellos “está clasificado como país de ‘ingreso alto’”, observa Bissio en el prólogo del Informe. “Sin embargo, los miembros de ese grupo de los ‘limpios y virtuosos’ no reciben reconocimiento ni compensación por este logro. Al contrario, en forma semejante a otros países de ingresos medianos y los considerados ‘menos adelantados’, con frecuencia sucede que el espacio en que pueden hacer opciones de políticas nacionales para alcanzar un desarrollo sustentable se ve comprimido por demandas externas, condiciones e imposiciones que los empujan a tomar medidas como el recorte de impuestos y del gasto en servicios sociales”, agrega.

Bissio indica que “no hay relación directa entre más progreso en los indicadores sociales y las emisiones de dióxido de carbono”, pues, por ejemplo, Costa Rica y Uruguay, con tres toneladas por habitante y por año, “han logrado reducir su tasa de mortalidad infantil al mismo nivel que un país que emite 20 toneladas al año: Estados Unidos”. Y “con el mismo nivel de emisiones que Noruega, Sudáfrica tiene indicadores sociales similares a los de Indonesia, que consume cinco veces menos combustibles fósiles”, añade.

Las soluciones

“Hemos superado los límites ecológicos e ignorado los límites planetarios. Debido a la amenaza del cambio climático, ya estamos viviendo en un tiempo prestado. Los modelos actuales no sustentables de producción y consumo deben cambiar en el interés de nuestro bienestar futuro y el de nuestros descendientes”, según el Grupo de Reflexión, integrado por miembros destacados de Social Watch, la Fundación Friedrich Ebert, terre des hommes, Third World Network, la Fundación Dag Hammarskjöld, DAWN y el Global Policy Forum.

Entre las soluciones propuestas figuran las de tipo fiscal, agrega el estudio. “Cualquier forma de impuesto indirecto debe ser diseñado de manera tal que sea sensible al bienestar de los pobres mediante la introducción de la progresividad (por ejemplo, gravando el consumo de lujo) y mitigando los elementos regresivos. Redefinir las prioridades de la política del gasto público puede convertirse en una poderosa herramienta para reducir las desigualdades sociales y eliminar la discriminación, y para apoyar la transición hacia modelos de producción y consumo sustentables”, explicó.

Entre esas medidas, ese capitulo menciona la “abolición de los subsidios perjudiciales”, como algunos destinados a las exportaciones agrícolas, a las inversiones internacionales y a los sectores del agua, la energía (por ejemplo, para reducir el precio de los combustibles), la silvicultura y la pesca.

Al mismo tiempo, los Estados deberían elevar los subsidios beneficiosos, que estimulen “la producción y el consumo sustentables” y la redistribución de la riqueza, mientras apoyan a “las incipientes industrias locales y la introducción de tecnologías ambientalmente amigables” en áreas como “la energía renovable, los sistemas de transporte público sustentable y asequible, la vivienda eco-eficiente, la infraestructura social y los subsidios al consumo de los hogares pobres”.

“El principio de responsabilidad mutua y la sustentabilidad –especialmente en relación con el ambiente y el uso de la tierra, el agua, la electricidad y otros recursos básicos– resulta decisivo. Son necesarios controles y sanciones aplicables para el uso excesivo”, coincide el capítulo del informe elaborado por Miloon Kothari, ex relator especial de Naciones Unidas sobre Vivienda Adecuada, y Shivani Chaudhry, director asociado de la Red de Vivienda y Derechos a la Tierra de India.

Entre los “controles y sanciones”, Kothari y Chaudhry mencionan “el impuesto al consumo de ciertos recursos esenciales como el agua y otros recursos energéticos más allá de un cierto nivel para establecer niveles mínimos de consumo para todos y para garantizar la seguridad del ambiente. Este principio también requiere una gestión responsable y sustentable de los recursos naturales, incluida la energía”, concluyen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario