viernes, 1 de junio de 2012

Perú: El manual (no publicado) para desprestigiar conflictos sociales...Plan D escape


Por: Francisco Pérez García

Desde que tengo contacto periodístico con el tema de conflictos sociales, sobre todo los de carácter medioambiental y relacionados a industrias extractivas, siempre he podido observar que existe una serie de patrones en el gobierno de turno (con sus respectivos lugartenientes y ayayeros) y los medios de comunicación que bailan en la comparsa, que parecen sacados de un manual, que podría decir algo así como “Documento base para desprestigiar actores de conflictos sociales. Estrategias para satanizar el problema”, o una cosa por el estilo.

Este manual inexistente determina al parecer algunos elementos a ser tomados en cuenta por los presidentes y uno que otro periodista. Estos son:

1.Los complotadores antisistema: Desde Tambogrande en la época de Toledo hasta Espinar y Conga en este gobierno ¿nacionalista?, siempre se ha puesto de manifiesto la necesidad de convertir, por lo menos, a un dirigente social o representante político en el patán complotador que antepone sus intereses personales al desarrollo económico del país, así este desarrollo pase por encima del medio ambiente y el estilo de vida de la población.

El personaje complotador siempre está rodeado de otros “antisistema” por lo general “rojos radicales, quintacolumnistas y nostálgicos de la subversión de Sendero”. Además, casi siempre, es auspiciado por una ong (de preferencia europea de países socialistas).
Para el manual, el complotador es casi un Hitler en potencia que azuza a la población convirtiendo a los “pobres indígenas” en títeres e instrumentos de “intereses caviares” que sólo “quieren justificar el uso del dinero que no registran para el país”.

Al complotador, sea Ojeda (Tambogrande), Pizango (Bagua), Aduviri (Puno), Magdiel Carrión (Majaz, Piura), Arana, Santos (Conga, Cajamarca) y Mollehuanca, Hebert Huamán (Espinar, Cusco), hay que meterle todo el peso de la ley, perseguirlo como un ladrón, tratarlo peor que a terrorista y de ser posible detenerlo y capturarlo con 200 policías, delante de sus “seguidores” para “escarmentarlos”.

De ser posible, vincular (que duda cabe) al complotador con otros complotadores internacionales, mucho mejor si es Hugo Chávez que pretende adueñarse del mundo entero.

Cosa curiosa, hasta el año pasado, quien pintaba como complotador era el hoy presidente de la Repùblica, Ollanta Humala, quien parece haber dejado al nacionalista, bien guardado en el clóset para permitir la salida de un exmilitar pragmático (fujimoristamente hablando) que califica ahora a los que protestan, como enemigos del desarrollo.

En este acápite, Humala, Valdés, Otárola, y los amigos de Juventud Nacionalista y Marcona Protesta entre otros cheerleaders del gobierno compraron el inexistente manual.

2. Los manifestantes manipulados por fuerzas oscuras: Para los promineros y seguidores de las normas más ortodoxas del libre mercado, no existe un espacio de posibilidad de que los manifestantes (por lo general de comunidades campesinas y nativas originarias) tengan la mínima capacidad de raciocinio y puedan ser capaces de pensar en lo que creen conveniente.

Para ellos sólo puede aplicarse otro capítulo del inexistente manual y empezar a calificarlos como “los pobres campesinos” que son manipulados por los complotadores y su pléyade de ongs y medios (dizque) alternativos para llevarlos a la pampa o la carretera a bloquear las rutas, tomar plazas y convertirse en carne de cañón para las balas policiales.

Para los que compran el manual, no existe razón alguna que amerite creer que estos peruanos puedan tener libre albedrío. No que va, son manipulados y hasta chantajeados para cumplir con los objetivos desestabilizadores de los complotadores y sus hilos terroristas.

3. Los medios de comunicación y algunos periodistas son tus aliados para acabar con los complotadores: Incluso pueden convertirse en tus más asertivos fiscalizadores. Siempre debes tener a la mano a uno o más periodistas dispuestos a ofrecer sus líneas y minutos para editorializar sobre los bárbaros complotadores, los malditos antisistema que petardean el país y los rojos dirigentes que sólo buscan su rédito político posterior.

Los medios y periodistas leen esta parte del manual, comprometiéndose a ser parte de la ola que arrasa a los complotadores. Por eso cuando se van de enviados especiales a la zona de conflicto, llegan con el pie en alto, dispuestos a inmolarse por la causa y a la pregunta “oiga señor por qué es usted violento y atenta contra el país?” espera que le respondan adecuadamente.

Más aún la pregunta va acompañada con la voz más citadina que tengan y con el aíre más alzado que se pueda, para hacer sentir que “ustedes provincianitos están provocando que el país se vaya a la mierda”.

Aquí valdría la pena leer el análisis que hace José Alejandro Godoy sobre el papel de los periodistas en conflictos sociales.
Errores de siempre:
Rolando Arellano en su post, a ellos hay que explicarles claramente las ventajas y desventajas del proyecto minero o petrolero.

Lo que no se explica en el manual es que los gobernantes de turno, ayayeros y periodistas de Lima deberían entender que su forma de ver el país no necesariamente es igual al poblador de Cajamarca, Espinar o Bagua.

Los pobladores no son pobres idiotas que puedan ser fácilmente manipulables. Como dice hoy

El periodista que va a la zona del conflicto, debe conocer aunque sea de forma básica el pensamiento colectivo de la población, saber cómo entrar, no llegar con el aíre del capitalino que viene a llamar la atención y poner orden. Los manifestantes verán siempre en los periodistas a las extensiones de los gobernantes y las empresas.

Los dirigentes sociales, que duda cabe, tienen intereses particulares y políticos, sino que lo diga Humala que se convirtió en “pato de boda” de cuanta movida antiminera hubo en el país desde 2001 hasta antes de las elecciones del 2010 y ni que decir de Toledo o el mismo Alan que incluso “lideró” un paro pidiendo la vacancia de Toledo, de este grupo no escapa el mismo Marco Arana.

Pero lo que deben entender los colegas periodistas es que si algunos acusan a los dirigentes de azuzar a la población, ellos azuzan la figura pública y las intenciones políticas de estos líderes, convirtiéndolos, junto con los gobernantes y ayayeros de turno, en inútiles mártires de su lucha y endiosando a estos personajes delante de una población que se verá vulnerada en sus derechos al ver a su dirigente tras las rejas y tratado como el más peligroso “Gringasho” de nuestros días.

Este manual inexistente es una porquería. Menosprecia a nuestros compatriotas, minimiza sus capacidades intelectuales y hace que buenos periodistas de pronto pierdan la perspectiva actuando como sucursales de aquellos que exigen la pronta desaparición de los conflictos a la mala, sin un ápice de autocrítica gubernamental.

Y ese es otro error del gobernante que lee el manual y de sus ayayeros, son incapaces de reconocer que el conflicto les reventó en la cara, porque lo patearon lo postergaron, lo hicieron rodar, lo chotearon por condecorar a una estrella de rock o viajar a otros continentes para concretar más negocios. Así visto, el manual no ayuda, sólo complica.

Una para irnos: Caso Radicales Libres


Lamentable lo que conocimos por la tarde. La decisión de la directiva de RBC de cerrar el programa Radicales Libres y el noticiero El 11 Informa, dos espacios que se habían caracterizado por la nota limpia y bien lograda y la cobertura de estos conflictos que el manual trata de ocultar.
Todo parece indicar que una entrevista a Marco Arana y la nota enviada desde Cajamarca por el tuitero cajamarquino @alanele reconocido por su firme oposición al proyecto Conga, habrían colmado la paciencia de alguien muy muy arriba (y no es Dios) y habría generado que el mandamás del canal actúe (como en gobiernos anteriores) sacando al equipo encabezado por Alexandro Saco.

Desde aquí nuestra solidaridad con él, Paul Maquet, Laura Arroyo, Raul Wienner, mi amigo Jack Hurtado, Pepe Mata y otros jóvenes periodistas que apostaron por hacer un periodismo serio, social, sin morbo ni sangre… y que fueron lanzados por la ventana por miedos a perder señales y canales… tan simple como eso: tu cabeza por mi negocio.

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