Por Movimiento por los Bosques Tropicales
El afán de la industria forestal por incrementar sus ganancias ha llevado a una homogeneización creciente de los cultivos de árboles destinados a la producción de madera y celulosa.
Se empezó seleccionando las especies de crecimiento más rápido, de troncos rectos, pocas y delgadas ramas y madera adecuada para el uso industrial. Luego se adoptó el paquete de la Revolución Verde: creciente mecanización de las tareas forestales, aplicación de fertilizantes químicos, agrotóxicos para combatir las plagas y herbicidas para evitar la competencia de otras plantas con los árboles plantados.
Un elemento importante fue la selección genética tradicional para “mejorar” el desempeño de las plantaciones en términos de rendimiento de madera, a la que pronto siguió la hibridación y clonación de los “mejores” árboles.
La siguiente etapa fue la modificación genética de los árboles, para alcanzar una producción aún mayor, pero que ha levantado fuerte resistencia social así como cuestionamentos científicos en relación, por ejemplo, con el riesgo de ‘contaminar’ el material genético de los árboles nativos.
Por eso, aún sigue mayoritariamente en etapa experimental (al respecto se pueden consultar las hojas informativas del WRM sobre la situación de los árboles genéticamente modificados país por país, disponibles en: http://wrm.org.uy/subjects/GMTrees/Information_sheets.html).
Los intereses en juego se han complejizado; las empresas foresto-celulósicas están vinculadas a grandes laboratorios y forman conglomerados de trasnacionales aún más vastos. El interés de lucro no cesa.
En las últimas semanas se han producido algunos hechos que ilustran los intentos del sector forestal – incluidas empresas forestales y laboratorios de tecnología – por lograr la introducción comercial de árboles transgénicos en dos países importantes para el sector: Estados Unidos y Brasil.
ArborGen, con sede en Carolina del Sur, Estados Unidos, es líder internacional en investigación y desarrollo de árboles genéticamente modificados y lleva adelante sus planes de comercializar “sus” árboles transgénicos tanto en los Estados Unidos – donde ya tiene plantaciones – como en Brasil. Las plantaciones de árboles transgénicos tendrían múltiples destinos: serían utilizadas para la producción de pulpa de papel, para los llamados combustibles celulósicos de “segunda generación”, para la producción de electricidad a partir de madera.
Entre el 26 de junio y el 6 de julio, en el Estado de Bahía, Brasil, tuvo lugar la “2011 Tree Biotechnology Conference”, conferencia anual sobre biotecnología forestal de la IUFRO (Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal). El evento fue patrocinado por empresas de papel y celulosa como Veracel Celulose, propiedad de la transnacional suecofinlandesa Stora Enso y la brasileña Fibria, y empresas proveedoras de biotecnología para la industria como ArborGen.
La conferencia reunió a unos 300 representantes e investigadores de la industria. Entre los temas tratados estuvo el del futuro comercial de los árboles transgénicos. Algunos empresarios brasileños destacaron la importancia de que Brasil apruebe el uso comercial de árboles genéticamente modificados lo antes posible, a riesgo de quedar rezagado en la carrera por el eucalipto transgénico. Así, el vicepresidente de estrategia y desarrollo de FuturaGen, una de las empresas de biotecnología participantes declaraba: “Ya estamos prontos para el mercado. Hicimos todas las pruebas de performance. Falta la reglamentación”.
La preocupación por no retrasarse en la carrera por el eucalipto transgénico probablemente se vincule a la solicitud que elevó la compañía ArborGen al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para vender anualmente 500 millones de eucaliptos transgénicos diseñados para tolerar el frío, producir menos cantidad de lignina y digerir parte de su propio ARN a fin de reducir su fertilidad (una tecnología genética de tipo Terminator) (por más información al respecto ver el documento informativo del WRM “Los árboles transgénicos”, en http://www.wrm.org.uy/temas/AGM/documento_AGM.pdf)
El referido organismo había autorizado previamente la plantación experimental de 260.000 de esos eucaliptos en 29 campos de prueba. Esta decisión se enfrentó a un juicio que el 1º de julio de 2010 iniciaron y llevan adelante tres organizaciones miembros de la Campaña STOP GE Trees – Global Justice Ecology Project, Dogwood Alliance y Sierra Club.
Brasil ocupa el 4º lugar mundial en la producción de celulosa, y en este país la expansión de las plantaciones industriales de árboles ha sido acelerada, a enorme escala y ha perjudicado de tal forma a las comunidades rurales que dio origen a una gran resistencia, de la cual dan testimonio organizaciones como Red Alerta contra el Desierto Verde y Vía Campesina, por citar algunas.
El empuje de la industria forestal por la introducción de árboles transgénicos a su esquema de producción no mengua. ¡Es vital que tampoco mengüe la resistencia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario