Por: Cesar Mejía Lozano
Ese monstruo que devora los cerros y vomita miseria
es el mismo que avinagra la tarde azul de mi pueblo.
Ese monstruo devoró los àrboles, los rios y los hombres;
ha cubierto de odio los senderos de la puna.
Ese monstruo que devora los cerros y transpira cianuro
tiene el poder de convertir el oro en excremento.
Se desplaza torpemente asesinando el paisaje,
llenando de llagas el cuerpo de la tierra, abriendo heridas profundas
en la epidermis del futuro.
Se regocija perforando el cielo iluminado de mi patria,
sepultando de relaves el corazón de la cordillera,
haciendo añicos los espejos azules de la jalca.
Pero ese monstruo que devora los cerros
no es invencible y ha de caer,
no es invencible y ha de caer,
inevitablemente, víctima de su propio veneno.
(*) Poeta, una de las mentes más brillantes de Bambamarca
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