1. Potencial minero. El potencial minero presentado por el gobierno y las empresas mineras es una ficción.
La gran mayoría de yacimientos de oro y cobre, incluyendo los proyectos en marcha, no han sido explorados adecuadamente como para establecer en firme y con un mínimo de confiabilidad lo que realmente contienen. El optimismo de cifras manejadas alegremente por el gobierno proviene de las empresas mineras que inflan sus cálculos por obvios intereses económicos y políticos. Ese manejo alegre de las cifras ha resultado en algunas de las estafas financieras más grandes de la historia, cuando empresas mineras -canadienses en particular- han inflado el valor de sus yacimientos para realizar enormes ganancias en las bolsas de valores.
Ecuador como formación geológica es muy diferente a Perú y Chile. Los yacimientos que posee son menos ricos y concentrados, lo cual hace de su minería una actividad de mayor impacto ambiental, porque debe procesar mayor cantidad de suelo y subsuelo para obtener una producción rentable.
2. Minería y desarrollo. Que la minería empobrece a países en desarrollo es una realidad cierta. Los economistas, para explicar este fenómeno, la analizan como la “Maldición de los Recursos Naturales” o la “Paradoja de la Abundancia”. Basta estudiar el Índice de Desarrollo Humano de países con alta dependencia de la minería como Zambia, Sierra Leona, Papua Nueva Guinea, Bolivia, Ghana o la República Democrática del Congo, para saber que minería no equivale a desarrollo.
Comparada a otras actividades económicas, la minería a gran escala genera muy pocos puestos de trabajo. En países como Chile y Perú, emplea aproximadamente el 1% de la población económicamente activa, y la mayoría de los empleos están a cargo de mano de obra calificada.
En el caso del proyecto de cobre Mirador, ubicado en la Cordillera del Cóndor, provincia de Zamora Chinchipe, se prevé que la mina creará cerca de 600 puestos de trabajo fijos. El propio Plan de Desarrollo para el Sector Minero 2011-2015, del actual gobierno, aspira que la minería a gran escala, cree “al menos 10.000 plazas de trabajo” a nivel nacional, una cifra magra si se compara con los puestos de trabajo que genera, la agricultura, la ganadería o el turismo.
3. Aporte económico de la minería. Decir que los beneficios de la megaminería se quedan en los países donde se extraen los minerales y que las empresas contribuyen con el pago de diferentes impuestos en el desarrollo del país tampoco tiene mucho asidero.
Muchos problemas surgirán por el lado tributario. Las grandes empresas mineras son campeonas en eludir o evadir el pago de tributos. Algunas empresas transnacionales usan subsidiarias registradas en paraísos fiscales, lo que les permite evitar el pago de impuestos. Estas empresas normalmente no garantizan transparencia para poder llevar a cabo la evaluación de sus actividades.
Las empresas transnacionales y los gobiernos cómplices destacan exclusivamente los enormes montos de ingresos potenciales a partir de reservas mineras existentes. Con estas cifras, en general altamente exageradas, se quiere sensibilizar a la opinión pública a favor de la minería. Sin embargo, esta mirada resulta incompleta. Habría que sumar los llamados costos ocultos -ambientales y sociales-, incorporando por ejemplo el valor económico de la contaminación. Estas son pérdidas económicas que normalmente no aparecen en los proyectos y que son transferidas a la sociedad; recuérdese la devastación petrolera en el nororiente de la Amazonía ecuatoriana. También deberían entrar en la lista de costos los denominados “subsidios perversos”, que se expresan a través de la entrega de energía a precios menores, agua sin costo o con costo reducido, e inclusive infraestructura de transporte.
4. Amenazas ecológicas de la minería. Debido a las singulares condiciones climáticas, geológicas, hidrológicas y biológicas, del país, a su mega biodiversidad, la minería metálica a gran escala en la mitad del mundo será un mega desastre. Los yacimientos llamados estratégicos se encuentran en sitios ecológica y climáticamente muy sensibles, con muchas lluvias, y en medio de ecosistemas únicos, bosques y páramos, que albergan fuentes de agua y decenas de especies, vegetales y animales en peligro de extinción.
Estos ecosistemas únicos -páramos y bosques- cumplen un papel indispensable en la generación y protección de fuentes de agua que abastecen a las poblaciones del campo y la ciudad. Son millones de ciudadanos los que se benefician de los estuarios de agua limpia. Por lo tanto comparar la minería en Ecuador con la minería en el desierto de Chile o en el altiplano árido del Perú, o con países-continente como Canadá o Australia no hace el menor sentido, porque no existe en el mundo, un solo proyecto minero a gran escala, en sitios similares a los de nuestras cordilleras, bosques nublados y páramos, que no haya devastado el ambiente. Por ello, los llamados Estudios de Impacto Ambiental de la megaminería, financiados por las mismas empresas mineras, sin excepción alguna, constituyen una tomadura de pelo. A más de sesgados y poco confiables son deficientes como estudio y bochornosos como instrumento legal.
5. Desechos a gran escala. La minería metálica a gran escala es la más grande productora de desechos en el mundo. En promedio, se procesa aproximadamente 79 toneladas de tierra para producir una onza de oro (Esta cifra sube a 250 toneladas en ciertas minas). En el caso del cobre, la proporción es aproximadamente una tonelada de cobre por 500 toneladas de tierra removida.
En Canadá, la minería a gran escala produce 60 veces más desechos- y en los Estados Unidos 9 veces más- que todas las ciudades e industrias de los respectivos países. Solo el proyecto Panantza-San Carlos, en la provincia de Morona Santiago prevé procesar 90.000 toneladas de suelo, subsuelo y roca mineralizada diariamente y durante décadas. Es decir que durante la vida útil de la mina, se prevé producir alrededor de 1.400 millones de toneladas de desechos; esto equivale al menos a unos 12 Panecillos de la ciudad de Quito. Solamente para un pequeño proyecto de cobre, conteniendo 6 % del supuesto yacimiento de Panantza-San Carlos, en la zona de Intag, provincia de Imbabura, los investigadores calcularon que se necesitaría 600 hectáreas exclusivamente para almacenar los desechos sólidos.
Hay que saber que el oro y el cobre no están en estado puro, suelen estar mezclados con otros minerales o metales pesados como el azufre, arsénico, plomo, mercurio, molibdeno y otras sustancias altamente tóxicas que contaminan suelos, ríos, páramos y bosques húmedos. Algunos yacimientos cupríferos, incluso, contienen materiales radioactivos.
6. Agua y minería. Por más que las empresas y sus defensores en el gobierno digan que el agua será reciclada, el procesamiento de minerales a gran escala requiere de ingentes cantidades de agua, mucha de la cual se pierde en el proceso de separar la tierra y los otros metales. El estudio de factibilidad del proyecto Mirador, aledaño al de Panantza-San Carlos, prevé utilizar 12 millones de litros de agua diariamente.
Debido al proceso conocido como drenaje ácido minero, el agua de ríos y vertientes, en combinación con el aire y el agua de lluvia y/o aguas subterráneas, envenenará al recurso agua durante décadas y posiblemente cientos de años.
Este drenaje ácido es un proceso mediante el cual, el aire o las aguas oxidan automáticamente -al momento del contacto- a minerales sulfurosos, lo que provoca una acidificación anormal de los desechos mineros, de los suelos y las aguas superficiales y subterráneas.
Cabe señalar que los grandes yacimientos ecuatorianos identificados son altamente sulfurosos, por lo que el riesgo que se de este gravísimo tipo de contaminación es muy alto en nuestro país.
7. Conflictos Sociales y minería. No hay actividad industrial en América Latina que haya convulsionado o violado tanto los Derechos Humanos como la megaminería. En Colombia, el 80% de las violaciones de Derechos Humanos que han ocurrido en los últimos diez años se cometieron en regiones mineras. En Perú, más del 60% de los conflictos socio-ambientales se deben a la minería. En la medida en que las empresas extienden su presencia, la lista de muertos, heridos y perseguidos aumenta cada día. En el Ecuador, la mayoría de los criminalizados socialmente, han sido por su posición de resistencia a la megaminería o minería a gran escala.
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