Gramma, 10 de agosto, 2012.- La mayor sequía en Estados Unidos en más de 50 años amenaza con disparar los precios de la cesta de la compra, pone en cuestión la viabilidad de los biocombustibles y revela el impacto climático en la seguridad alimentaria.
La inusual ausencia de lluvias en el medio oeste y sur estadounidenses se está alargando demasiado y ha reducido a hojas secas y tallos escuálidos inmensas extensiones de maíz y soja, materias primas de la industria alimentaria, que amenazan con disparar los precios no solo en EE.UU., sino a nivel mundial.
Estados Unidos, el primer productor mundial de maíz, seguido de China y Brasil, se encuentra ante un año nefasto para las cosechas debido a una sequía que se ha centrado en los estados agrícolas y que afecta al 88 % del maíz y el 77 % de la soja.
La sequía, extrema en estados como Indiana e Illinois, ha encarecido los precios del maíz en hasta un 50 %.
Según Randy Spork, presidente electo de la Asociación Nacional de Productores del Porcino, esta semana ganaderos como él ya están experimentando un aumento del precio de los piensos para sus piaras, y la principal preocupación es que los insumos escaseen y “los consumidores no estén dispuestos a pagar los precios finales”.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos estima que los precios de la carne de ternera subirán este año entre un 4 y 5 % debido a la sequía, mientras que los del cerdo, pollo, leche y huevos lo harán en un porcentaje similar.
Las asociaciones de ganaderos de todo el país están pidiendo que se reduzca o cancele temporalmente el mandato federal que obliga a dedicar una parte de la producción de maíz a biocombustibles y se moderen así los precios, cuyo impacto puede afectar a los precios de la cesta de la compra fuera de Estados Unidos.
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