Julio Cotler plantea aquí los desafíos que deberá enfrentar Ollanta Humala: de un lado, una fuerte oposición mediática y conservadora, en alianza con las élites empresariales; y, del otro, la presión de sectores extremistas que intentarán radicalizar su gobierno.
Por Flor Huilca
¿Qué escenario le espera a Humala como presidente? Hay fuertes presiones para que diga quiénes serán sus ministros.
–Va a tener que resistir las presiones indeseables hasta que tranquilamente pueda tomar las decisiones del caso. No tiene por qué abalanzarse para satisfacer a sus derrotados contendientes.
–¿Ve condiciones para que se apacigüe este clima de presión en su contra?
–Yo creo que eso ya bajó. Todos han reconocido los resultados. Aparte de algunos exabruptos del vicepresidente electo, la gente está hablando tranquilamente. La banca internacional recomienda comprar acciones peruanas y los agentes evaluadores no ven ningún tipo de peligro. Toda la visión catastrófica que nos habían dicho que iba a producir este seudo chavista no es tal. Creo que se van a tranquilizar las aguas.
–¿Habrá un periodo de tregua, una luna de miel entre el gobierno y la opinión pública?
–No sé si le darán luna de miel. Creo que hay algunos medios que le van a saltar a la yugular permanentemente para bloquearlo, y Humala va a tener que aprender, con su entorno, a lidiar con esa situación. Esa gente no va a tolerar que el Estado no solo se encargue de sus intereses sino también de los intereses y necesidades de otros sectores. Vamos a tener un periodo de tensiones alrededor de medidas distributivas, sin que tenga que afectar necesariamente los equilibrios económicos.
–¿Podrá el nacionalismo, con las alianzas que va sumando, garantizar las reformas que ofreció en campaña?
–Humala se va a tener que enfrentar con tres frentes: uno, el externo, que no está dispuesto a ceder en nada para que el Estado pueda hacer medidas distributivas. En segundo lugar, las diferentes tendencias y facciones que se encuentran en su entorno –no digo en el partido porque el partido no existe–. Y en tercer lugar, las demandas sociales. Va a tener que lidiar con todos estos conflictos porque pasado mañana Puno va a demandar, El Comercio va a exigir, al otro día las facciones radicales van a presionar. Eso es el Perú. Es lo suficientemente inestable, con instituciones suficientemente inseguras y débiles como para que se pueda prever una conducción tranquila, fluida de los asuntos.
–¿Esas presiones externas podrán encauzarse de manera democrática?
–Con Toledo y con García también hemos tenido coyunturas complejas que han bordeado situaciones no democráticas, y mal que bien hemos salido de ellas. Yo lo que espero es un poco más de lo mismo porque, bueno, frente a una revuelta puneña habrá los que quieren conceder todo, otros que van a pedir la represión inmediata. Entre esas presiones él va a tener que jugar. Esa es la democracia. Es un asunto en el que se toma y se daca. Y eso en el Perú se considera malo, y no es así. Uno tiene que reconocer una pluralidad de interés que muchas veces son contrastantes entre sí. Uno tiene que, más o menos, ir negociando, ajustando, concediendo, reprimiendo. Es idea de una fluidez institucional, que hay carriles tranquilos, no es el Perú. ¿De qué país estamos hablando?
–¿Lo que Humala y sus voceros han dicho y hecho luego de las elecciones ayuda a generar confianza? ¿Cuáles deben ser sus acciones inmediatas?
–En primer lugar, tomar las cosas con calma y dejar que las aguas se tranquilicen un poco, no digo que vuelvan a su cauce porque eso es difícil. Que tome decisiones poco a poco, de acuerdo con una combinación de objetivos que se proponga. Eso forma parte del arte, de la sabiduría de los políticos. Él va a tener que aprender porque nunca tuvo esas condiciones. Va a ser un aprendizaje político rápido en el que vamos a ver muchas metidas de pata como lo hemos visto con otros presidentes, sin pensar que el mundo se viene abajo.
Triunfó la facción democrática
–Si bien las cosas se están tranquilizando y Ollanta ha garantizado que respetará su compromiso firmado, ¿es suficiente para pensar que será un gobierno democrático?
–Aunque él no quisiera, las condiciones están. Este resultado es el triunfo de la facción democrática del país. Ese 20% que se agregó al 31% de Humala ha decidido la suerte democrática del país. Considero que eso es muy valioso para el futuro del país; supone la existencia de un grueso sector comprometido con el Estado de Derecho y con la distribución de los beneficios del crecimiento económico, es decir, con la democracia. Cuánto él querrá ser demócrata o cuánto no querrá; la voluntad es importante, pero las condiciones son decisivas. Si él ha tenido que cambiar de discurso ha sido porque tenía que ganar la elección y para hacerlo necesitaba de ese 20% democrático. Va a tener que depender mucho de esas condiciones.
–¿Las alianzas que ha sumado en el camino deben reflejarse en el gobierno? ¿Tendría que haber un gabinete plural?
–Sí creo que va a ser un gabinete plural. Creo que vamos a tener diferentes tendencias, diferentes tipos de personalidades que van a necesitar, internamente, jugar democráticamente para llegar a determinados consensos.
–Pero eso es lo que parece complicado. Desde ahora hay una oposición a Pensión 65 y a las medidas sociales que ofrecieron.
–La derecha peruana se va a oponer a cualquier medida distributiva que afecte sus bolsillos y sus principios. Sobre esa base él tiene que partir. No podemos ignorar la existencia y la presión de una buena parte del país, sobre todo voceros importantes que tienen control de medios y de recursos económicos, que van a estar allí. Dejémonos de imaginar que deberían ser otras las condiciones. El problema es cómo él moviliza a la gente interesada en cuestionar esos principios y llevar adelante los cambios. Eso es difícil y será difícil para cualquier actor político que quiera hacer política democrática. Se trata de respetar la pluralidad de interés y necesidades. La cuestión es imaginar cómo se van a desenvolver tensionalmente todos estos problemas, sin pensar que puedan andar juntos y sin caer en una situación de amansamiento total y de abandono total a sus principios.
–Durante la campaña se ha creado la sensación de que un triunfo de Humala podría crear una situación de inestabilidad.
–¿Y con Toledo? ¿Y con García? La gente se olvida. Cree que el Perú es un país estable, maravilloso, que podemos estar en Suiza. Esa no es la situación. La inestabilidad es inherente a la condición peruana.
–¿Hay algún riesgo de volver al primer plan de gobierno y que se abran las puertas para posiciones chavistas?
–No lo creo. Hay suficientes anclas como para impedir que eso suceda. Tenemos suficientes experiencias internas y externas para decir: al primer truco, eso ya lo conocemos. Si acá hay un pánico de pasar de una inflación de 2% a 3% es porque recordamos el año 85, y si nos vienen con que hay que cambiar un poco la Constitución, inmediatamente sospechamos de Chávez, así que estamos vacunados contra los riesgos autoritarios por uno y por otro lado.
–Pero si bien Ollanta dijo que se va en cinco años, se está rumoreando que su esposa postularía a la presidencia el 2016. ¿Esto qué tanto rompe con el espíritu de alternancia que tenía el compromiso que firmó?
–Todavía no ha sido oficializado como presidente y ya están imaginado quién será la sucesora.
–Incluso el congresista Jorge del Castillo ha planteado prohibirlo expresamente.
–¿Por qué? ¿Por qué se le quitan los derechos ciudadanos a la esposa? Si es que los peruanos, en legítimas y democráticas elecciones, queremos elegir a la esposa del actual presidente electo, por qué nos van a prohibir. Pero yo no creo que se dé esa situación y no vale la pena ese tipo de discusiones ahora.
Bayly fue derrotado
–Un sector de la prensa mantiene posiciones abiertamente contrarias a lo que representa Humala. ¿Cómo imagina este flanco? Rafael Rey ha dicho que se dedicará al periodismo. ¿Podríamos llegar a situaciones de conflicto parecidas a las de Ecuador?
–El nuevo gobierno deberá tener suficiente manga como para contrarrestar todo eso, además Bayly no logró derrotarlo. El Comercio fue el derrotado en estas elecciones junto con Bayly y todos los medios en esa línea. Los medios tienen influencia pero no es total. Esos actores ya están en la oposición y habrá una fuerte oposición. El fujimorismo sacó un 48% de votos que no es para desdeñar. Además los poderes fácticos, el sector financiero y los medios de comunicación, a los que se suma la autoridad de la iglesia, con el franquismo que tenemos acá, están allí. El problema es cómo lidiar razonable y eficazmente con estos sectores, sin tener que abandonar sus principios y sus objetivos. Tal vez tenga que prolongar la realización de los mismos, tal vez tenga que mediatizarlos. Eso es posible. Pero hay determinadas cosas que se deberían hacer ya; hay muchas cosas...
–¿Como cuáles?
–Hoy por hoy, ya se incorporó la idea distributiva de Pensión 65, de Cuna Más, de impuesto a las sobreganancias mineras. Hay un montón de medidas distributivas que se pueden desarrollar y que pueden, dadas las condiciones del Perú, ir modificando positivamente el perfil del país. Se puede hacer una redistribución regional de los recursos, reconocer a determinados sectores la legitimidad de sus demandas, dejar de pensar que los peruanos somos tristones y por eso protestamos o que somos perros del hortelano. Hay que tratar a los personas como ciudadanos; eso puede ser de una importancia tan grande como hacer que la gente tenga más plata en los bolsillos.
–¿Cuál debe ser el papel del fujimorismo? Está pendiente el fallo del TC sobre el juicio a Fujimori y están proponiendo la posibilidad de que sea indultado.
–En caso de enfermedad. No se trata de hacer venganza. Se justifica el indulto para un delincuente preso con enfermedad terminal. Ahora, el papel del fujimorismo es liberar al jefe y reivindicar lo que hicieron, al punto de lavarle la cara por todos los delitos que cometieron y, para eso, se asocian con lo más derechista y reaccionario del país.
–En el 2006 Humala también pasó a la segunda vuelta, y políticos y empresarios hablaron mucho de inclusión social. ¿Qué tanto ha cambiado el país desde ese entonces?
–Lo que nadie dice es incluir a quién, en dónde y a qué. La inclusión se ha vuelto una palabra que sirve para todo y para todos. Estas elecciones, como la del 2006, ponen de manifiesto la profunda desigualdad en todo orden de cosas que existe en el Perú, especialmente en la sierra y la selva. El país tiene las desigualdades regionales más fuertes de América Latina. Esas desigualdades no se resuelven únicamente a través de una distribución material de los bienes, sino también a través de una distribución simbólica; hay que reconocer la validez de las costumbres, historias y reclamos de todos por igual.
–¿Este triunfo de Ollanta y anteriormente el de Villarán pueden verse como el resurgimiento de una izquierda democrática?
–Esto me hace recordar mucho el título de una obra de teatro clásica de Pirandello que se llama Seis personajes en busca de autor. Lo que expresa eso es que hay una masa de personas que están buscando la manera de constituirse como un grupo, una colectividad alrededor de una plataforma más o menos consistente. No sé si de eso saldrá una corriente fuerte de izquierda democrática. Mientras no haya una renovación ideológica, teórica y de cuadros políticos, estas izquierdas seguirán ancladas en el pasado.
–¿Quiénes cree que son los grandes derrotados de estas elecciones?
–Alan García es el gran derrotado; no se cumplió su predicción, ni su preferencia. Eso de que él no podía poner presidente pero sí podía impedir que gane el que no quisiera no le funcionó; perdió su predicción y su preferencia. El fujimorismo, en cambio, no ha sido derrotado. El 3% de ventaja no es una derrota aplastante. No sé si la palabra reconciliación vale porque no creo que haya muchas posibilidades de conciliar; van a tener que aprender a convivir, más o menos, contradictoriamente en el país. La idea de que esta vez no vamos a tener los mismos eventos trágicos de la época de Toledo o García es irreal.
“La constitución puede modificarse”
–¿Es justificado el temor a los cambios constitucionales? ¿Por qué generan tanta resistencia?
–Yo no soy partidario de hacer tantos cambios, pero hay que reconocer que las constituciones no son piezas rígidas que deben quedar sin modificación alguna durante mucho tiempo. Ahora, tampoco se trata de aprobar la revocatoria del presidente y de congresistas, cosa que me parece una barbaridad porque a la inestabilidad peruana se le agrega más inestabilidad. Allí sí sería caer en un caos que sería aprovechado por muchos, pero otra cosa es decir que no se pueda tocar la Constitución. Yo no le veo problema.
–Yo no soy partidario de hacer tantos cambios, pero hay que reconocer que las constituciones no son piezas rígidas que deben quedar sin modificación alguna durante mucho tiempo. Ahora, tampoco se trata de aprobar la revocatoria del presidente y de congresistas, cosa que me parece una barbaridad porque a la inestabilidad peruana se le agrega más inestabilidad. Allí sí sería caer en un caos que sería aprovechado por muchos, pero otra cosa es decir que no se pueda tocar la Constitución. Yo no le veo problema.
–¿Incluido el capítulo económico?
–¿Y por qué no? Si es que hay necesidad y consenso, ¿por qué no se puede cambiar? Allí está el temor de lo que pasó en el 80, pero (en Gana Perú) han dicho que se pueden dar leyes puntuales para que determinadas empresas del Estado intervengan en determinadas áreas; yo prefiero eso a abrir la posibilidad de que el Estado intervenga de manera discrecional en cualquier área.
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