La
probable aprobación de la adenda del aeropuerto de Chinchero constituye un
tremendo error y un grave precedente en las relaciones entre el Gobierno y las
Asociaciones Público Privadas.
Primero,
porque la inversión de US$ 265 millones, acordada en el 2014, ya no será del
consorcio Kuntur Wasi (KW), sino del Estado. Si ya no la hace el privado, la
propia definición de APP pierde todo su contenido. Veamos.
Se
supone que las APP ponen el dinero para realizar obras que al Estado le
interesan, principalmente, infraestructura. Si el privado pone el dinero,
entonces el Estado puede hacer otras obras. Así, habría complementariedad
virtuosa entre las APP y el Estado para sacar adelante las obras públicas.
En
Chinchero, el tope máximo fijado por Proinversión fue US$ 457 millones. Hubo
tres postores y KW ganó ofreciendo US$ 265 millones, 192 millones menos. Los
otros dos ofertaron US$ 411 y 348 millones. Está claro que KW hizo una oferta
temeraria y agresiva con el objetivo de ganar el contrato. De allí para
adelante la solución es conocida: si hay problemas, se piden adendas
(modificaciones). Allí entran los asesores: Newlink, de Cecilia Blume, asesoró
a KW y, dice El Comercio, Patricia Teullet es la vocera de KW (1).
KW
presentó una adenda para que le paguen los US$ 265 millones, más intereses, lo
que llevaba a un costo total de US$ 800 millones, según el vicepresidente
Vizcarra. ¿Qué cosa? Sí, porque los problemas financieros de KW elevaban su
riesgo y los bancos solo le prestaban a tasas de interés que triplicaban las
del mercado.
El
Gobierno tenía entonces dos alternativas: o pagaba los US$ 800 millones o le
cancelaba el contrato a KW, lo que significaba volver a licitarlo con las
demoras correspondientes (un año por lo menos), el costo político con la
población cusqueña y la admisión del fracaso del “destrabe”.
El
Gobierno optó por una tercera vía. El Estado desembolsará los US$ 265 millones
y nos “ahorramos” US$ 535 millones, es un decir, de los intereses propuestos
por KW. Esta decisión se tomó por dos votos a uno, siendo la opositora Patricia
Benavente, presidenta del Ositran. ¿Por qué? Porque el riesgo de la inversión
se traslada del privado al Estado. Por eso, Benavente renunció.
Sigamos.
Si el Estado pone la plata y no KW, entonces ya no es APP sino una obra pública
normal, como lo dijo Alfredo Thorne, en lapsus significativo del que después se
desdijo. Pero es verdad. Por tanto, KW ya no debería administrar Chinchero
durante 30 años. Wilfredo Álvarez, de la Federación de Trabajadores del Cusco,
dice que es un “negocio chino” aludiendo a lo dicho por Benavente. Agregó
Álvarez que no se opone al proyecto, pero sí que se realice con la mayor
transparencia posible.
Hoy
se aprobaría la adenda y “Chinchero va” con KW. Grave, porque el Gobierno no
está deslindando con las apuestas temerarias y demuestra que se le puede
presionar políticamente, así ello cambie la naturaleza del proyecto. Chinchero
debe ir, pero, como dice José Luis Guasch, ex Jefe del Banco Mundial para APP,
la asignación de riesgos no puede ser modificada con una adenda (2).
Grave
porque los Decretos Legislativos otorgan a los funcionarios del Gobierno una
amplia discrecionalidad para el manejo de las adendas, además que se “agilizan”
los trámites para la “destrabar” la aprobación de las APP.
Grave
también porque este Gobierno va a aumentar las APP de un promedio de US$ 700
millones anuales a US$ 2,500 millones en promedio para el periodo 2017-2019,
como lo acaba de anunciar el ministro Thorne. Con Chinchero y de las
tristemente célebres APP de los últimos años (incluidas las de Odebrecht)
auguramos más problemas con las adendas y, quizá, más corrupción.
El
sector privado ve en las APP una tabla de salvación ahora que está de caída la
inversión privada. El gobierno le juega en pared con la creación del Fondo de
Infraestructura Pública y Servicios Públicos (DL 1276) para “impulsar la
productividad de la economía mediante la disposición de recursos públicos para
financiar las diferentes fases del desarrollo de las APP”. ¿No era que las APP
ponían de la suya?
Estamos,
entonces, ante la privatización de buena parte de la inversión pública. Es
clave promover una amplia discusión en el Congreso, en los colegios
profesionales, universidades y la sociedad civil. Las APP deben analizarse de
manera integral, lo que incluye el diseño del proyecto, el avance de la
ingeniería, las adendas, el financiamiento, la tasa de interés y el ingreso
mínimo garantizado.
Si
eso no se hace, las adendas seguirán. Y la corrupción tendrá una carretera
ancha.
(1)
http://elcomercio.pe/economia/peru/kuntur-wasi-se-defiende-demora-aeropuerto-chinchero-noticia-1963729
(2)
Ver
http://larepublica.pe/impresa/economia/843198-consigo-el-proyecto-y-con-la-adenda-que-lo-arregla-todo-me-genera-renta
No hay comentarios:
Publicar un comentario