Poderosas empresas multinacionales como Eskom, BASF, ArcelorMittal, BHP Billiton, Shell, Koch Industries y las asociaciones a las que pertenecen, no solo obstruyen los avances en la agenda climática nacional e internacional sino que además la dirigen hacia sus propios beneficios.
Tal denuncia la efectuó la organización internacional Greenpeace en la publicación: “¿Quién nos impide avanzar? La presión de la industria contaminante en la negociación climática” publicada en noviembre de 2011.
“Nuestra investigación demuestra, más allá de las dudas razonables, que existe un grupo formado por las compañías más contaminantes y más poderosas del mundo que ejercen una gran influencia en el proceso climático internacional, limitando sus avances en función de sus intereses económicos particulares” indica el documento.
El informe pone a luz las razones por las cuales se desprioriza el calentamiento global en muchas agendas políticas nacionales y cada vez es más difícil alcanzar acuerdos en la negociación climática internacional.
En tal sentido Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace Internacional llama a los líderes políticos que tienen la responsabilidad de proteger la economía y el medio ambiente de todos para que, en Durban, escuchen a la gente y no a la industria más contaminante.
Son las empresas que más contribuyen al cambio climático con sus emisiones las que buscan influir en las negociaciones internacionales para evitar avances en la adopción de un régimen mundial que frene el calentamiento global, mediante la reducción de emisiones.
A pesar de que entidades como el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés), han expresado su preocupación por el clima las empresas asociadas constituyen “una grave amenaza oculta para los avances que son necesarios en la lucha internacional contra el cambio climático”.
Se trata de un 1% que pone en jaque el clima y la economía del 99% restante, indica Greenpeace, que desenmascara a algunas de las empresas más contaminantes del mundo y las sindica como las principales culpables de esta situación.
Algunos países clave en esta cuestión no han, ni siquiera, establecido las precondiciones necesarias para asumir un eventual acuerdo climático global, pese a la creciente demanda ciudadana.
Este informe revela, finalmente, el porqué y presenta los estudios. Eskom, BASF, ArcelorMittal, BHP Billiton, Shell, Koch Industries y las asociaciones a las que pertenecen, condicionan la agenda climática nacional e internacional y la dirigen hacia sus propios beneficios.
Debido a la influencia que las grandes industrias tienen sobre los gobiernos, estos están muy lejos de liderar una economía basada en las energías renovables y en la protección de sus ciudadanos frente a un peligroso cambio climático.
En consecuencia existe una total y absoluta falta de cooperación global que garantice el abandono de los combustibles fósiles de forma urgente, justa y eficiente.
La transición hacia una economía verde impulsada por las energías renovables no será lo suficientemente rápida como para evitar un cambio climático catastrófico, indica Greenpeace.
Si los políticos continúan fijando objetivos poco ambiciosos y subvencionando con los impuestos a las industrias intensivas en carbono, el sistema mundial seguirá promoviendo los intereses de los que contaminan a expensas de los ciudadanos de a pie que se verán gravemente afectados por un cambio climático catastrófico.
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