El ex líder libio Muammar Gaddafi fue capturado cerca de Sirte, su ciudad natal, tras la ocupación de la localidad por las tropas del Consejo Nacional de Transición de Libia (CNT). Según informan los medios de comunicación, falleció por heridas recibidas en combate. Llevaba los últimos meses en búsqueda y captura el Gobierno actual del país.
Con su muerte se terminó la era de un político que lideró el país durante más de 40 años. Fue el ideólogo de un mundo más justo, pero por otro lado, debió enfrentar acusaciones de promover el terrorismo internacional.
Nacido en 1942 en una humilde familia de beduinos, hizo la carrera militar. Con tan solo 27 años dirigió una revolución que no sólo derrocó la monarquía, sino que lo convirtió en el líder de la nueva República Árabe Libia Popular y(LOC) Socialista. Pero Gaddafi no se sintió satisfecho con llevar las riendas del gobierno, soñaba con abrir un nuevo capítulo en la historia de la humanidad, comparándose a veces a sí mismo con Mesías.
Así apareció la idea de la Yamajiria, que en árabe significa "estado del pueblo", que tenía como base el socialismo islámico. Para ponerla en marcha fueron suprimidas todas las instituciones de poder tradicionales. Es más, el propio Gaddafi y sus partidarios dejaron sus cargos estatales oficiales.
Sin embargo, en la realidad el pueblo nunca tuvo acceso a la toma de decisiones. Los servicios especiales durante décadas supieron paliar las manifestaciones de descontento de la población. Además, las abundantes reservas petroleras libias fueron un as que Gaddafi a veces sacaba de la manga cuando hacía falta aliviar las necesidades más modestas de sus compatriotas.
Tras construir el país de su sueño, el coronel se centró en la política exterior. Se manifestó a menudo en contra de la colonización de Noráfrica y el imperialismo estadounidense. De repente podía pasar de un extremo al otro. Por momentos apoyaba a grupos terroristas y radicales, luego les estrechaba la mano a los países occidentales. Después les daba la espalda, estableciendo relaciones con Rusia para luego volver otra vez a los países árabes.
El frágil balance que alcanzaba en las relaciones internacionales fue quebrantado en más de una ocasión por la frecuencia con la se mencionaba su nombre junto con distintos grupos terroristas, como IRA, ETA y varios movimientos radicales palestinos. Asimismo se supuso que podría haber estado detrás del atentado de 1972 en Múnich y la explosión de una bomba en una discoteca berlinesa en 1986. El vínculo de Trípoli con la caída de un Boeing-747 en 1988 cerca de la localidad de Lockerbie conllevó una serie de sanciones económicas contra el país.
Durante los primeros años del nuevo siglo Gaddafi decidió cambiar su actitud. El gobierno libio accedió incluso a pagar unas indemnizaciones a los familiares de las víctimas del siniestro aéreo que tuvo lugar en Escocia. Después de ello fue levantado el embargo al que estuvo sometido el estado magrebí durante más de una década.
A principios del 2011, tras el derrocamiento de los regímenes en Túnez y Egipto, el espíritu de reformas llegó hasta la capital del estado libio, dando pie a unas protestas que se extendieron al resto del país. Los manifestantes exigían que Gaddafi abandonara el poder para que se empezaran a respetar los derechos humanos y la libertad de expresión. Gaddafi respondió que no tenía un cargo del que dimitir y aseguró que “moriría como mártir de su pueblo” en caso de que fuera necesario, porque continuaba creyendo en su misión.
Pero el coronel Gaddafi perdió su última batalla. Se necesitará tiempo para que se aprecie su papel en la historia de Libia y también en el mundo. Lo único que está claro es que durante toda su trayectoria política y hasta su último respiro fue un hombre que siempre supo cómo no dejar de ser noticia.
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