sábado, 29 de octubre de 2011

No existe soberanía alimentaria sin biodiversidad


Por Movimiento por los Bosques Tropicales

Los monocultivos en gran escala para la producción de alimentos han sido introducidos, junto a “paquetes tecnológicos” de la “revolución verde” que, a lo largo de los años, han envenenado y empobrecido la biodiversidad, afectando en especial a las mujeres, porque ellas son, en muchas comunidades alrededor del mundo, las principales responsables de velar por la salud, el abastecimiento de agua y la producción de alimentos- actividades muy vinculadas a la conservación de la biodiversidad.

Al mismo tiempo en que gran parte de esa diversidad ya se perdió, se introdujeron y avanzan los monocultivos transgénicos de soja, maíz, eucalipto, etc. En sus definiciones, los organismos oficiales como la FAO apoyan y fortalecen el modelo de monocultivos, llamando ‘bosque’ al monocultivo incluso de eucalipto transgénico y, de esta forma, desconsiderando completamente la enorme biodiversidad de un bosque de verdad.

El modelo de monocultivo en gran escala siempre ha alegado su supuesta ‘productividad’, la cual, sin embargo, no logró – ni logra evitar que aproximadamente mil millones de personas sigan sufriendo de hambre en el mundo. Cabe aclarar que esa ‘productividad’ viene siendo cuestionada seriamente, incluso por la ciencia. El mayor estudio sobre este tema en los Estados Unidos comprobó que la agricultura sin insumos químicos es muy superior al modelo convencional en términos de cosecha y viabilidad. Y aún más, es un hecho que los campesinos, a pesar de todas las presiones vividas, siguen siendo responsables de la producción de la mayor parte de la comida consumida por la población mundial.

Y fueron justamente campesinos y campesinas, organizados en la Vía Campesina, los que a comienzos de la década de 1990 desarrollaron el concepto de Soberanía Alimentaria, un concepto amplio que engloba enfoques especiales para enfrentar y generar alternativas a las políticas neoliberales que mantienen el paradigma de desarrollo dominante fundamentado en el comercio y laproducción industrial agrícola y de alimentos. Tales políticas, canalizadas en gran medida por el “marco” internacional dado por la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos de la política económico- financiera internacional, han sido responsables, entre otras cosas, de la continua expulsión de los campesinos y campesinas del campo y del creciente control de algunas empresas transnacionales sobre la cadena productiva que va desde la producción de las semillas hasta la venta de granos- factores que provocaron una reducción de la soberanía alimentaria.

Dentro de esta misma lógica, hace algunas décadas que está en curso un proceso de apropiación y privatización de semillas en el mundo por parte de algunas pocas empresas transnacionales, occidentales, que se conoce como ‘patentamiento’. Hoy en día, muchos campesinos se ven obligados a comprar semillas, pagando ‘royalties’ a las empresas ‘dueñas’ de tal semilla. Así pierden su autonomía para reproducir la vida en la tierra, y enriquecen a dichas empresas. Y para las empresas es estratégico tener el control sobre todas las semillas para seguir garantizando el abastecimiento a los agricultores.

Más recientemente surgió el concepto de los llamados ‘servicios ambientales’, que implica que los elementos de la biodiversidad como el agua, la regulación del clima, la conservación del suelo puedan ser comercializados, inclusive en las bolsas de valores, abriendo margen a la especulación con la naturaleza. El hecho de que su valor dependa necesariamente de la oferta conduce a una lógica perversa: a más destrucción, más podrá rendir un ‘servicio ambiental’. Y todo eso se llama ‘economía verde’.

¿Qué significa eso para las poblaciones locales y, sobretodo, para la biodiversidad y la soberanía alimentaria? Significa más presión sobre los recursos naturales y la biodiversidad de los que esas poblaciones dependen, y a su vez, implica más expulsión de miles de personas. Y si eventualmente se acepta su permanencia, la población no podrá interferir más en los recursos, en la biodiversidad. Es una falta de respeto a su cultura y reduce su soberanía alimentaria, por ejemplo, cuando se les prohíbe plantar sus cultivos de subsistencia- algo que ya está ocurriendo en diversas partes del mundo. De esta forma, pierden el control sobre el territorio, pierden su autonomía.

Por ello, es muy importante que las comunidades, hoy en día, busquen entender plenamente las propuestas ‘verdes’ que les hacen, desde el mecanismo de carbono forestal -REDD+ – hasta la venta de servicios ambientales. Generalmente, se presentan como algo bueno que beneficiaría a la comunidad y mejoraría el medio ambiente. En realidad, son mecanismos que por su propia lógica tienden a empeorar el medio ambiente global, y que, por el control que quieren ejercer sobre el territorio de las poblaciones indígenas, tradicionales y rurales, influyen profundamente en la soberanía alimentaria de millones de personas en todo el mundo que quieren conservar sus modos de vida.

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