martes, 17 de julio de 2012

‘Los últimos días de Óscar Valdés’

Ollanta Humala

Por Ricardo Uceda

El miércoles 11 de julio, el premier Óscar Valdés tenía una buena noticia que darle al presidente Humala.

Había concluido satisfactoriamente la negociación en Moquegua entre Anglo American, el gobierno regional y la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). La empresa iba a dar más de 350 millones de dólares como aporte social, un poco más del diez por ciento del valor total del proyecto. Era el caso, pensaba Valdés, que Humala estuviera allí, en la firma del acuerdo. Los resultados en Moquegua, tras un duro trabajo de la PCM y de los otros actores, como el presidente regional Martín Vizcarra, contrastaban con los de Cajamarca.

Al término de la reunión, Valdés tenía cara de pocos amigos. El Presidente le había notificado que dejaría el cargo la semana próxima.

En realidad, el Premier había puesto a disposición su puesto una semana atrás. Pero actuaba como si esperara completar el año en el cargo. De hecho, en los últimos días hizo nombramientos en el ámbito administrativo de su incumbencia. También despidió a un asesor de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) por haber discrepado en su Facebook sobre la detención del dirigente de Tierra y Libertad, Marco Arana.

Antes de su reunión con Humala se llevó varias sorpresas. No podía imaginar que el ex premier Salomón Lerner sería nombrado representante del gobierno en Unasur, en un significativo gesto de cercanía del Presidente con la administración que él reemplazó. Durante la semana, en diversas declaraciones, Lerner no ha ocultado sus críticas a Valdés por defectos de su gestión.

Otra sorpresa para él fue el nombramiento de los facilitadores para el diálogo de Conga: el obispo Miguel Cabrejos y el padre Gastón Garatea. Esta decisión marcó el punto más alto de sus desencuentros con Humala respecto del tratamiento de los conflictos sociales. En su opinión, los facilitadores no cambiarán el curso de la situación.

FUERA DEL CASO

Cuando comenzó la gestión del segundo gabinete, las relaciones de Valdés con Humala eran muy fluidas, en especial respecto al tratamiento de las protestas contra el proyecto Conga. Sintonizaban, sobre todo, en la idea de mantener firmeza ante el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, mientras desde el Estado se desplegaba una enérgica política de hacer proyectos de riego y de acopio de agua en la zona. Los ministros de Vivienda, René Cornejo, y de Energía y Minas, Jorge Merino, se pusieron a trabajar intensamente, en la idea de que la población simpatizaría con las obras más que con las manifestaciones contrarias al proyecto.

Pero un nuevo actor entró a tallar: el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal. Por la especialidad de su ministerio, aprecia las cosas desde una perspectiva distinta que la de su colega de Energía y Minas. En el fondo, hay una tensión en torno a qué sector se encargará de hacer los Estudios de Impacto Ambiental (EIA), una atribución que Merino no desea que pierda su ministerio. En cuanto a la crisis de Conga, resultó que Pulgar Vidal era más escuchado por Ollanta Humala y Nadine Heredia que el titular de Energía y Minas.

En todo momento, Valdés ha estado más identificado. En varias ocasiones tuvo que apreciar, sin embargo, que “Mapache” (el discreto apelativo de Pulgar Vidal en el gobierno) iba a Palacio de Gobierno a despachar con Ollanta o con Nadine. Y no con él.

En realidad, pronto se hizo evidente que el Premier estaba fuera del caso Conga. Esto se apreció mejor durante la etapa del peritaje.

FUERA DEL PERITAJE

El Presidente ordenó que el ministro del Ambiente tratara los asuntos del peritaje de Conga que estaban a cargo de los expertos Rafael Fernández Rubio, Luis López García y José Martins Carvalho. En rigor, ellos habían sido contratados por la Unidad de Conflictos de la PCM, que estuvo en contacto con ellos durante su estadía en el Perú. Cuando concluyeron el trabajo y vinieron de Europa para entregarlo, Humala no quiso que nadie, con excepción de Pulgar Vidal, leyera el informe concluido.

El 9 de abril, cuando llegaron, el ministro del Ambiente los buscó en el hotel Sheraton, donde estuvieron hospedados. Pero López García le había entregado el USB con el informe a Víctor Caballero, el responsable de la Oficina de Conflictos, su contraparte. Caballero se lo metió en el bolsillo y cuando apareció Pulgar Vidal se lo entregó.

Cuando Humala supo que Pulgar Vidal no había recibido directamente el informe se molestó con Valdés. No habían obedecido una orden suya. Es posible que desde ese momento Caballero también tuviera los días contados.

Aunque hubo una presentación pública en la que López García le entregó el peritaje de 260 páginas al premier, el acto fue solo para la foto. El documento ya había sido revisado por el gobierno. Hubo algunos momentos de tensión: los peritos no habían querido cambiar algunos términos que incomodaban a Energía y Minas en la medida que implicaban críticas indirectas al EIA de Conga. Pero en general el gobierno, Valdés incluido, consideró que se había dado un gran paso para la solución del conflicto de Conga.

Pulgar Vidal y Humala (o tal vez Nadine) decidieron que los peritos se quedaran unos días más. Valdés no participó en la decisión. Era una demostración de que, pese a que su despacho tenía temáticamente los conflictos sociales a su cargo, en realidad el manejo se hacía desde la presidencia, usualmente a través de la oficina de Nadine Heredia.

LA MALQUERIDA

Desde que se agudizó el conflicto de Conga, a fines del 2011, el entonces ministro del Interior, Óscar Valdés, era partidario de doblegar a Santos con una posición firme. Decía que era un ratón enfrentándose a un león, y el león tenía que rugir; si no ¿qué tipo de león era? En esto sintonizaba mejor con Humala y de hecho discrepaba de Lerner, quien quería llegar a un acuerdo por las buenas con el presidente regional de Cajamarca.

En cuanto a Caballero, pensaba que Santos sólo iba a dialogar si no le quedaba otra salida. Había que aislarlo y después darle una salida. Esta es la visión que ya no prevalece ahora, con el nombramiento de los facilitadores.

La Unidad de Conflictos de la PCM terminó siendo malquerida por los Humala y apreciada o reapreciada por Valdés. Es difícil conocer a ciencia cierta la causa. Por un lado, puede ser desconfianza a su titular, Víctor Caballero, quien proviene de la izquierda (un posible motivo) y trabaja en Conflictos Sociales desde la administración aprista (otro posible motivo). En Palacio de Gobierno se afirma que no “resuelven” los conflictos o no los anticipan, aunque una revisión de los problemas principales demuestra que o ya estaban dialogando desde antes del estallido de una crisis, o la violencia desencadenada no tuvo relación con el problema original.

En todo caso, asesores de Humala buscaron un reemplazo a Caballero desde por lo menos el mes de mayo. Pensaron en la geógrafa Tania Burstein, pero finalmente ella fue contratada para otra posición en la PCM.

Humala, sin embargo, no esperó a que hubiera un cambio para enviar a un oficial de inteligencia militar a la Unidad de Conflictos. Trabaja allí, estudiando la situación y reportando directamente al Despacho Presidencial. No al premier Valdés.

FUERA DE CONGA Y ESPINAR

La designación de los mediadores eclesiásticos ocurrió luego de un proceso de sistemático marginamiento a Valdés por el gobierno para manejar los conflictos. Desde que concluyó el peritaje, el responsable político del caso Conga en Cajamarca fue el ministro Vivienda y Construcción, René Cornejo, quien despachaba directamente con Humala o con Nadine. Y cuando estalló el conflicto de Espinar, el jefe político designado fue el titular de Ambiente, Manuel Pulgar Vidal. Como Cornejo, no despachaba para estos asuntos con Valdés. De un lado, esto es coherente con las expectativas que Humala tenía sobre Valdés, que no es un político. Quería que hiciera caminar el Estado, los proyectos y las tareas ministeriales.

–Encárgate de lo técnico, que Nadine y yo veremos lo político –le habría dicho el Presidente.

Y, en efecto, la pareja presidencial sigue con detalle lo político. Pero es imposible sacar a laPCM de los conflictos sociales y su manejo, por más que la última decisión se tome “arriba”. Actualmente, por ejemplo, la PCM encara 68 conflictos sociales, de los cuales hay 7 con solución exitosa, 40 en situación de monitoreo –es decir, medianamente controlados– y 21 en cuidados intensivos. La complejidad de cada uno de estos requiere de un equipo mucho más fuerte y empoderado que el actual, que sintonice transversalmente con los ministerios y con la presidencia.

En los últimos días de Valdés, la concordancia política se había roto entre la PCM y la Presidencia. Tanto estaba en desacuerdo Valdés con el nombramiento de mediadores que el pasado martes declaró que les deseaba éxito en Cajamarca, pero que no veía voluntad de diálogo en Gregorio Santos ni en Wilfredo Saavedra, el aliado radical del primero. Nadine Heredia salió a responderle sin nombrarlo, apoyando la gestión de Cabrejos y Garatea. Y este último también declaró pidiéndole al Premier “que no les quite la silla” a los facilitadores del diálogo.

“POLLO SIN CABEZA”

Desde su oficina, Valdés ha observado procesos exitosos a los que cree haber contribuido, pero que no se le reconocerán. Por ejemplo, el cabildeo de su oficina para que 65 alcaldes de Cajamarca vinieran a Lima a entrevistarse con Humala, dando la imagen de que era Santos el aislado y no el gobierno. O el sigiloso trabajo para la instalación de la mesa de diálogo enEspinar. O los acuerdos con Quellaveco, en Moquegua, y con la comunidad de Andoas enfrentada con Pluspetrol. En las gestiones exitosas no ha aparecido la imagen suya sino la de los ministros Cornejo y Pulgar Vidal. Él se va a quedar con el pasivo: por ejemplo, con la cifra de quince muertos durante las protestas sociales durante 2012. Aunque en casi la totalidad de estos casos –con excepción de Conga– el gobierno logró acuerdos luego del estallido de la violencia, a través de la PCM, la imagen resultante es la de la frustración y la inoperancia gubernamental.

Lo que trató de hacer, en las últimas horas, fue reivindicar sus puntos de vistas en sucesivas entrevistas periodísticas. Defendió, por ejemplo, a la Unidad de Conflictos ante las críticas de la vicepresidenta Marisol Espinoza. Después, poco más le queda por hacer. “Como un pollo sin cabeza”, ha escrito Augusto Álvarez Rodrich en este diario. El jueves pasado no pudo ir al VRAE con los ministros.

–Orden del presidente –le dijeron a su jefe de gabinete.

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