Escribe: Sinesio López
Una
de las cosas que más me llamó la atención de la marcha “Con mis hijos no te
metas” era el rostro desencajado de los manifestantes que vociferaban calumnias
e insultos contra sus supuestos enemigos que defienden la igualdad de
oportunidades para hombres y mujeres y que, recogiendo la contribución de las
ciencias sociales, sostienen que el género es una construcción social a partir
de la realidad biológica del sexo.
Ese
rostro desencajado expresa el rechazo a la violación de algo que los
manifestantes juzgan sagrado e intocable. Ellos creen a pie juntillas que Dios
creó a los hombres y mujeres con sexos diferentes y que, como ley natural
creada por Dios, ella es inmutable: Ni las sociedades, ni las culturas ni los
Estados la pueden cambiar. Cualquier intento de cambiarla tiene que ser
combatido y toda violación tiene que ser castigada con la muerte como ha
sostenido el pastor Rodolfo González: “Si Ud. ve a dos mujeres besándose mate a
las dos”.