El fin de semana, el Presidente de la República Ollanta Humala señaló que quisiera ser recordado como el presidente que logró sacar adelante el desarrollo petroquímico del Perú. Señaló además que este es un gran proyecto para el país pues el Perú es fundamentalmente minero y el gas permite balancear el tema minero. Desde Otra Mirada saludamos esta intención presidencial. Consideramos fundamental que el desarrollo petroquímico en el Perú sea una realidad ya que no sólo se trata de una deuda histórica con el país, sino que permitirá la industrialización del gas al mercado mundial, como lo hemos analizado en nuestro Suplemento de Setiembre 2012. Sin embargo, debemos alertar al presidente haciendo de aguafiestas y señalándole que el proyecto presentado por el Ejecutivo, en el cual se propone un ducto de etano entre otras cosas, hace imposible que se logre desarrollar el polo petroquímico que necesita el país.
El presidente ha indicado que este ducto complementa el Gasoducto del Sur y que éste será construido de todas maneras. Esto es inexacto. Lo primero que hay que señalar es que no hay suficiente etano para dos petroquímicas, una con el etano-ducto costero sur y la otra con el gasoducto surandino y su petroquímica. Sólo para uno de ambos. El diseño presentado al entregar el etano del lote 88 y 56 al gasoducto central, le quita rentabilidad a la petroquímica y anula el gasoducto surandino y sus ramales, los cuales se entrelazan con ella. Fragmenta en tres áreas, lo cual restringe la seguridad energética nacional. Esto cancela el diseño integrador asumido por las leyes vigentes. Se beneficia así el consorcio Camisea (monopolio) pues los usuarios del gas quedan cautivos al abastecimiento y precio que imponga el monopolio y, por tanto, son perjudicados.
Pero además, hay que develar el cuento del “etano-ducto costero”, ¿para quién es este etano-ducto si no existe complejo petroquímico? Vale decir, ¿de qué sirve tener el ducto que transportará el etano si no contamos con la petroquímica que lo trabaje, lo separe, etc.? Y si está dedicado a ser exportado y es separado en Pisco, que tiene puerto, ¿Quién lo va a llevar hasta Ilo con un sobrecosto de mil kilómetros de transporte? ¿Qué es lo que transportará este ducto? ¡Vaya misterio sin resolver!
Recordemos que con el Gasoducto en el Sur, además de rentabilizar con su demanda el gasoducto surandino, se entraría a un nuevo momento en la industria petroquímica de nuestro país. Esta, la petroquímica, es decisiva para dejar de ser un país exportador de materias primas y pasar a ser uno con desarrollo industrial nacional, teniendo en cuenta, además, que los avances de la industria petroquímica a nivel mundial son muchos y las nuevas técnicas de refinamiento y cracking permiten generar materias primas para diversas industrias derivadas y reemplazar gran parte de las materias primas naturales.
Por ello, el complejo Petroquímico del Sur, que se localizaría en una zona muy excluida y postergada de nuestro país, constituye no sólo un proyecto industrialista, sino descentralista e inclusivo para el país. Querer variarlo a último momento o beneficiar a un monopolio en lugar de tomar la batuta en esta revolución es además de irresponsable, decepcionante para millones de ciudadanos que creyeron en estas promesas. Un ducto de etano no complementa el gasoducto. El etano-ducto costero propuesto elimina la posibilidad de que sobreviva un proyecto integral y la nueva propuesta cambia la original por una con enfoque inferior y local que, finalmente, no soluciona nada.
El Presidente debe considerar que sí es posible ser recordado como aquel que desarrolló la petroquímica en el Perú, pero para ello necesita releer sus planes originales asumidos con la ciudadanía, recordar sus propuestas y compromisos con la nación, honrarlos y dejar de variarlos en función de intereses con nombre propio. Así, sí valdría la pena ser recordado.
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