lunes, 20 de junio de 2011

Alfabetización: otra mentira de Alan García Perez

Por La Otra Mirada

El presidente Alan García ha declarado al “Perú libre de analfabetismo” ya que, durante su gobierno, la tasa de analfabetismo se habría reducido del 11% al 2,8%. ¿Realmente se habrá cumplido esta ambiciosa meta?

El profesor José Rivero ha señalado que, en agosto de 2009, un grupo de maestros peruanos suscribieron un pronunciamiento refutando las supuestas cifras de alfabetizados del gobierno y la debilidad de procedimientos evaluadores del Convenio Andrés Bello (CAB), una organización al menos controvertida. En ese mismo año, un núcleo de educadores latinoamericanos, con especialidad en alfabetización y educación de adultos, alertó sobre los resultados de programas de alfabetización que no resistirían un análisis serio. Tomando en cuenta ambas posiciones, ¿qué se puede concluir?

El programa de alfabetización (PRONAMA) ha sido evaluado solamente a través de una consultoría efectuada por el CAB, cuyo informe ha sido difundido únicamente a través de un Resumen Ejecutivo.

Ni en los textos del PRONAMA ni en el Resumen Ejecutivo de la CAB se define a qué se llama “alfabetizar” o a quiénes se consideran “personas alfabetizadas”. Además, la duración del programa (4 meses) corresponde a un período en el que solo se podrían desarrollar capacidades mínimas por parte de los participantes, tales como “escribir su nombre, el lugar donde vive y las personas con quienes comparte”.

La evaluación de la CAB no explica las características de la población al iniciar ni al concluir el proceso, ni se detiene en explicar si la alfabetización de los quechua hablantes, por ejemplo, se hizo en quechua o si se hizo tanto en quechua como en castellano. Asimismo, no se da cuenta de los “términos de referencia” de la misión evaluadora, no se menciona ni una palabra sobre el enfoque metodológico, ni se establecen cifras oficiales de alfabetizados, entre otros.

Según la VI Conferencia Internacional de Educación de Adultos (CONFINTEA 2009), persiste una concepción simplista de la alfabetización, vista como un proceso que puede realizarse en poco tiempo, en condiciones precarias, con educadores sin o con mínima capacitación, con métodos únicos y sin tomar en cuenta la diversidad lingüística y cultural de los educandos.

El uso político de cifras y tasas de alfabetización, incluyendo la declaración de “territorios libres de analfabetismo” o “países alfabetizados” sobre la base del puro conteo estadístico, crearía la ilusión de haber resuelto el analfabetismo en tiempo récord. Además, la desvinculación del analfabetismo de sus condiciones estructurales de reproducción, como la pobreza y la negación del derecho a una educación pública de calidad, no permitiría resolver de manera sostenible la problemática del analfabetismo.

Antes de enunciar con bombos y platillos un logro tan controvertido, la evaluación del PRONAMA debió estar a cargo de una institución de amplia trayectoria y experiencia en el campo de la alfabetización, como la UNESCO, para que sus resultados no generen dudas razonables que ponen en cuestión la meta alcanzada por este gobierno.

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