martes, 25 de octubre de 2011

Perú: Mana munanichu Ministerio de Cultura


Por  Rocío Silva Santiesteban

Ver a Susana Baca en el programa de Rosa María Palacios bastante perdida en torno al tema de la Ley de Consulta Previa no es problema solo de ella sino de la concepción que se tiene de la cultura en este gobierno y en el anterior. ¿Por qué ella es la ministra? Seamos frontales y claros: por la cuota de género y de representación étnica en un gabinete que no tomó en consideración el tema de la presencia de género –mucho menos étnica– desde un principio. Fue una decisión a última hora.

Había que poner a mujeres y quedaban tres ministerios. Así fue que se lo encargaron y ella aceptó. Lamentablemente ser ministro o ministra en estos días no implica solo una representación simbólica sino una serie de decisiones vinculadas a una gestión activa, burocrática y legítima, para que pueda ser eficaz. Por eso, lamentablemente, la actuación de Susana Baca al cabo de estos meses deja que desear. No es eficaz, no ha sido clara, no se han tomado buenas decisiones.

Pero hay muchos más elementos que complican la eficacia de este ministerio más allá de la propia gestión de sus funcionarios. Uno de ellos es que en el organigrama del mismo se propuso un Viceministerio de Interculturalidad para formular políticas vinculadas a los pueblos indígenas. La idea es totalmente eurocéntrica: hay una Cultura (la de la modernidad) y muchas otras “culturas”, una con mayúscula y las otras con minúsculas. Una es la occidental, la de las industrias culturales, del cine, del arte, del patrimonio, y las otras culturas son percibidas como paralelas o adyacentes.

¿Menores? Quizás. De paso, Alan García y su teoría del Perro del Hortelano, que implicaba un nulo reconocimiento de la valía del otro indígena, entraba por la puerta lateral a este ministerio, pasando la gestión del Indepa a un rango de menor categoría y para mayor escarnio sin presencia indígena. Con esta movida política se ponía entre paréntesis uno de los requerimientos más importantes de los distintos convenios sobre Pueblos Indígenas: la institucionalidad indígena dentro del Estado. ¿Cómo implementar la Ley de Consulta si no hay una institucionalidad indígena reconocida y con un alto nivel de decisión en el Estado? Ahí está, pues.

En el Foro de Consulta Previa de Pueblos Indígenas que se llevó a cabo en Lima la semana pasada fue la exigencia de la casi totalidad de los asistentes que llegaron desde San Martín, Amazonas, Loreto, Cusco, Piura, Abancay, Ayacucho, Puno, el pedido de un nivel de institucionalidad indígena a la altura de un ministerio o, en todo caso, de un Organismo Técnico Especializado-OTE.
En otras palabras, en un país tan complejamente pluricultural, con tensiones sociales peligrosas como efecto de un remate de territorios debido a la agresividad de las industrias extractivas y la permisibilidad del gobierno anterior, no se puede pensar ni remotamente en que por encima del tema intercultural está la percepción tradicional de lo que es cultura. Ni hablar.

Me explico: lo que necesitamos es un Ministerio de Interculturalidad. Con un ministro indígena. Y quizás con algún viceministerio de patrimonio y bellas artes (léase “cultura”). Eso sería lo lógico. Eso sería lo justo.

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