lunes, 23 de enero de 2017

Pedro Salinas: “La iglesia católica, como política, protege a sus pederastas”


Periodista y escritor. Entre sus libros destacan Historias que revientan en la cara (1999), Mateo Diez (2002), Humaladas (2006), Rajes del oficio (2007) y Mitad monjes, mitad soldados (2015).

Maritza espinoza

Mientras el fundamentalismo religioso, encarnado en la campaña #ConMisHijosNoTeMetas, intentaba abatir el currículo educativo que busca propiciar la tolerancia a la diversidad en las escuelas del país, las víctimas de pederastia de la agrupación católica Sodalicio de Vida Cristiana se encontraron esta semana con que la fiscalía archivó su caso. Pedro Salinas, el periodista que inició la investigación del tema y lo plasmó en su libro Mitad monjes, mitad soldados, habla, en esta entrevista, de su frustración y su impotencia ante esa decisión que subestima el dolor de quienes aún cargan los traumas generados por una organización religiosa estructurada para el abuso. Y de su rabia.

¿Por qué en nuestro país escandaliza más dos hombres amándose que un sacerdote violando niños?

No sé. Que casos como el de (Luis Fernando) Figari queden impunes te hablan de la ética y la moral de una sociedad y de mucha tolerancia ante el abuso… Y como ciudadano peruano me inquieta, me incomoda, me fastidia, toparme cara a cara con la impunidad. Es una sensación fea, porque, en paralelo, tú dices: este tipo aparece con su cara de buda feliz negando a las víctimas y tienes a una fiscal (María del Pilar Peralta Ramírez) que repite como un loro los argumentos de la defensa y, en su resolución de 54 páginas, simplemente asume que, como estamos hablando de un fundador de una institución religiosa que tiene obras sociales, casi casi no lo deberías tocar o, en todo caso, perdonarlo rapidito...

Perdonar al “árbol caído”, como diría (Juan Luis) Cipriani…

Exacto. Y esa es la actitud general...

Tú has dicho que no esperabas gran cosa del proceso, pero imagino que sentiste algo con el archivamiento del caso…

Frustración. Impotencia. Indignación. Y rabia. Porque una cosa es que te digan: Mira, en el caso de los abusos sexuales, estos prescribieron... En mi opinión, ese tipo de crímenes, abusos sexuales a menores no deberían prescribir, porque ya hemos visto que el abusado sexual reacciona después de 20, 30, 40 años del evento...

Claro, eso se ha dado en todos los casos a nivel internacional…

Sí, los casos de Karadima, en Chile, son tal cual. Los casos en México, con Maciel, igualito. Y los casos en Boston... Pero, bueno, yo ya sabía que, en el caso de los abusos sexuales, eso iba a prescribir. Pero, en la nota de prensa de la Fiscalía, dicen varias mentiras. Una, que no se presentaron abusados sexuales al proceso y yo sé que fueron dos…

Uno de ellos José Enrique Escardó, ¿no?

No. José Enrique tiene un incidente de connotaciones sexuales, pero no ha sido víctima sexual. Con víctima sexual estamos hablando de penetración, masturbación… Lo que tiene él es un incidente de connotaciones sexuales con Germán Doig (ya fallecido fundador del Sodalicio), como, en mi caso, hay otro con mi director espiritual cuando entré al Sodalicio. 

¿Cómo fue tu caso?

En mi caso, mi director espiritual me dijo: Pedro, tú eres muy tenso y eso se arregla con yoga, asanas y ejercicios de relajación. Y un día, en una sesión espiritual, a puerta cerrada, me dice: Quítate la ropa, quédate en calzoncillos, échate, cierra los ojos. Luego, saca uno de estos punteros desplegables y comienza a palparme y dice: Efectivamente, aquí hay nudos de tensión, tus chakras están desalineados y no sé qué tanta vaina…

¿Te estaba preparando para un asalto sexual?

Exactamente, era una especie de prueba. En eso me empieza a tocar más abajo, las piernas y me toca la ingle y ahí yo me siento incómodo y abro los ojos como diciendo “¡qué pasa!”. Y el pata, para que veas el profesionalismo de estos jerarcas del Sodalicio, me dice: Ya, Pedro, puedes cambiarte. Y alucina que yo pensé: ¡Mierda, he pensado mal de este pata! Evidentemente, a la luz de todo lo que ahora se conoce, ese fue un testeo y hasta el día de hoy siento que la bala me paso silbando...

Volviendo al tema del archivamiento: ¿Qué viene? ¿Se acabó la denuncia contra el Sodalicio? ¿Tiras la toalla?

Nuestros abogados en estos momentos están evaluando presentar un recurso de queja, que es una suerte de apelación, para ver si es que la fiscalía, el fiscal (de la Nación) Pablo Sánchez, reconoce su error y deriva el caso a otro fiscal más competente, porque yo no quiero pensar mal de la fiscal, pero incompetente sí ha sido. Ese es un dato objetivo.

Tú has dicho que te jugaste todo en este tema. ¿Qué fue todo?

Todo. O sea, cosas importantes de mi vida personal, he reabierto heridas, el desgaste emocional ha sido inmenso, ha habido mucho tiempo y mucha plata de mi bolsillo metida en esta historia. Pero no me arrepiento, porque creo que esto ha hecho más bien que mal. Sí me apena que haya gente que ha tenido que reabrir heridas, volver a fijarse en cosas que han generado traumas que los persiguen hasta el día de hoy. Lidiar con eso no es fácil. Tienes que tener un empaque particular que yo, honestamente, no lo tengo. Te quiebras. Hay momentos en los cuales dices: ¿Con qué derecho le pido a estas personas que compartan cosas tan delicadas conmigo y que, además, van a ser públicas?

¿Hay gente que se ha arrepentido de haber dado su testimonio?

No, por suerte no. Si hubiese uno que se arrepintiese, ahí sí yo estaría mal. O sea, hay gente que sí la está luchando. Hay gente que me mandó a la mierda, varios, y que hoy por hoy se sienten agradecidos. Eso sí es algo que me parece mostro.

Por el otro lado, cabe preguntar: ¿Qué ganaste?

Hay una satisfacción. En lo personal, creo que esto es de lejos lo más importante que puedo haber hecho en toda mi trayectoria periodística y que creo que, además, trasciende la cosa periodística, porque quiero creer que le he hecho un bien a la sociedad. Con Pao (Ugaz, coautora del libro) y con todos los que han participado en esta aventura, creo que hemos ayudado un poco a abrir los ojos…

Hablando de reabrir heridas, has dicho que has pasado terapia mucho tiempo. ¿Qué traumas curaste? Si los curaste…

Sí, eso, si los curé, porque las heridas están allí y siempre se reabren si estás escarbando… Además, he tenido que pasar terapia no solamente por temas míos, sino para ver cómo manejo esta situación, donde hay mucho dolor, mucho trauma, para que no me golpee, porque de piedra no soy, pues.

Eso ya a partir del libro, ¿pero antes?

Antes también. He tenido terapias en diferentes momentos. Siempre salió el tema del Sodalicio, pero fíjate que el tema de mi papá sí estaba, digamos, como clausurado…

Tú has contado que odiaste a tu padre mucho tiempo… ¿Cómo fue?

Parte de la política del sistema de formación en el Sodalicio es aislarte de tus entornos afectivos más fuertes: tus padres, tus amigos, tu enamorada. Y la figura más atacada es la figura paterna. Y de una manera brutal. Escucharás muchos Sodalites que habrán tenido momentos con su consejero espiritual, con su superior o con Figari mismo, y el discurso es: Tu viejo es una mierda, un fracasado, no es ningún modelo ni referente ni nada. Todos tus defectos, todos tus complejos son culpa de tu viejo. Entonces, nosotros somos tus figuras paternas.

Ese tiene hasta un toque sicoanalítico: culpa a tu padre de tus traumas…

De hecho hay todo un sistema de captación que lleva al secuestro mental que la fiscal nunca entendió, que es lavado de cerebro, el formateo cerebral que te convierte en un autómata, en un talibán. Créeme, que si ellos te dicen mata, ¡matas, Maritza! O si te dicen tírate, te tiras.

¿Qué es lo que más te avergüenza haber hecho durante ese período de lavado cerebral?

Obedecer. Obedecer ciegamente. O sea, yo he agarrado a golpes a Sandro Moroni, como Sandro Moroni me ha agarrado a golpes a mí. Y además, por nada. ¡Es una locura! Lo que pasa es que es difícil trasmitir esa locura que se vive en el Sodalicio a gente normal… Como tú (risas).

Hay quienes dirán que hay gente que tiene mayor tendencia al fanatismo. ¿Tú la tenías?

No sé, pero sicológicamente yo era una pera en dulce, porque me captan en el momento en que mis padres se habían separado, con problemas de conducta en el colegio, mi madre haciendo de papá y mamá, mi viejo en Venezuela, yo metido en drogas y qué se yo. Entonces, el Sodalicio aparece de pronto y se convierte en la alternativa de tu vida. Además, te venden toda una historia épica: que vas a formar parte de una elite para transformar el mundo y el resto son unos huevones. Y el lenguaje que usan es así: Totalmente coprolálico…

Hace un par de años, la ONU hizo un informe diciendo que la iglesia  propicia la pederastia…

Por el tema del celibato. Para mí, ese es el eje principal: El celibato es un absurdo. Y esa represión es la que lleva a muchos religiosos a, en momentos determinados, irse contra un chiquillo, contra una niña, contra un sordomudo o un discapacitado, que son los que tienen más a la mano…

El argumento del arzobispo (Silvano) Tomasi (observador del Vaticano ante la ONU) era que en todas las profesiones hay pederastia. ¿Qué responderías a eso?

Así es. Y dice que, si tú ves, el porcentaje es mínimo respecto de los boy scouts, que esto y lo otro. Pero eso a mí no me sirve de explicación, porque, a medida que instituyan cosas que propician la pederastia, como el celibato precisamente, la iglesia va a mantener el mismo problema.

Y, más allá del caso Sodalicio, ¿puede hablarse de casos de pederastia en otras agrupaciones católicas?

Mira, cuando tú chequeas el caso Karadima, en Chile; el caso Figari, en el Perú; o el Caso Maciel, en México, tú llegas a la conclusión de que la iglesia católica, como política, protege
a sus pederastas. Hasta el día de hoy…

¿Pero tienes denuncias sobre niños que, en este momento, estén siendo abusados, sea en el Sodalicio o en otras agrupaciones?

Sí, nos han llegado, tanto a Pao como a mí, una serie de requerimientos de personas que acusan a sacerdotes de otros movimientos religiosos, de otras órdenes religiosas católicas, pero hemos tenido que decir “sorry, pero nuestro tema es el Sodalicio”. Lamentablemente, no nos da el tiempo ni el cuerpo. 

(Gastón) Garatea ha dicho que Cipriani no es la iglesia, refiriéndose a su posición en el tema de la unión civil. ¿Dirías lo mismo en el caso de la pederastia o toda la iglesia está implicada?

No coincido con Garatea. La posición de Cipriani es la de la iglesia, es la de (el papa) Francisco. Cipriani, nos guste o no, sigue formando parte de los círculos concéntricos importantes del Vaticano.

Pero en algún momento tú te mostraste esperanzado en las posturas del papa Francisco…

Pues claro, como todos. Como todos, pequé de ingenuo (risas).

Si te encontraras con Figari, ¿qué le dirías?

Buena pregunta. Tú sabes que yo estaba yendo a Roma con Pao y con Héctor Gadea cuando la fiscal viajó para interrogarlo. Lamentablemente, el problema de mi columna, por el que me tuvieron que operar, hizo que me quedara en Lima. Pero si yo hubiese estado frente a Figari, no sé si le hubiese hecho alguna pregunta o le hubiese lanzado un epíteto…

¿Cuál hubiera sido?


No lo sé. Pero supongo que hubiera sido una reacción agresiva u hostil. Por suerte no fui, porque también si Figari me hubiera visto, habría salido a la defensiva, y cuando tú lo ves en el video, él sale con una cancha, con unas ganas de hablar, de sentirse el dueño del mundo y, de pronto, se entrega a los brazos de Paola y habla, habla, y dice todo lo que dice. Y ahí es cuando la gente dice: ¡Este es Figari! Y sí, ese es Figari: un tipo enajenado, que niega a las víctimas con un cinismo descarado. Por eso, cuando hay gente, que la hay, que niega todavía a las víctimas, uno dice: Oye, ¿qué más quieres? ¿La foto del instante en que Figari está aprovechándose sexualmente de ese chiquillo? No existe, pues. No hay. Pero están los testimonios. 

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