Como
sobreviviente del Sodalicio, alguna vez escribí una denuncia contra la
institución que —por motivos personales y familiares— nunca llegué a formalizar.
He aquí un extracto.
«En
1979, cuando yo tenía 16 años, asistía semanalmente a la Comunidad de San
Aelred en Magdalena del Mar para tener sesiones de consejería espiritual. Como
es usual en muchas comunidades sodálites, había espacios para recibir a la
gente que venía de visita, separados del resto de la vivienda por una puerta
con la palabra PRIVADO.
En
uno de estos espacios, durante una conversación que había llegado a un punto
muerto debido a que yo me resistía a hablar sobre ciertos asuntos personales,
el consejero me dijo que iba a entrar al PRIVADO para pedirle a Germán Doig
permiso para hacer algo. Al poco tiempo regresó y me ordenó que me desnudara
por completo. Inicialmente tuve reparos, pero luego insistió en que lo hiciera,
indicándome que era para mi bien.
Después
me pidió que hiciera como que fornicaba una enorme silla que había en la
salita. Simulé de manera torpe que fornicaba la silla —no sabía nada en lo
referente a la experiencia de tener relaciones sexuales, pues nunca había
tenido una—, sintiendo incomodidad durante el incidente.
El
consejero no miró directamente lo que hacía, sino que apoyaba una mano suya
sobre su frente y me observaba de reojo, dándome la impresión de que se sentía
avergonzado. La cosa no duró mucho, pues en un momento me dijo que ya era
suficiente y que me vistiera. Sentí que se me había aplicado violencia
psicológica, y ciertamente me hallaba más predispuesto a hablar sobre mis
asuntos personales.» (Columna
publicada en Exitosa Radio-Diario-TV-Web el 21 de octubre de 2015)
-------------------------
-------------------------
No es
la primera vez que publico esta extraña anécdota autobiográfica. Aparece con un
poco más de detalle en mi post GERMÁN DOIG: ENTRETELONES DE UNA REVELACIÓN
ESCANDALOSA. Originalmente estaba incluida en mi escritoOBEDIENCIA Y REBELDÍA,
que di a conocer a varias personas de manera privada en el año 2009, entre
ellas un sodálite consagrado con un cargo de responsabilidad.
Cuando
al fin decidí publicar este escrito en mi blog en enero de 2013 —convencido de
que ésta era la única alternativa que me quedaba para que el Sodalicio
finalmente tomara cartas en el asunto e iniciara una reforma de su sistema
disciplinario o se suscitara una intervención por parte de las autoridades
eclesiales—, omití adrede este relato, pues no quería que la atención se
desviara hacia algo que revestía escándalo y morbo, además de que anímicamente
todavía no me sentía preparado para dar a conocer un hecho que había quedado
enterrado en mi memoria durante décadas. Por otra parte, OBEDIENCIA Y REBELDÍA
es para mí un texto importante, pues explica —en mi opinión— el meollo del
problema que aqueja a toda la institución y de donde surgen todos los abusos
físicos y psicológicos —y en última instancia los abusos sexuales—, a saber, la
manipulación de las conciencias y la restricción interior de la libertad de las
personas.
Desde
noviembre de 2012 hasta marzo de 2014 el tema principal de mis escritos fueron
el Sodalicio y la Familia Sodálite, denunciando situaciones y problemas e
invitando a los responsables a tomar las medidas correctivas del caso. ¿Fueron
acogidas estas denuncias? Nunca en mi vida, desde que era sodálite hasta ahora,
hubo una acogida oficial de las críticas que yo hice. Y desde que comencé a
poner mis críticas primero en mi blog LA GUITARRA ROTA —de manera más sutil—, y
después en éste, LAS LÍNEAS TORCIDAS, se ha buscado la manera de evitar que yo
siga publicando. Dado que esto no ha sido posible, se ha intentado difamarme y
desacreditarme personalmente sobre todo a través de comentarios en este blog. Y
es probable que lo mismo se haya hecho a nivel de habladurías en el ambiente social
de Lima y otros lugares.
El
intento más reciente es un comentario publicado en mi post SILENCIANDO A LOS
INOCENTES de alguien que tiene el seudónimo de Roberto Rajuela y que,
haciéndose pasar por psiquiatra, describe un supuesto caso de síndrome de
Asperger con elementos tomados selectivamente de mi historia personal o
manipulados para que encajen con el diagnóstico. Allí dice:
Al llegar la pubertad encontró un grupo religioso y se
volvió un fanático. La fase púber de ruptura con los padres encontró una causa
a la cual adherirse y vio en sus padres una suerte de opositores a los que
había que combatir. Las dificultades de comunicación propias del autismo ya
hacían mella en ese periodo. Roto el lazo con los padres, ya que el aspie
necesita una referencia, las nuevas eran los que lideraban el grupo.
Llegada la mayoría de edad ingreso a vivir en el grupo
religioso. Como todo grupo religioso había reglas, jefes, horarios y rituales.
Entusiasmado en un primer momento con el tiempo llego el desencanto. Le era muy
difícil manejar las reglas, seguir a los jefes, aceptar horarios. Siendo
todavía el síndrome de Asperger poco conocido, los integrantes del grupo lo
trataban como alguien normal, con sus excentricidades, pero dentro de todo como
uno más. Pero él no se percibía igual, sino muy vulnerable y sensible a los
tratos en el grupo. Con el tiempo las dificultades se hicieron patentes, la
persona aparentemente llegó hasta la depresión no diagnosticada. Finalmente
tuvo que abandonar la casa. Pero aún no había diagnóstico de Asperger.
Me
pregunto a qué síntoma corresponde la anécdota que he contado. ¿Debí mostrar
agrado y placer en esa situación incómoda, para mostrar que estaba dispuesto a
cumplir las reglas y seguir a los jefes hasta el final, con servicio completo
incluido?
Ciertamente,
yo experimenté la situación más como un abuso psicológico que como un abuso
sexual. Y son sobre todo abusos psicológicos los que he denunciado en este
blog, sin que por parte del Sodalicio haya habido nunca una acogida de estas
inquietudes. Mi dirección de e-mail es pública, saben cuál es mi número de
teléfono y mi usuario de Skype, saben dónde vivo y cuál es la dirección de mi
domicilio en Alemania. ¿Por qué, en las contadas ocasiones en que alguien del
Sodalicio se ha dirigido a mí, ha sido para cuestionar la publicación de mis
escritos, bajo el argumento de que estoy sacando a la luz asuntos que
pertenecen exclusivamente a la vida privada de las personas?
Todas
estas experiencias contradicen lo que el Sodalicio manifiesta en su último
comunicado:
Todo testimonio de inconductas cometidas por algún
sodálite presentado ante las autoridades actuales del Sodalicio ha sido
acogido, investigado y, cuando se ha confirmado, hemos ofrecido ayuda a las
personas afectadas según la caridad y la justicia, y hemos tomado con los
responsables las medidas que corresponde según derecho.
Hay
suficiente información en mi blog que amerita una investigación por parte de la
institución, y no los intentos de descalificación de los que he sido objeto.
Si el
Sodalicio está interesado en cumplir con lo que promete, con gusto les daré el
nombre del consejero que menciono en el escrito presente. Se trata de un
sodálite de la primera generación, actualmente miembro destacado de la
institución. Se pueden comunicar conmigo por e-mail, teléfono o skype (usario:
martinscheuch). Si esto no ocurre, entonces sabremos que su comunicado es puro
papel mojado.
Por
otra parte, quiero resaltar que el Sodalicio ha admitido los abusos sexuales de
su ex Vicario General Germán Doig y de su ex Superior General Luis Fernando
Figari. Pero nunca a lo largo de su historia ha admitido que se hayan cometido
abusos psicológicos en la institución. Más bien, ha justificado siempre sus
prácticas como parte de un sistema de disciplina legítimo, y aquellos que
critican estas prácticas han sido tildados de cobardes, débiles y traidores o,
en el mejor de los casos, de personas sin vocación que no están hechas para ese
estilo de vida. Francamente, yo no creo que ninguna persona esté hecha para
soportar abusos o prácticas contrarias a la dignidad humana, tenga o no tenga
vocación. Y quien sufre bajo una disciplina así y guarda silencio, no sólo es
una víctima, sino una víctima cómplice o prisionera de una cárcel interior de
la cual todavía no ha podido escapar.
Creo
que el último comunicado oficial del Sodalicio no solamente es tibio, sino que
aparentemente oculta —bajo el manto de generalidades y de frases bien sonantes
y socialmente aceptables— el deseo de dejar las cosas tal como están y cargar
la culpa de los abusos sobre las ovejas negras, individualizadas, los famosos
“casos aislados”. Como de costumbre, la imagen institucional debe quedar
indemne a toda costa, así como el sistema que la respalda, sin importar cuántos
individuos deban ser sacrificados para estos fines.
En el
caso de Figari la cosa se complica, pues sin Figari el Sodalicio no es nada. De
Figari viene la ideología religiosa —o espiritualidad, si se la quiere llamar
así— que sirve de base a la institución y que todos los sodálites tienen que
meterse entre ceja y ceja; de él proviene todo el sistema de disciplina que aún
se sigue aplicando; dé él dimana esa veneración por su figura que a muchos les
será difícil arrancar de raíz de su corazón.
Uno
de los más radicales figaristas sería Alejandro Bermúdez, director de ACI
Prensa, que no ha informado absolutamente nada sobre los escándalos recientes
del Sodalicio a través de su agencia de noticias. Lo cual demuestra su falta de
ética y profesionalismo periodístico. Pues no consideramos plausible que no se
haya enterado de este acontecimiento tan importante para la Iglesia católica en
el Perú. Aunque el Sodalicio haya continuamente repetido que ACI Prensa es una
iniciativa personal del sodálite Alejandro Bermúdez y que no está vinculado a
la agencia, este silencio desmentiría ese enunciado y evidenciaría la
vinculación que existe entre la agencia y el Sodalicio. Y también su complicidad
en guardar silencio en la medida en que lo permitan las circunstancias.
La
esperanza es lo último que se pierde. Y por eso aún esperamos que algún
representante calificado del Sodalicio salga a dar la cara y responda sincera y
abiertamente a las preguntas que todos nos formulamos. Que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario