lunes, 26 de septiembre de 2011

El curita Arana



Por Rocío Silva Santisteban

Una amiga del Facebook, a quien respeto, escribió la siguiente nota: “Las pintas pro terroristas, a favor de Abimael Guzmán aparecidas en SJL fueron hechas por militantes de Tierra y Libertad del padre Marco Arana… ¡que investiguen a ese curita es lo mínimo!”. Como la mencionada amiga se trata de una persona —vuelvo a insistir— a quien respeto, a pesar de encontrarnos equidistantes en nuestras propuestas políticas, no pude dejar de dar mi opinión indignada sobre la forma como se refería a Marco Arana y de decirle que pongo mis manos al fuego por el tal “curita”, pues no solo lo conozco, sino que estoy absolutamente convencida de que es un hombre de paz y jamás podría ser el líder de un movimiento que tuviera algún vínculo con Abimael Guzmán.

Lo sospechoso es que días antes de la noticia de las pintas de los supuestos simpatizantes de Arana y Guzmán, el 15 de setiembre, el padre Marco Arana fue emboscado junto a su comitiva, a las nueve de la noche, en la zona de Quispampa, cerca de Huancabamba, Piura, en una situación extraña que bien pudo ser un accidente mortal: dejaron inmensas piedras en la curva del precipicio de una carretera estrecha. Felizmente gracias a las maniobras del chofer pudieron seguir adelante. Sin embargo, cuando atravesaron la zona, los esperaban un grupo de personas que primero les lanzaron piedras y luego balas. Media hora antes un grupo de ronderos había intervenido la movilidad de Arana y le había pedido su identificación para, cotejando con una lista, sacarlo del carro por sospechoso. Marco Arana, su familia y los otros miembros de GRUFIDES, la institución en la que trabaja, han sido no solo amenazados, reglados, chuponeados, perseguidos y espiados por diversas instituciones —entre las que se encuentra BTR— sino que, incluso, algunas voces masculinas han amenazado con violar a las trabajadoras de GRUFIDES. Una prueba de ello es el documental Operación Diablo, que dirigió Stephanie Boyd y que ganó varios premios en Berlín. El documental muestra con imágenes contundentes todo el seguimiento que le hicieron varios “espías” a Marco Arana: ¿quién les pagó para que hagan ese trabajo de seguimiento?

En múltiples oportunidades Marco Arana ha sido el mediador de grupos de pobladores o de estudiantes exaltados que solo querían responder con piedras ante la injusticia; pero ha sido él, quien con firmeza siempre ha sostenido que la violencia solo acarrea violencia. En una parte del documental precisamente se pueden escuchar esas palabras dirigidas a los manifestantes: ”Yo les suplico/les ruego/les pido en nombre de Dios/por favor, busquemos paz”. Por eso mismo todos sus reclamos se apegan a la ley, a las investigaciones serias en temas ambientales, a solicitar el ordenamiento territorial en Cajamarca, a pedir y exigir una reglamentación para la Ley de Consulta y, sobre todo, a denunciar el gran problema del futuro para nuestro país: la contaminación y la escasez de agua.

Quisiera hablar claro: yo no quiero escribir una elegía a Marco Arana dentro de poco. Me niego a que él sea el primer ambientalista reconocido asesinado en este país. No quiero que muera ni un solo ambientalista en el Perú. Me espanto ante lo que ha sucedido en Brasil con tantos ambientalistas, desde el reconocido Chico Mendes hasta los esposos Joao Claudio Ribeiro da Silva y María do Espírito Santo, asesinados en mayo de este año. Pero lamentablemente la situación está planteada de tal manera que, si este “casi accidente” no produjo la muerte de cuatro personas, sí nos hace sospechar de los “poderes fácticos” en este país y de lo que pueden llegar a hacer cuando sus intereses se ven bloqueados por la lucha de un pueblo por su dignidad.

Esta kolumna ha sido publicada en Domingo de La República el 25 de setiembre, día en que se ha cambiado el template de la web de La República y ahora no se puede encontrar nada.

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