martes, 4 de diciembre de 2012

“La preservación del medio ambiente es, en primer lugar, una lucha política”




En un escenario de escasez de recursos naturales, y especialmente teniendo en cuenta la decadencia del orden unipolar que emergió al finalizar la Guerra Fría, ¿cómo ves los próximos escenarios en términos geopolíticos?

A mí siempre me ha llamado la atención la teoría de Olduvai de Richard Duncan, aunque algunos puedan considerar que el autor que la propuso es un lunático. Si uno mira racionalmente las cosas, esta teoría es muy coherente. Vivimos en la civilización del petróleo, una excepción fugaz que empezó en un lugar y momento determinado, en Estados Unidos en la década de 1920, y va a durar nos dice su autor, casi exactamente un siglo cronológico. En este siglo ha habido abundancia de petróleo, en el sentido en que se puede acceder al recurso y se garantiza este modo de vida capitalista para un número significativo de la población. Duncan nos dice que esto va a durar exactamente un siglo.

¿Y luego qué va a pasar? Pues el regreso a la historia tradicional de la humanidad: cuando se haya terminado la burbuja energética del petróleo, el retorno a la cueva de Olduvai, una caverna de Tanzania en donde se han encontrado los restos humanos más antiguos, y en donde se cree vivieron los primeros hombres. ¿Y ellos cómo vivían? A oscuras. Claro, decir eso hoy en el reinado de la luz y del despilfarro energético, puede sonar lunático y apocalíptico. Si se observa cómo funciona la moderna sociedad industrial, el anuncio no es ilógico.

Cada vez aumenta más el consumo de energía a nivel mundial, y es lógico que aumente porque, luego de la desaparición dela Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín y la imposición del mercado capitalista a nivel mundial, se generalizó su lógica productivista y consumista, así como su estilo de vida, entonces el mundo se convirtió en un inmenso supermercado en el que hay que consumir todo lo que exista.

En términos energéticos eso se expresa, por ejemplo, en la generalización del automóvil, porque la cantidad de automóviles que hoy ruedan en el mundo no tiene parangón histórico. Hay casos además extremos como el de China, y lo que sucede en Pekín, que puede considerarse como un ecocidio diario. Autores como Thomas Friedman, de los que uno no dudaría en ese sentido, por el culto al consumo, dicen que en Pekín cada día circulan mil nuevos automóviles.

Y si comparamos lo que hoy es Pekín con lo que era hace 25 años, observamos una transformación que comúnmente necesitaría mucho más tiempo para explicar cómo una ciudad se transforma hasta el punto que, de ser la capital mundial de la bicicleta, en donde no había automóviles, ni congestiones, ni choques, ni nada por el estilo, hoy sea un lugar con miles de automóviles, con embotellamientos y la contaminación que producen los coches. Este es el modelo que se está imponiendo a nivel mundial en todas las ciudades, con un consumo intensivo de automóviles con todo lo que eso supone.

En esas condiciones, lo que está sucediendo en el capitalismo es algo así como el que sabe que al frente hay un abismo, y en lugar de evitarlo acelera la fuga hacia adelante, que además es propia de los economistas. En lugar de retrasar la llegada al abismo, se está acelerando mediante todas estas formas de consumo, diciendo que las advertencias son anuncios catastrofistas, porque en otros momentos se han hecho anuncios similares pero el capitalismo ha logrado encontrar la alternativa energética necesaria y ahora las cosas no van a ser distintas. Eso es, más o menos, lo que se dice de manera optimista.

Pero hay dos aspectos geopolíticos que deben ser mencionados: una cosa es el discurso público y otro el discurso interno. En el discurso público, que venden las multinacionales, los políticos y muchos académicos, se sostiene que no es cierto aquello que el petróleo se está agotando, y hoy eso ha vuelto a cobrar fuerza, porque en Estados Unidos ha aumentado la producción de petróleo.

En consonancia, se dice que no es cierto que el petróleo se esté agotando. Incluso, el periodista ingles George Monbiot, que escribió un libro sobre el calentamiento global, ha dicho que las tesis sobre el pico del petróleo eran falsas y eso que estamos hablando de un personaje próximo al movimiento ecologista. Considera que no es cierto que exista pico del petróleo sino que, antes por el contrario, hay tanto que nos vamos a asar como sardinas en el petróleo, por estos supuestos nuevos descubrimientos.

Esto mismo afirman quienes niegan el pico del petróleo, lo que se dice y se escribe para desinformar y negar la magnitud de lo que está en juego, y proseguir con la misma lógica capitalista. Pero en el discurso interno, cifrado, de los políticos se dicen cosas completamente diferentes. En concreto ¿qué afirman tanto las multinacionales como los dirigentes políticos de los estados imperialistas, empezando por el de Estados Unidos?

Ellos tienen claro que el petróleo se está agotando, y no solo el petróleo sino muchos recursos. Incluso el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos han elaborado estudios sistemáticos en los que aparece un registro de los metales y de los minerales estratégicos y se establece un registro de sus necesidades. Incluso, hacen una caracterización: hay recursos estratégicos en los cuales Estados Unidos tiene una dependencia total, del 100 por ciento, es decir que todo lo debe conseguir en el exterior. Y luego viene un análisis de los recursos naturales en los que Estados Unidos depende hasta en un 50 por ciento.

Y todos los recursos estratégicos están en esa franja. Incluso, hacen una categorización todavía más precisa en aquellos recursos que consideran de seguridad nacional, es decir, es obligatorio que esos recursos se le faciliten a la economía de Estados Unidos. Y en algunos de esos informes se asegura que en el caso de que no sea así, Estados Unidos se reserva el derecho de utilizar todos los medios militares, incluyendo las bombas atómicas, para tener acceso a esos recursos.

Obviamente, eso no es de dominio público, ni los políticos, ni los académicos, ni los voceros de las multinacionales hablan de esa forma. Esa es información de consumo interno, que está relacionada con el control geopolítico y geoestratégico del mundo. Ellos tienen claro que los recursos materiales y energéticos se están agotando y, como lo tienen claro, han mapeado el planeta en zonas vitales, en zonas estratégicas, y en algunas zonas de reserva. En la geopolítica mundial se desenvuelve una guerra mundial por los recursos.

Me parece que es una tesis muy importante que planteó Michael Klare en varios libros: una guerra no declarada por los recursos, jamás reconocida como tal, un conflicto que se ha acentuado por la entrada en el escenario de nuevos actores, principalmente China e India. Porque lo significativo del tal milagro chino y el tal milagro indio radica en que estamos asistiendo a más de lo mismo, la formación de un capitalismo similar al de la revolución industrial inglesa del siglo XVIII.

Eso es lo que está emergiendo en los países mencionados. Y para hacerlo posible se necesita lo que es ineludible en términos físicos: materia y energía. Lo que están haciendo los chinos, y en menor medida los indios, es buscar fuentes de energía y de materiales. Los chinos ya están incursionando en África, y la división territorial de Sudán es una primera consecuencia.

Aquí en América Latina, los chinos han hecho acuerdos con la mayor parte de los gobiernos, incluyendo los llamados gobiernos progresistas, para asegurarse el control de importantes fuentes de minerales, empezando por el petróleo. Como se trata del mismo patrón civilizatorio, funciona con la misma fuente energética, con petróleo. De esta manera, lo que es seguro es el agotamiento del petróleo. Uno se pregunta, si China se embarcó lamentablemente en esa vía capitalista ¿cómo va a hacer después para mantenerla?

Esto que estamos planteando no es ni mucho menos popular, nadie lo sostiene porque se aplaude el modelo chino, que se presenta como la alternativa, como lo máximo en términos de crecimiento. Incluso, muchos aplauden que China pueda llegar a convertirse en el país hegemónico y esté impulsando otro tipo de capitalismo y cosas por el estilo.

Existe una disputa geopolítica por la apropiación de recursos y los grandes conflictos que hay en el mundo se encuentran relacionados, de manera directa o indirecta, con el control de fuentes energéticas y de recursos minerales. Y otra cosa que se empieza a ver con relación a la teoría de Olduvai estriba en que en muchos lugares del mundo ya es una terrible realidad y, tal vez un ejemplo a pequeña gran escala, es lo que sucede en Haití.

Es un país que se debería estudiar, porque es un anticipo de lo que espera al resto del mundo: un país devastado ambientalmente, al que solamente le queda el 2 por ciento de la capa vegetal que tenía hace 200 años, en donde han desaparecido los ecosistemas; la tierra es prácticamente un desierto; a la energía solo puede acceder una minoría escasa, mientras el resto de la gente vive en la oscuridad plena, muriéndose de hambre y miseria, y, además el territorio está ocupado militarmente porla ONUy los Estados Unidos, endeudado y sometido a planes de ajuste.

Es un anticipo del regreso a la cueva de Olduvai. En realidad, lo de Haití se presenta en muchos países del mundo, en las regiones donde la fuente energética fundamental sigue siendo la leña o el carbón vegetal. Esto indica que existe una segmentación energética que también es una segmentación de clase, porque, en última instancia, la diferenciación de clase se manifiesta en el consumo de energía, o sea, en el nivel de vida de las clases dominantes que tienen acceso a piscina propia, a casas confortables, a varios automóviles, que consumen productos microelectrónicos, todo lo cual finalmente es consumo de energía.

A nivel internacional hay parámetros sobre el nivel de consumo mínimo vital de energía indispensable para que un ser humano viva y se hacen las comparaciones entre el consumo de calorías de un habitante de Haití y un habitante promedio de los Estados Unidos, y las diferencias son impresionantes.

Decir estas cosas no resulta popular porque es muy dura la situación, y a nadie le gustan las malas noticias, a la gente le gusta exaltarse con los triunfos o con las grandes realizaciones de la humanidad y los triunfos individuales. Pero en algún momento deben plantearse estas cosas, aunque las personas que lo hagan sean como los malos agoreros del mundo contemporáneo.

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