lunes, 19 de diciembre de 2011

Paso al brillante camarada


Por Georgina Higueras.-

Decenas de miles de norcoreanos, civiles y militares, desfilaron con milimétrica perfección el 10 del 10 de 2010, la fecha redonda elegida por el enfermo Kim Jong-il para presentar al heredero de la única dinastía comunista del planeta: Kim Jong-un, el tercero de los hijos del llamado Querido Líder. El sol de otoño acompañó la exhibición en la gran plaza de Kim Il-sung, el fundador de la dinastía, en la que se congregaron 300.000 personas, que tuvieron el honor de ver en la tribuna al muchacho que denominaron Brillante Camarada. Hoy Kim Jong-un ha sido nombrado presidente del Comité Nacional del Funeral del desaparecido dirigente, lo que le convierte en el nuevo líder del país.

Los 24 millones de norcoreanos tienen ya designado el jefe que ha de continuar la ingente obra de su abuelo y de su padre, que aislaron al país del mundo. Hasta septiembre de 2010, Kim Jong-un era un total desconocido. Un año después sigue sabiéndose tan poco de él que ni siquiera existe certeza sobre su fecha de nacimiento. Los expertos la sitúan entre finales de 1983 y principios de 1984. A la hora de entronizarle debió de parecer demasiado joven y se optó oficialmente por hacerle nacer en 1982, sin mencionar el mes ni el día. Su biografía y su carrera se confeccionaron en menos de un mes.

El joven, del que un antiguo cocinero desertor dice que es amante de las películas de artes marciales y del actor Van Damme, ascendió a teniente general en un par de semanas. Además, fue nombrado vicepresidente de la Comisión Militar Central, la poderosa y selecta institución que gobierna el cuarto Ejército más numeroso del mundo, con 1,1 millones de soldados en activo y otros 4,7 millones en la reserva, y cuyo gasto consume al 33% del Producto Interior Bruto de Corea del Norte, según la CIA.

El Brillante Camarada fue introducido también con paso firme en el Comité Central del Partido de los Trabajadores (PT), el máximo órgano del poder político. El PT fue fundado por su abuelo, Kim Il-sung, quien tras su muerte en 1994 ascendió a Presidente Eterno de la República Popular Democrática de Corea. Precisamente el pasado día 10 se celebraba el 65º aniversario de la fundación del PT y días antes, el 28 de septiembre, fue convocada una conferencia de delegados -no se había celebrado ninguna desde 1966- para entronizar a Kim Jong-un como heredero político.

Al día siguiente de la conferencia, el 30 de septiembre, Rondong Sinmun, el diario oficial del PT, publicó en portada la primera imagen pública del Brillante Camarada, que aparecía sentado en la primera fila, a tan solo un asiento de su padre. A continuación fue difundida por la agencia de prensa del régimen. Hasta ese momento, no existía más que una foto con la cara de Jong-un.

El periódico Chosun Ilbo que, como todos los medios surcoreanos, sigue muy de cerca cuanto sucede en el Norte, contó que en 2009, cuando comenzaba a tomar cuerpo la posibilidad del liderazgo de Jong-un, desde su entorno se intentó acabar con Kim Jong-nam, el primogénito del Querido Líder. Jong-nam de 39 años, hijo del primer matrimonio de Kim Jong-il, había caído en desgracia en 2001, tras ser detenido en el aeropuerto de Tokio, cuando trataba de entrar en Japón con un pasaporte dominicano falso. Jong-nam declaró que pretendía visitar el Dineyland de Japón, pero su detención y posterior expulsión a China hicieron al líder norcoreano perder cara ante el Gobierno de Pekín, su principal aliado. Desde entonces, el primogénito vive entre China y Rusia y sobre todo en Macao, la antigua colonia portuguesa y actual Región Administrativa Especial de China, donde se dedica al “juego y las mujeres”. Según el Chosun Ilbo, China impidió que el compló contra Kim Jong-nam se realizase en su territorio.

Tal vez el conocimiento de que pretendían matarle fue lo que llevó al destronado primogénito a conceder en octubre de 2010 una entrevista a la televisión japonesa Asahi, en la que criticaba la sucesión en su país. “Personalmente, estoy en contra de la sucesión dinástica en la tercera generación”, declaró. “Mi padre lo ha decidido [que Jong-un sea el sucesor]. No lo lamento. Yo no estoy interesado en ello, así que no me importa”, aseguró. Kim Jong-nam subrayó que no hay luchas de poder entre los hermanos y se mostró conciliador: “Quiero que mi hermano lo haga lo mejor que pueda, por el pueblo norcoreano y por su prosperidad. Estoy dispuesto a ayudarle en cualquier momento desde el extranjero si me necesita”.

Pero en la historia de este hermético país, las purgas son el principal método de consolidación del poder. Cuando Kim Jong-il fue designado sucesor, en la década de los 70, barrió a todos sus potenciales enemigos, empezando por la familia. Así, ordenó que se llamara a su madrastra y a sus hijos “rama lateral”, para dejar claro que él era el único heredero legítimo y el único capaz de llevar adelante la “autodependencia” que proclama la Idea Juche, la filosofía nacional inventada por Kim Il-sung.

Tras sufrir un infarto en 2008, la deteriorada salud del Querido Líder aconsejó dejar al inexperto Jong-un protegido por un estrecho círculo. Este incluye a la única hermana de Kim Jong-il, Kim Kyong-hui, ascendida a general; al marido de esta, Jang Song-taek, nombrado en junio de 2010 vicepresidente de la Comisión Militar Central, y muy especialmente, a Ri Yong-ho, ascendido a vicemariscal y jefe del Estado Mayor del Ejército. Ri, en la sesentena, representa a la nueva generación de mandos militares que pretenden reemplazar a la gerontocracia gobernante.

El segundo hijo de Kim Jong-il, que se llama Jong-chol, nunca representó una amenaza para el liderazgo de su hermano menor. Tiene la misma madre que Jong-un y se educó con él en Suiza hasta 1998 bajo identidad falsa, pero no gozó de la simpatía de su padre que lo consideraba “blando y delicado”, por su supuestas tendencias homosexuales. aunque mantiene buenas relaciones con el nuevo dirigente.

El delfín habla inglés y francés, pero siempre trató de evitar las “influencias occidentales”. Pese a ello, su gusto por el baloncesto le ha llevado ser un gran admirador de Michael Jordan. Para un país anclado en el pasado, su meteórico ascenso fue como un campanazo, aunque no logró despertar a una disidencia tullida, que hasta ahora sólo se atreve a dejarse la vida en la huida hacia China o Corea del Sur. Tras la hambruna sufrida al final de la pasada década, los expertos surcoreanos perciben un mayor desapego de la población hacia el régimen. Tanto Seúl, como Pekín, que temen una avalancha de refugiados, prefieren que el régimen se abra paulatinamente y se centre, bajo la batuta del Brillante Camarada, en el desarrollo económico. La vuelta a la mesa de negociaciones para el desarme nuclear de Corea del Norte sería un buen comienzo, aunque cada día son más los que ven al régimen moribundo.

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