Por César Lévano
El 26 de julio, cuando Ollanta Humala anunció los primeros nombramientos de su gabinete, mi columna se tituló: “Media vuelta a la derecha”. Ahora, a la vista del equipo presidido por Oscar Valdés, puedo decir que lo que ha ocurrido es una vuelta completa.
En aquella ocasión recogí en mi columna la opinión de Roque Benavides sobre la presencia del neoliberal Luis Miguel Castilla en el Ministerio de Economía, así como la de otros personajes canónicos de la derecha en puestos claves. “Demuestra que Humala ha madurado”, declaró Benavides.
El Presidente ha demostrado que el proceso de su maduración –o moderación– ha proseguido. Ojalá que no se caiga de maduro.
La reacción de los sectores más recalcitrantes de la derecha es elocuente. Los que en el pasado atacaron a Humala por prometer cambios (modestos en verdad) ahora saltan de júbilo. Neoliberales, Fujimoristas, apristas, han aprobado el mensaje implícito en las destituciones y en los nombramientos.
La derecha considera que en Palacio se ha impuesto la vocación de mano dura contra los reclamos regionales, particularmente el de Cajamarca. La idea es que ahora Conga sí va, aunque para ello haya que imponer el orden, “el principio de autoridad”.
Se alegra la derecha de que hayan sido echados del Consejo de Ministros cuadros progresistas e izquierdistas. Entre ellos Ricardo Giesecke, ministro del Ambiente, que opuso reparos razonables al estudio del impacto ambiental. Ese estudio, aprobado por el ministerio de energía y Minas, y elogiado por el exministro Carlos Herrera Descalzi, lleva la firma de Felipe Ramírez, exejecutivo de Yanacocha. Como diría el autor teatral Eugenio Ionesco: “¡Qué curioso, qué rara coincidencia!”.
Los ultras de la derecha sostienen que la crisis ministerial fue provocada por la actitud intransigente de Cajamarca respecto al proyecto Conga. Culpan también a los ministros destituidos por contrariar la línea del presidente Humala en el conflicto Conga.
En todo caso, los cajamarquinos y los ministros salientes pecaron por confiar en Humala. Porque éste dijo, no lo olvidemos, en su mensaje inaugural del 28 de Julio:
“Buena parte de los conflictos del planeta se deben a la carencia de agua. No es posible que el Perú que queremos construir no desarrolle una política de aprovechamiento soberano de los recursos naturales, una política que garantice la explotación racional y equilibrada del agua, la tierra, los bosques, la biodiversidad, el gas y los minerales. Esos recursos de todos los peruanos contribuirán a la eliminación de la pobreza y la desigualdad. Se alentará la actividad sobre los recursos naturales, pero éstos serán explotados en condiciones de respeto a las poblaciones, a los trabajadores y al medio ambiente.”
¿Será posible gobernar sin ese respeto?
El Presidente ha demostrado que el proceso de su maduración –o moderación– ha proseguido. Ojalá que no se caiga de maduro.
La reacción de los sectores más recalcitrantes de la derecha es elocuente. Los que en el pasado atacaron a Humala por prometer cambios (modestos en verdad) ahora saltan de júbilo. Neoliberales, Fujimoristas, apristas, han aprobado el mensaje implícito en las destituciones y en los nombramientos.
La derecha considera que en Palacio se ha impuesto la vocación de mano dura contra los reclamos regionales, particularmente el de Cajamarca. La idea es que ahora Conga sí va, aunque para ello haya que imponer el orden, “el principio de autoridad”.
Se alegra la derecha de que hayan sido echados del Consejo de Ministros cuadros progresistas e izquierdistas. Entre ellos Ricardo Giesecke, ministro del Ambiente, que opuso reparos razonables al estudio del impacto ambiental. Ese estudio, aprobado por el ministerio de energía y Minas, y elogiado por el exministro Carlos Herrera Descalzi, lleva la firma de Felipe Ramírez, exejecutivo de Yanacocha. Como diría el autor teatral Eugenio Ionesco: “¡Qué curioso, qué rara coincidencia!”.
Los ultras de la derecha sostienen que la crisis ministerial fue provocada por la actitud intransigente de Cajamarca respecto al proyecto Conga. Culpan también a los ministros destituidos por contrariar la línea del presidente Humala en el conflicto Conga.
En todo caso, los cajamarquinos y los ministros salientes pecaron por confiar en Humala. Porque éste dijo, no lo olvidemos, en su mensaje inaugural del 28 de Julio:
“Buena parte de los conflictos del planeta se deben a la carencia de agua. No es posible que el Perú que queremos construir no desarrolle una política de aprovechamiento soberano de los recursos naturales, una política que garantice la explotación racional y equilibrada del agua, la tierra, los bosques, la biodiversidad, el gas y los minerales. Esos recursos de todos los peruanos contribuirán a la eliminación de la pobreza y la desigualdad. Se alentará la actividad sobre los recursos naturales, pero éstos serán explotados en condiciones de respeto a las poblaciones, a los trabajadores y al medio ambiente.”
¿Será posible gobernar sin ese respeto?
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