Por:
Heinz Dieterich
1.
Sin espada
El
Presidente colombiano Juan Manuel Santos trae un regalo especial para el Año
Nuevo de la Patria Grande: la subordinación formal del hemisferio a la
organización terrorista más peligrosa de la historia, la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El flamante Premio Nobel de la Paz, cuyo
ideal político es el Estado del apartheid sionista de Netanyahu, condenado
mundialmente (ONU) por la opresión del pueblo palestino y sus violaciones al
derecho internacional, se convierte así en el legítimo heredero y consumador de
la Doctrina Monroe (1823) de Estados Unidos. Santos es, sin duda alguna, el más
brillante y peligroso político criollo al servicio del imperio y de las
burguesías latinoamericanas, con que cuenta el imperialismo.
La
soberanía del pueblo y su poder político pierde, de esta manera, su sostén
fundamental: las armas. De las dos formas de poder que constata la Biblia, el
verbo y la espada, sólo le queda el verbo. Y éste, en las corruptas democracias
burguesas americanas, tiene tanto valor de cambio político como los devaluados
billetes de Kim Yong-Un y Maduro, en la economía global.
2.
Sin socialismo
En
América Latina no hay Socialismo: ni como Estado, ni como partido político, ni
como movimiento social, ni como ciencia. La excepción a esta regla, por
supuesto, es Cuba, que durante medio siglo –en desfavorable situación de
defensa estratégica-- luchó por el Socialismo del Siglo 20, y que hoy se
encuentra en transición hacia la Nueva Economía Política (NEP) de Lenin. O, si
se prefiere, la política de "apertura y reforma" de Deng Xiaoping. La
evolución de esta NEP caribeña depende del apoyo de la juventud (escaso); del
desarrollo económico (demasiado lento para cohesionar); de Trump
(preocupantemente amenazante); de la Venezuela madurista (sin futuro) y de la
capacidad de renovación e innovación del Partido (atrofiado, casi cero).
En
lugar de la gran narrativa del Socialismo del Siglo 20 y del "hombre
nuevo", hay un vacío ideológico que el Partido y la intelligentsia parecen
incapaces de llenar con un nuevo proyecto histórico movilizador. Esta situación
es paralela a la de la Patria Grande, cuyo líder ideológico es el Papa
Francisco, apoyado por la Internacional Socialista (IS), es decir, la
socialdemocracia europea, y una fauna de intelectuales criollos y europeos
mediocres y oportunistas, que sirven de comparsas a la socialdemocracia estatal
latinoamericano y sus "escuelas de cuadros, en su supuesta construcción de
un nuevo "socialismo".
Venezuela,
que podía haber sido el crisol de un nuevo Socialismo Científico del Siglo 21
en el hemisferio, hoy día contribuye fuertemente a la devaluación de toda
renovación revolucionaria de izquierda en América Latina. Una dictadura pequeño
burguesa inepta, encabezada por una tropa de Rasputines tropicales, constituye,
sin duda alguna, un regalo de Dios para la inmunización de las clases medias y
pueblos contra toda forma de socialismo anti-capitalista. Si las teorías
científicas son "los ojos de la razón", como decía Hegel en el siglo
18, entonces América Latina busca su camino en la niebla del Siglo 21 no con un
GPS, sino, tanteándolo con un palo de bambú.
3.
Sin estrategas
Por
sendos golpes de la biología y de la justicia de clase burguesa, las grandes
voces de los estrategas latinoamericanos han desaparecido; tanto las
anticapitalistas, como Fidel y Marulanda, como los desarrollistas
(socialdemócratas) Lula, Chávez y Kirchner. Esta mudez se repite a nivel
global, donde la izquierda anticapitalista no tiene ningún cuadro destacado;
nadie comparable al líder intelectual de la izquierda capitalista
(socialdemocracia), Paul Krugman. No tiene un demiurgo que le pueda dar orden
teórico y concierto a los eventos nacionales y globales, para convertirlos en
paradigma de cambio trans-capitalista del Siglo 21, tal como hicieron Marx y
Engels, Lenin, Mao, Ho y Fidel, en su momento.
En
la sociedad global, quizás sólo el amigo Noam Chomsky dispone de la capacidad
intelectual y del compromiso social para hacerlo. Lamentablemente, el sistema
valórico de su "socialismo libertario" es antagónico a la necesidad
de las vanguardias y de los líderes de transformación. Por eso, se ha negado a
adoptar el papel de demiurgo que hemos discutido con él. Para Marx, el papel de
los grandes personajes en la historia es manifiesto. Son claves para la
aceleración o desaceleración de los procesos objetivos, cuando éstos producen
un cambio de fase en el sistema social. Es decir, cuando las condiciones
objetivas de la sociedad ofrecen la posibilidad de un salto cualitativo en la
correlación de fuerzas entre liderazgos, masas y momento histórico.
Es
difícil ver, cómo puede haber un impacto macropolítico de la protesta, sin
líderes y vanguardias adecuadas. Más, cuando en la lucha ideológica no existe
el concepto militar del Niemandsland, de la "tierra de nadie". Lo que
no ocupa el pensamiento progresista, lo usurpa el pensamiento oscurantista,
como revela nuevamente el caso de Trump, cuya conversión de la democracia
liberal en una autocracia burguesa plutocrática, misógina, belicista y
pro-zionista, será pagada muy cara por las mujeres y obreros de Estados Unidos,
y el mundo entero.
La
creación del nuevo orden desde la nada (creatio ex nihilo) es un infantilismo
de la aurora humana, como su creación espontánea por la lucha de las masas es
un infantilismo de la aurora política (anarquista). La ciencia de los sistemas
dinámicos complejos y la psicología de las decisiones, junto con los golpes de
la historia, nos han enseñado que mantener esas nociones simplistas sólo
prolonga las tiranías de las clases dominantes.
4.
Ciega, sin espada, sin verbo
De
esta manera, la Patria Grande entra al año 2017 de la peor manera posible: sin
espada, ni verbo, ni "ojos de la razón". De la peor manera posible,
porque el orden liberal mundial está entrando en una fase caótica, con crisis
económica, autismo político de la plutocracia gobernante, potencias emergentes
y el renacimiento de los anhelos de protección del Estado nacional y de
bienestar, en las masas planetarias. Ordenar estos elementos en un Nuevo
Proyecto Histórico trans-capitalista, basado en las ciencias avanzadas, es la
tarea civilizatoria del momento. Conciencia, empatía y audacia constituyen los
(eternos) ingredientes subjetivos de la hazaña paradigmática requerida.
Las
masas (redes), científicos y rebeldes latinoamericanos son incubadoras
potenciales del futuro. Pero, nada puede sustituir el papel de las vanguardias
y genios en su viva interacción con los pueblos, cuando el sistema entra en su
fase de autodestrucción. Esta es la fase que estamos viviendo.
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