Por Roberto Navia
Fue una jornada larga: nueve horas de caminata y dos paradas obligadas de 20 minutos cada una para calmar la sed y reposar el cuerpo. Así se desarrolló la marcha de los indígenas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) que se dirige a La Paz. A las 6:00, puntual como un reloj suizo, más de 1.000 indígenas de los llanos empezaron a trepar las montañas de los Yungas y a las 15:00 estaban en la comunidad de San Pedro, con mucha hambre, con los pies partidos y a solo 130 km de la plaza Murillo de la sede de Gobierno.
Si continúan caminando a ese ritmo, 30 km por día, los originarios que buscan evitar que una carretera parta en dos el Tipnis llegarán a La Paz entre el jueves y el viernes. Claro, los dirigentes de la marcha aún no han acordado si pondrán sus pies en esa ciudad antes o después de las elecciones de magistrados prevista para el próximo domingo.
La marcha que salió el 15 de agosto desde Trinidad ya está en su recta final. Así lo creen los propios hombres y mujeres que ayer, como en tantos otros días, se lanzaron a la carretera, con una mochila en la espalda o con su bebé en brazos y caminaron durante horas con sus sandalias de viajeros.
La distancia a La Paz se acorta, pero la ruta se complica. El reto en los próximos tres días es ascender desde los 600 metros sobre el nivel del mar en que se encuentra San Pedro, hasta llegar a los 4.600 metros que tiene la cumbre que da inicio al altiplano. En el trayecto, ya están advertidos, se toparán con una bruma espesa y vientos helados, será como pasar del horno a la heladera. El fantasma de la altura está latente entre la gente. “Ustedes sentirán cómo sus chompas pareciera que se hacen más delgadas en el cuerpo”, les advirtió Magdalena Quispe, la dirigente vecinal de Caranavi que durante un día y una noche los atendió con comida y abrigo.
Pero la de ayer fue una jornada caliente. Puro sol y muchas gorras y sombrillas y una serpiente humana de 300 metros de largo en la que viajaban más de 1.000 hombres, mujeres y niños.
En la cabeza de la marcha, tres punteros con banderas que se ondulaban al calor del viento que bajaba de las montañas, y en la cola, gente que se va quedando sentada en los costados del camino, buscando una sombra, pelando naranja, tirándose en la arena, mascando coca… Y los que van al medio de la caravana caminan pisándose los talones, escuchando la radio, tocando tambores.
Varias personas se revisaron los pies en medio camino. Las ampollas están de moda y en los momentos de desesperación piden a los dirigentes de la marcha que les faciliten talcos porque han escuchado decir que refrescan las heridas. Pero el talco es un producto de lujo porque las donaciones de cientos, o acaso miles de bolivianos, han estado concentradas en ropa, comida, remedios y agua.
Hoy, la marcha tiene previsto lanzarse a la carretera nuevamente a las 6:00. Les espera un recorrido de 20 km. El destino: Challa. Otro pueblo apretado entre el camino y el río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario