Por Payo Pauch
El Perú es un país privilegiado por la naturaleza, posee 84 zonas de vida de las 104 zonas a nivel mundial, 11 ecorregiones, una rica y variada flora y fauna, 28 climas de los 35 identificados en el planeta, 1.700 glaciares tropicales que son el 70 por ciento de los glaciares tropicales del mundo, con más de 12 mil lagos y mil ríos, con extensos y ubérrimos bosques amazónicos, un mar generoso por su riqueza ictiológica, con los andes peruanos como uno de los ocho centros mundiales de origen de la agricultura, entre otras riquezas biológicas y naturales del país.
Además de esta mega diversidad de ecosistemas, genes, especies de plantas y animales, también nos caracteriza nuestra pluralidad cultural, herederos de diferentes culturas precolombinas, las culturas quechua, aymara, así como de la influencia de las culturas hispana, árabe, china, africana, japonesa, italiana, somos consecuencia de diferentes legados culturales.
Existe en la actualidad, 14 familias lingüísticas con aproximadamente 60 pueblos originarios amazónicos y andinos, los cuales aprovechan y conservan su entorno, adaptándose a la compleja heterogeneidad de sus ecosistemas, gracias a la organización solidaria y de reciprocidad, caracterizada por el respeto al medio ambiente y su diversidad de cultivos nativos que son la despensa y seguridad alimentaria del país.
Por otro lado, el país se encuentra geográficamente desarticulado, económicamente fragmentado y socialmente excluyente. Con una inadecuada distribución de la población, con el 60 por ciento asentada en la costa, con regiones poco desarrolladas, con altos niveles de pobreza y desigualdad económica, donde las diferencias entre ricos y pobres son muy grandes.
Ante una costa privilegiada por el centralismo y las inversiones empresariales, especialmente por la agro exportación excluyente y la pesca sobredimensionada; tenemos una sierra postergada y desdeñada, cuya actividad agropecuaria languidece, con cultivos andinos en proceso de extinción, además de una minería depredadora sin responsabilidad social; una selva explotada y lotizada por diferentes concesiones leoninas (petroleo, minería, gas, madera etc.).
Teniendo el país que afrontar un grave proceso de desequilibrio medioambiental y pérdida de su biodiversidad: deforestación, contaminación del agua, sobreexplotación del mar, extractivismo voraz, desertificación, erosión de suelos, crecimiento urbano desordenado, entre otros.
No olvidemos que el Perú, frente a los riesgos del cambio climático, es uno de los tres países más vulnerables a nivel mundial, junto a Honduras y Bangladesh. Siendo propenso a eventos severos como sequías, inundaciones, heladas, huaicos etc. con fuertes impactos socioeconómicos, especialmente en la población más vulnerable del país.
Asimismo, en diferentes foros y debates hemos escuchado sostener que el Perú es un país minero, otros afirman que es forestal, agrícola, pesquero, de acuerdo a los intereses económicos o empresariales.
Somos un país diverso, pluriproductor; y el querer sobredimensionar un determinado recurso como la mayor riqueza del país, es negar o subestimar la importancia y desarrollo de otros recursos potenciales que para ser transformados y productivos, requieren de la ciencia, tecnología e innovación que conlleve a su industrialización.
Así como un Estado que priorice los intereses nacionales y el respeto a la naturaleza, con inversiones públicas y privadas que beneficien a la mayoría de los peruanos y no solamente a una minoría capitalista empresarial. Así dejaremos de ser solamente un país exportador de materias primas, sin valor agregado, con crecimiento económico, pero sin desarrollo multidimensional (educación, salud, seguridad, institucionalidad etc.).
Es lamentable que el actual gobierno, no tenga la voluntad política por tomar en serio el desarrollo sostenible del país; o remediar por lo menos los problemas ambientales que nos aquejan. Su miopía cortoplacista y neoliberal, se manifiesta en el Ministerio del Ambiente sumido en un estado de marasmo legislativo y de gestión ambiental: no fiscaliza, no controla, no protege ni preserva, siendo notorio la presencia de intereses económicos.
Por lo que urge una política de ordenamiento territorial en el país, para establecer los usos, ocupación, transformación y gestión del territorio, desde una visión integral, que oriente y ordene las inversiones o intervenciones públicas y privadas. El ordenamiento territorial no solamente es un instrumento clave de prevención de conflictos sociales, sino también un ente gestor del desarrollo sostenible del país.
A partir de la información veraz y permanente, la consulta previa y la participación de los actores sociales, podremos consensuar una adecuada formulación e implementación legislativa, ágil y descentralista del reordenamiento territorial. Solo así evitaremos la ocupación de zonas de riesgo, superposición a áreas naturales protegidas, de territorios de pueblos indígenas, pérdida de recursos naturales, degradación ambiental, entre otros.
Es necesaria e indispensable la dación de una Ley de Reordenamiento Territorial. No esperemos que el Perú se convierta en un país ecológicamente insostenible, con un patrón energético altamente contaminante y una sociedad urbana inviable, controlado y gobernado por un capitalismo salvaje.
PD: ¿Es tan fácil caminar con la derecha, después de haber sido elegido con la izquierda?… la historia y el pueblo lo juzgarán.
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