Por: Heinz Dieterich
1. Twitter, FBI, plutócratas instalan al Fuehrer
Sobre un presupuesto de 200 millones de dólares para
su triunfal festejo por la toma de la Casa Blanca, Trump, su clan y su jauría
de ministeriales, tomaron posesión del máximo centro de poder de la sociedad
mundial. A ocho años de gobernanza mundial del fascismo perfumado de los
neocons y sus iluminati capitanes Obama y Clinton, sigue ahora un intervalo de
dos a cuatro años del proto-fascismo bruto de Trump. Ante la incapacidad de la
esclerótica democracia gringa, de cerrarle el acceso al poder por las vías de
la globalización informática del Siglo 21, el lumpen-político burgués triunfó
con un golpe de Estado final, instrumentado por la policía política (FBI) del
régimen. Ahora, el centro de poder de la potencia mundial más poderosa de la
historia está en manos de un warlord tribal (jefe militar): un individuo
amoral; altamente corrupto; ultrajador del Estado de derecho; bully sexista
ante las mujeres, xenofóbico y racista ante las minorías étnicas;
compulsivamente mentiroso (mitómano); evasor del servicio militar en la Guerra
de Vietnam; con un attention span de 140 caracteres e ignorante de cualquier
tema de administración que exige la Casa Blanca, economía, diplomacia,
educación, armas nucleares, etc. Su curriculum vitae puede resumirse en una
frase: "Ignorancia, abuso y mentira as a way of life".
En términos operacionales y gerenciales, la
característica principal de Trump es su incapacidad de actuar consistentemente
dentro de sistemas dinámico complejos cohesionados. No es un ejecutivo
institucional, sino un sujeto anárquico-instintivo-irrascible, cuyo software
operativo es disfuncional para el sistema ecológico que opera en la Casa Blanca
y dirige los casi 15 millones de empleados públicos del imperio. Prácticamente
todas las grandes subestructuras con las cuales tiene que lidiar, como la
economía, la política, la cultura, lo militar, el comercio y lo internacional,
son macrosistemas cibernéticos (de retroalimentación) que sólo son estables
dentro de ciertos rangos de parámetros establecidos y eventos previsibles. La
contradicción entre un operador ignorante y mitómano narcisista y poderosos
ecosistemas nacionales y mundiales con delicados circuitos de retroalimentación
gerenciales (feedback loops), inducirá esos sistemas hacia comportamientos
erráticos o caóticos, incluyendo la posibilidad de una guerra nuclear.
3. Hacia el tribalismo nuclear
En términos políticos, la lucha entre los
protofascistas de Trump y los neofascistas (neocons) por la hegemonía en la
clase política y el modus operandi del control mundial, provocará que el
Leviatán de los "neoconservadores" (neofascistas Obama, Clinton, Bush)
cambiará de forma. Dejará atrás el pulido, despiadado modelo de tiranía de la
pax romana, para metamorfosear hacia la salvaje dictadura del tribalismo
nuclear. Con el administrador del caos, el nuevo Augustus, el aceitado
engranaje de control mundial vertical de Washington, vigente desde 1945,
evolucionará hacia un sistema feudal-nuclear de warlords gringos, donde los
secretarios de Estado y sus respectivos lobbys asumirán el poder, que el
Monarca Trump no controla o ejerce. Esta frágil reconfiguración interna del
sistema imperialista coincide con la crisis terminal de la pax americana
(American Century), creada por Washington desde 1943, y su sustitución por un
orden mundial multipolar. Lo peligroso de ambas evoluciones consiste en que no
son planeadas y administradas por estrategas con capacidad racional-ética, sino
por plutócratas ignorantes e improvisados políticamente, formados por los
ambientes de guerra sucia y tribal de las corporaciones transnacionales.
4. Ilusiones sobre Trump
Hay tres grandes ilusiones de la socialdemocracia
(centroizquierda) y de los liberales sobre la peligrosidad del nuevo
"Delincuente en Jefe" de Estados Unidos. La primera es, que, siendo
rico, no necesita robar. La superficialidad de esta posición radica en que no
se entiende que el fetichismo del dinero es una derivada del fetichismo del
poder. La obsesión compulsiva de sociópatas ególatras como Trump no radica en
el dinero, sino en el poder. Es un adicto narcisista del poder que no puede
desligarse de la fuente intoxicante de su patología, salvo que se le quite por
la fuerza. Hay que ver qué forma asumirá la Némesis en este caso.
No menos tonta que esa ilusión es la de creer que
Trump es un perro que ladra, pero que no muerde. Esto es lo mismo que se decía
de Hitler, cuyo programa de modernización capitalista y destrucción popular
estaba claramente formulado en su panfleto "Mein Kampf" (Mi Lucha),
publicado en 1925. La pregunta, de que si Trump es sólo un bufón hablador del
Gran Capital, o un peligroso lumpen-político de una fracción de la plutocracia
estadounidense, ha sido contestada múltiples veces por sus años de praxis
política sucia, empezando con su mentira, de que Obama no había nacido en
Estados Unidos. Para aquellos, que siguen pensando que es un Tigre de Papel,
basta ver a su horda ejecutiva, el nuevo gabinete. Todos tienen el mismo perfil
de plutócratas y reaccionarios. Por ejemplo, la desastrosa ricachona y
reaccionaria evangelista Betsy de Vos, escogida por Trump para ser Secretaria
de Educación, es parte de una familia, a la cual pertenece el
fundador-propietario de la organización mercenaria criminal
"Blackwater": su hermano Erik Prince. Este gabinete de amorales y
reaccionarios no será un correctivo dispuesto o capaz de controlar a su jefe
tribal.
5. La teología socialdemócrata
El tercer mito es, en palabras del presidente
ecuatoriano Correa, que "lo mejor para América Latina es el triunfo de
Donald Trump", porque sus políticas reaccionarias generarán una reacción
progresista en América Latina. Además de ser una tesis sectaria simplista,
parece que Correa confunde Estados Unidos con América Latina. En Estados Unidos
ya se está formando un amplio frente de oposición a Trump, desde sectores
estatales (CIA, Pentágono) a sociales (mujeres, minorías, artistas, intelectuales,
sindicatos), partidistas (Demócratas) y mediáticos. En la Patria Grande, en
cambio, no hay ningún potencial real de resistencia organizada que pudiera
actualizarse: no hay gobiernos, partidos políticos, sindicatos, movimientos
estudiantiles, campesinos, militares o movimientos de masas con conciencia y
organización, para establecer un Bloque de Poder Latinoamericano (BPL), capaz
de ganar un conflicto con Washington mediante una defensa estratégica o
disuasión creíble.
Correa, como buen socialdemócrata católico, cree
obviamente en la creatio ex nihilo. Es su derecho. Pero, en la diáspora
terrenal, controlada por oligarquías, la OTAN y el Comando Sur, los pueblos
deben alejarse de semejantes fantasías teológicas y sectarismos – so pena, de
volver a ser derrotados en su lucha por la liberación.
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